El acceso a la universidad debe ser igualitario. Si se establecen cuotas, se facilita el acceso de ciertos colectivos, pero no se garantiza la igualdad de oportunidades. Si así lo marca la ley, a los que nos toca aplicar la ley no nos cabe más que hacerlo, lo cual no quiere decir que sea lo más justo, ni que tengamos que repartir justicia. La prueba llevada a cabo en Galicia es un modelo reconocido en toda España. Una prueba única para el conjunto del sistema universitario gallego, que está organizada por la CIUG, comisión que se ha ganado la confianza del sector como garante de un proceso eficaz y transparente, tanto en lo relativo a la elaboración y corrección como en el mecanismo de preinscripción y matriculación de alumnos. Hay garantía de una concurrencia anónima, segura, con posibilidades de reclamación o doble corrección y con un calendario planificado al detalle. Este curso dicha planificación se ha visto alterada por los vaivenes legislativos, que a las cuotas específicas anteriores (titulados, mayores de 25 y 45 años, deportistas, personas con discapacidad), han añadido cupos de alumnos que pueden acceder a la universidad sin prueba de acceso (repetidores, etcétera). ¿Es justo que un deportista de alto nivel acceda a Medicina con un 6 y se queden fuera cientos de alumnos con más de un 12? ¿No sería más justo que accediesen todos en igualdad y que, ya en el grado, al deportista se le diesen todas las facilidades para practicar su deporte? Por ahora, no parece cuestión de justicia.