Este año la economía gallega crece algo por encima de lo que lo hizo el conjunto de la española. Es sin duda una buena noticia ya que los últimos años no había sido así y, en consecuencia, nos habríamos alejado de la riqueza media del conjunto de España de no haber sido por nuestra regresión demográfica que, paradójicamente, nos ayuda a igualarnos con dicha media por habitante.
La razón de este cambio favorable para nuestra convergencia económica hay que buscarla en el motor exterior y no en la demanda nacional. Si de la demanda interna dependiera, Galicia no podría crecer más que el conjunto de España. Los datos del segundo trimestre de este año son especialmente preocupantes: mientras en España esta demanda aporta 2,4 puntos al crecimiento total, en Galicia apenas lo hace en 0,8 puntos. Un motor interno a la tercera parte de potencia.
Es singularmente preocupante la contribución de la demanda de los hogares (que en Galicia tuvo en el segundo trimestre un crecimiento tres veces menor al conjunto de España), pero también la inversión que creció con la mitad de intensidad. Sin olvidar que los gastos de las Administraciones públicas refuerzan la atonía del motor interno: decrecen en el segundo trimestre en Galicia mientras crecen en el conjunto de España.
Ni los hogares, ni las empresas ni el sector público gallego están aportando compras, gastos o inversiones que nos permitan crecer más que en el conjunto de España.
El crecimiento de Galicia solo puede superar la media española porque la demanda externa es capaz de compensar sobradamente este negativo factor interno. Fundamentalmente por el vigor de las exportaciones (y por un menor crecimiento importador).
Llegados a este punto y como quiera que ni en la agricultura ni en la industria las estimaciones del IGE para Galicia superan a las del INE para el conjunto de España, es obligado reparar en que son los servicios los que hacen que Galicia crezca más (3,7 % en Galicia y 2,8 % en España). Y, dentro de ellos, llama la atención que el sector de comercio, transporte y hostelería crezca en Galicia a tasas del 7,7 % mientras en España lo hace al 3,3 %.
Si los hogares consumen menos en Galicia y si el turismo aporta menos entre nosotros, no queda más remedio que interpretar que vinculado a las muy expansivas exportaciones, del sector industrial de la confección, variadas actividades del transporte y comerciales se ven favorablemente arrastradas por dichas exportaciones.
Es así que exportaciones y actividades de servicios se refuerzan. Y quizás eso explique también que la transformación del crecimiento en empleo sea mucho menor en Galicia. Porque en el sector servicios español (más vinculado al turismo y a la hostelería) crece mucho más el empleo que en el de Galicia (más vinculado a otras exportaciones).
Albino Prada es doctor en Economía