
Ferrol, con siete asentamientos, y Vigo, con cinco, son las ciudades con mayor número de poblados. En algunos, las chabolas dejan paso a sencillas edificaciones con agua y energía
07 may 2017 . Actualizado a las 05:00 h.La Xunta no tiene datos oficiales, pero en Galicia hay al menos 33 asentamientos de infraviviendas -y no menos de 2.500 personas- en los entornos urbanos, espacios muy diversos pero con un denominador común: el riesgo de exclusión social. El derribo esta semana de la nave de La Toja, a las puertas de A Coruña, en el puente de A Pasaxe, ha vuelto a poner el foco en el urbanismo de cartón y uralita, que la crisis ha mantenido en las afueras de las ciudades y al que ahora vuelven a mirar los concellos.
Las situaciones son muy diferentes según el sitio que se analice, desde la ausencia de grupos en el entorno de Santiago a la localización de cinco o incluso siete en Vigo y Ferrol, respectivamente. Precisamente en esta última localidad es donde más agrupamientos hay: Regueira Grande; As Columnas, en San Pedro; Pazos; Seixo Branco, en la carretera de Catabois; y Taboada, en Mandiá. Incluso se pueden sumar Los Peinados, en la carretera de San Xoán, y el Camiño do Petouto (San Xoán). En Narón, anexa a la ciudad departamental, hay tres poblados: Freixeiro, San Mateo y Rocky.
En la otra punta de Galicia, en Vigo, se percibe un chabolismo disperso. Al contrario de lo que sucedía años atrás, cuando los grandes núcleos iban sumando vecinos, ahora la mayoría de las infraviviendas se reparten en pequeños grupos. Los principales son: Cabral (Monte Penís), que es el más grande y la mayoría es población gitana del norte de Portugal que no provoca conflictos; Navia, con dos poblados diferentes; Sárdoma-Castrelos, en el segundo cinturón de Vigo; y también se ha detectado uno en la calle Pizarro, donde hay proyectada una zona verde. El fenómenos del chabolismo también se da en O Porriño, concretamente entre el polígono de Torneiros y el paseo del Louro, con decenas de infraviviendas en un núcleo muy cerrado; y A Relva es un barrio donde hay infraviviendas de chatarreros, pero no son exactamente chabolas.
Marginalidad
Tampoco se pueden considerar chabolas las viviendas que salpican algunas zonas periurbanas de Carballo. Es cierto que allí el Ayuntamiento de la localidad ha detectado bolsas de pobreza y marginalidad: son O Sixto, Carballo de Arriba, Ponte Rosende, A Grela, A Revolta, A Colina y A Brea. En A Coruña, en cambio, sí hay localizados tres focos concretos: A Pasaxe, O Portiño y As Rañas, aunque los dos últimos son de infraviviendas y las condiciones sociales de sus ocupantes, no siendo buenas, se diferencian del asentamiento de A Pasaxe. En total, según datos del Concello, hay unas 500 personas en malas condiciones, de las que 150 son niños.
Residuos
En otra capital provincial, Lugo, desde el inicio de la crisis quedó casi parado el proceso para desmontar el poblado de O Carqueixo, que comenzó la pasada década el Concello. Durante un largo tiempo los servicios sociales buscaron pisos en la ciudad a familias que vivían en el asentamiento. En la medida en que los iba trasladando, derribaba las chabolas y las viviendas, y lo cierto es que ha conseguido evitar su construcción. Se calcula que en el lugar pueden vivir unas veinte familias en un ambiente conflictivo debido a los numerosos incendios que se producen en las inmediaciones cuando se queman restos de materiales.
Algo parecido ocurre en Vilagarcía. Cáritas y el Concello cuentan con programas específicos para facilitar la integración de los habitantes de Berdón, especialmente en el caso de las mujeres. Se intenta transmitir la necesidad de una correcta gestión de los residuos, dado el trasiego de vehículos con todo lo que implica de cambios de aceite y combustibles, y su cercanía a los depósitos de agua. Junto a Berdón, en Vilagarcía, hacia Vilanova, hay otro asentamiento, Cornazo. Es difícil calcular con precisión su población, pero ambos pueden alcanzar los 500 vecinos.
Muchos menos, sobre dos centenares, hay en el lugar de O Vao, en Poio, a un paso de Pontevedra, aunque este poblado es especialmente polémico y se vincula a los trapicheos de drogas de la zona. Se registraron incluso ataques a los agentes de policía.
En el interior
En el interior de Galicia, en Monforte el asentamiento de As Lamas se formó hace 25 años y desde entonces no ha hecho más que crecer. Situado junto al campo de la feria, en la actualidad viven en él veinte familias. Algunas casas tienen paredes de ladrillo y otras son simples barracones de obra; eso sí, cuentan con conexión eléctrica y servicios de agua y alcantarillado. Y cerca, en Quiroga, en O Toucedo siguen viviendo diez familias, ya no en chabolas, sino en casas hechas con material cedido por la Xunta.
Finalmente, en la provincia de Ourense, se han detectado infraviviendas en: A Fontela (Maside), junto a la N-541, donde viven unas 40 familias; cerca, en el propio Concello do Carballiño, está el poblado de A Pena, donde las chabolas fueron sustituidas ya hace años por módulos de obra, con instalación de agua y luz, en una iniciativa del Gobierno local. En Xinzo da Limia hay un poblado desde hace casi 30 años en el lugar de Baronzás que fue «renovado» y hoy está formado por unas 20 casas construidas por las familias con la ayuda del Concello, que las dota de servicios básicos. En Verín también hay un núcleo similar, igualmente con unas 20 casas. El antiguo poblado chabolista en Maceda, en el lugar de Reconco, se transformó en una urbanización construida por la Consellería de Vivenda, con varias edificaciones en las que viven desde el 2010 una treintena de familias.
Escolarización del 90 % en la ESO
Muchos de los asentamientos de infraviviendas que hay en Galicia están ocupados por familias de etnia gitana. El Gobierno proyectó una Estrategia Nacional para la Inclusión Social de la Población Gitana con los ojos puestos en el 2020. Las cifras que se manejan son bastante ambiciosas. Por ejemplo, se espera que la escolarización en la secundaria obligatoria sea del 90 % y que en primaria solo repita el 10 % del alumnado gitano. Según un informe de la Fundación Secretariado Gitano (FSG), el nivel educativo de la población gitana en España era más bajo que el de ningún otro grupo social. Y no solo entre los adultos mayores: en el 2013, la FSG cifraba en el 64 % el fracaso escolar, es decir, los jóvenes de entre 16-24 años que no habían completado la secundaria obligatoria; y el 42 % repiten en segundo de ESO.
Con información de las delegaciones de La Voz