
Rodrigo López Pouso (de la USC) , Xosé Manuel Pacho y Jesús Mirás son los docentes más votados de un ránking universitario
09 oct 2017 . Actualizado a las 23:18 h.Rodrigo López Pouso todavía se acuerda a veces de don Camilo, aquel profesor de ciencias del desaparecido colegio Ibáñez Martín de Ferrol que fue capaz de despertar vocaciones a pesar de la revolución hormonal de aquellos chicos que terminaban la EGB y empezaban la adolescencia. Rodrigo López Pouso, que cuando comenzó a estudiar Matemáticas en Santiago no tenía en mente quedarse allí para dar clase, es hoy don Camilo. Otro don Camilo, pero también capaz de despertar ilusión en el aula. El suyo es el primer nombre que aparece en el ránking de profesores universitarios de Galicia de un conocido portal de Internet (patatabrava.com), a la par del de Ángel Carracedo.

A quien recuerda Jesús Mirás es a Ramón Quintáns y a Luis Alonso Álvarez. Y en sus clases de Historia Económica en la Universidade da Coruña todavía intenta emular a sus maestros, a uno de esos docentes que marcan la diferencia. «Mi método no es tan distinto del resto de mis compañeros», dice con humildad. Lo que lo ha convertido en el mejor valorado de la Universidade da Coruña es, seguramente, la honestidad. El tratar a sus alumnos con empatía y cercanía. Pero la verdad es que «no tengo ni la más remota idea».

¿Usted cree que tiene algo especial? «Honestamente, non». Es lo que responde Xosé Manuel Pacho, profesor de Teoría do Dereito en la Universidade de Vigo y el primer nombre de esa institución que aparece en la lista. Entonces, ¿cuál es el secreto? «Para min a clave é o respecto». Por el conocimiento, por el alumnado, por la institución y por la cultura. Que al final se traduce en respeto por el futuro y por uno mismo. De quien se acuerda Pacho es de Arturo Lezcano, su maestro literario, y de Nemesio Barxa, que le enseñó a ser abogado. Y no es capaz de escoger entre tantos que lo marcaron desde la universidad.
«Uno, realmente, nunca está preparado para ser profesor», dice Rodrigo López Pouso, que descubrió su vocación sin buscarla. Todavía recuerda aquellos cien pares de ojos mirándolo en un aula de la Universidade de Vigo. Era su primera clase. ¿Confesó? «Creo que no hizo falta». Se ríe, porque a su mente vuelven los nervios casi incontrolables de enfrentarse a un aula. Le siguieron otras muchas. Muy felices.
Porque en las clases de los buenos profesores hay siempre una corriente eléctrica. La que genera el fluir de la pasión que transmite el profesor hacia los estudiantes y al revés, la que los alumnos son capaces de insuflarle a sus maestros. Esa ilusión es habitual, sobre todo al principio de una carrera. En ocasiones, se va desvaneciendo. Estos tres profesores la conservan. «Luego tienes que vencer tus miedos», explica Mirás. «Es complicado motivar a los chicos». Especialmente en carreras quizá no tan vocacionales, como la de Económicas. «No digo que yo sea capaz de motivarlos, pero al menos no de desmotivarlos demasiado».
A Rodrigo, una de las cosas que más le gustan es ser capaz de tirar de aquellos que llegan con menos ganas. Y también ver la fuerza, el empuje, la creatividad y las ganas de los que el día de mañana quizá sean los nuevos Rodrigo López Pouso. Los que hoy están haciendo la tesis. La pena, dice, es que la crisis «no permite la renovación». Y el talento se va. O se diluye.
«Pois a min encántame», contesta Xosé Manuel Pacho al comentario de que Teoría do Dereito no tiene pinta de ser una asignatura muy divertida. «A cultura e o coñecemento é fundamental para formarse como xuristas». Las clases de Pacho son más de preguntas que de respuestas. Preguntas que a veces ni los estudiantes han llegado a formular, pero que se harán en algún momento. Al final, los profesores no hacen más que modelar el futuro. «Son axentes do cambio e van formar parte dese cambio», les advierte Pacho.
«Salvo tu familia y algún amigo cercano, son con los que más tiempo estás, porque ahora son tres horas cada grupo, pero antes eran cuatro. Son cuatro horas y hay amigos que no veo en semanas. Veo más a mis estudiantes que a mis amigos», dice sonriendo Jesús Mirás. Se crea un vínculo que a veces sobrepasa los años de carrera. Y saben de sus alumnos, que han conseguido trabajo aquí o que se han ido allá para continuar su carrera profesional. La que se inició en su clase. La del profesor que más recuerdan.
«Explica xenial e preocúpase moito de que comprendamos todo»
«Gran profesor, merece a pena ir a todas as súas clases. Explica xenial e de xeito ameno e preocúpase moitísimo de que comprendamos todo». Es el comentario que aparece en el ránking sobre Rodrigo López Pouso, profesor de la Facultade de Matemáticas de la USC. Pocos son los estudiantes que se atreven a dejar un comentario sobre su profesor. Son más los que deciden entrar en el portal universitario para darle su voto a los López Pouso, Pacho o Mirás de sus respectivas facultades. No es un método científico. Ni siquiera hay una enorme muestra de estudiantes que da su opinión a través de una encuesta con varios ítems. Pero lo que da valor a este ránking es que los estudiantes han hecho el esfuerzo de entrar en la página web, buscar a su profesor, votarlo y a veces comentar. Y eso, los docentes, lo agradecen mucho.