Regístrate gratis y recibe en tu correo las principales noticias del día

Víctimas del acoso escolar en Galicia: «Me tiraron piedras de camino al colegio»

Tamara Montero
tamara montero SANTIAGO / LA VOZ

GALICIA

«No lo permitas. No te calles. Denúncialo»
0 seconds of 9 secondsVolume 90%
Press shift question mark to access a list of keyboard shortcuts
00:00
00:09
00:09
 
Miguel Villar

Un grupo de universitarios de Ourense crean una iniciativa para prevenir el acoso escolar

09 dic 2016 . Actualizado a las 18:05 h.

«En mi clase éramos dos. Yo era uno de ellos y la verdad es que tenía todas las papeletas: era bajito, estaba gordito, tenía las gafas con los cristales más gordos que podía haber y no tenía ni mucho menos fuerza para poder defenderme». Así empiezan muchas historias de acoso escolar. Así empieza también la de Pablo, que de los 12 a los 16 años soportó humillaciones en clase, en su barrio e incluso en su equipo de fútbol. Por miedo, nunca se lo contó a nadie, «incluso fui capaz de engañar al psicólogo del colegio». Por eso, la primera vez que se puso frente a un grupo de adolescentes y empezó a relatar por lo que había pasado, rompió a llorar. Rompieron a llorar también su madre y su hermana. Y lloraron también los chavales que estaban allí escuchando su historia.

Esa catarsis colectiva, ese relato terapéutico que le ayuda a este joven a dejar atrás una etapa de su vida en la que «vi en el suicidio la única salida a mi dolor», es quizá la parte más importante de Caso Acoso, una iniciativa que acaba de poner en marcha un grupo de alumnos de Derecho de Ourense escandalizados ante los relatos de suicidio derivado de bullying que proliferaban en los informativos. Lo hablaron durante el verano y con el inicio del curso lo pusieron en marcha. Ahora, ya están en contacto con otras delegaciones de alumnos de Galicia para que expandan la campaña y tienen presencia en redes sociales (@casoacoso) y un correo electrónico para ponerse en contacto con ellos: casoacosodafdo@gmail.com. «Nós [Iván Fariñas, Beatriz Pardo y Álex Soriano, los fundadores] non sufrimos acoso», explica Iván, pero se dieron cuenta de que en su entorno había mucha gente que sí. «Non era necesario irse a noticias de suicidios, estaba no día a día».

Poco a poco se fueron acercando jóvenes que apenas unos años atrás habían pasado por un infierno. Y que estaban dispuestos a contarlo. «Un buen día, ese típico grupito de repetidores que se sientan al fondo me pusieron un mote, que se ve que hizo gracia porque en nada me lo llamaba todo el colegio». No se quedó en una broma. Llegaron los insultos. Y después, las agresiones: «Patadas, zancadillas, me llegaron a tirar piedras en el camino al colegio, me cortaron los frenos de la bici en la que iba a clase y no me maté de milagro».

El mote que pusieron a Pablo traspasó los muros escolares. Empezaron a usarlo también en el barrio y en el equipo de fútbol en el que jugaba. «Tenía miedo cuando iba por la calle» por si aparecía un grupo y lo insultaba o le daba «alguna colleja. Tenía miedo a que si hacía algo mal o simplemente no hacía nada las collejas pasasen a otro nivel».

Artículo 15 de la Constitución

De un mote se alimenta también la historia de otra de las chicas que da la cara en esas charlas, en las que los estudiantes explican a los jóvenes primero qué es el artículo 15 de la Constitución, que protege la integridad física y moral, y trabajan con ellos el concepto de agresión y de acoso. Saben que en la mayoría de las ocasiones, las charlas que dan adultos y también policías no conectan con los adolescentes. Un igual, sí. Así que juegan la baza más fuerte que tienen: que un joven apenas unos años mayor los enfrente a las consecuencias del acoso.

Consecuencias que, según relata otra de las jóvenes que ha decidido contar su historia, todavía arrastra hoy. Tenía 11 años. Y el problema era su pelo rizado. Un grupo de niñas mayores le pusieron un mote. «A finais do verán, había pintadas por toda a vila co meu nome e co meu alcume». También hicieron un dibujo de ella en una farola. «Fixéronme gorda. Acomplexeime moitísimo e deixei de comer». Durante dos años e obsesionó con el peso. «Se engordaba cen gramos, choraba». Y mientras, el mote persistía. Y se expandía. «Xa mo chamaba xente doutros cursos e xente da miña clase que se metía comigo». De ese grupo de su clase sí se quejó. El profesor tomó cartas en el asunto. «Falou con elas, pero ao ano seguinte xa non estaban na miña clase». Ni con ellas ni con el otro grupo que se inventó el nombre guarda relación. «O rancor queda aí», dice esta joven que durante años enterró su dolor. «Non chorar é un problema».

0 seconds of 9 secondsVolume 90%
Press shift question mark to access a list of keyboard shortcuts
00:00
00:09
00:09
 
Pie de foto. Firma

También durante años duró el acoso de otra de las chicas que cuenta su historia ante los alumnos de secundaria. En concreto, siete. «Yo le caía mal a la niña popular del colegio». Estaba en tercero de primaria. La gente empezó a alejarse. «Cuando llegué a primero de ESO yo me preguntaba, ¿por qué nadie me habla? Y era porque si no esta niña les hacía la vida imposible». Creó bulos, se inventó historias. Consiguió que todo el mundo la aislase. «Al final, todas las cosas malas era yo».

La gota que colmó el vaso cayó en tercero de ESO. «Había un chico que me escupía, que me pegaba, me empujaba por las escaleras...» Simplemente «porque como no me defendía pagaba todas sus frustraciones conmigo». Se quejó al instituto. «Me dijeron que lo que pasaba era que le gustaba y que pasase de él». No se lo podía creer. «Nunca había contado nada a nadie y ahora que lo hacía, nadie me apoyaba. Llegué a mi casa y me intenté suicidar. Me tomé una caja de pastillas». Se dio cuenta de que tenía que salir de esa situación. «Tenía que salir por mí misma. Empecé a relacionarme, empecé a conocer gente buena». Y mejoró. No siente la necesidad de que aquella niña le pida perdón. «Le echo más la culpa a las que no me hablaban por no plantarle cara a ella». Tampoco Pablo guarda rencor. «Me dolía más que los amigos a veces se uniesen a las bromas, porque no eran conscientes del daño que hacían y tú tampoco sabías como explicárselo».

«Hai unha sensación de impunidade con casos realmente graves», afirma Iván Fariñas. Por eso, el 4 de mayo se organizará una jornada sobre la responsabilidad penal del menor. Además, están recabando datos en los centros en los que dan charlas para hacer un estudio sobre la prevalencia del bullying en Ourense.