Venden el Centro Gallego de Buenos Aires

Juan María Capeáns Garrido
Juan Capeáns SANTIAGO / LA VOZ

GALICIA

PAULA SABAJANES

Los socios de la emblemática institución de la emigración aceptan la venta del edificio del centro y la cesión de la gestión de sus servicios sanitarios al grupo Ribera de Salud

19 ene 2018 . Actualizado a las 19:25 h.

El Centro Gallego de Buenos Aires no volverá a ser lo que era. En realidad, lleva años siendo una sombra errante muy lejana de la institución fundada hace 110 años por la colectividad gallega que se fue haciendo fuerte en la capital austral, hasta configurar un imponente inmueble de seis plantas en el prestigioso barrio de Belgrano. Su grandiosidad física, 34.000 metros cuadrados, no es nada al lado del simbolismo de esta institución que fue orientando su razón de ser hacia la asistencia sanitaria y el dinamismo cultural, con Galicia siempre latiendo fuerte. Sus socios aprobaron en asamblea extraordinaria aceptar la venta del edificio del centro y la cesión de la gestión de sus servicios sanitarios a la empresa española, que había hecho una oferta de 42 millones para hacerse con el inmueble y se había comprometido a invertir en su modernización.

El centro ya no podía más. Los gestores de la histórica institución, intervenida por el Gobierno argentino desde hace cinco años ante su crítica situación, convocaron una asamblea decisiva para ayer lunes por la tarde, medianoche en España, coincidiendo con una huelga general que ha paralizado Buenos Aires. Los caminos a explorar en la consulta social eran dos: o atender la oferta de venta de parte del edificio y la gestión sanitaria mutualista que allí se presta, o elegir la quiebra y la desintegración. De la primera opción, la escogida, respondían en conjunto el grupo español Rivera Salud, con sede en Valencia, y la fundación argentina Favaloro, dedicada a la asistencia clínica y la investigación desde 1975. Las consultas no vinculantes entre los trabajadores y los socios que precedieron a esta asamblea fueron demoledoras a favor de entregar la gestión a las firmas privadas.

Más allá de las cuestiones fundacionales y sentimentales, el peso de los gallegos en esta institución ha ido mermando con los años. De los 120.000 socios que llegó a reunir, la mayoría vinculados de una u otra manera a España, ahora apenas llega a los 6.000 con derecho a decisión, y de ellos ni un millar mantienen lazos con este lado del Atlántico. En todo caso, en las últimas semanas se multiplicaron las peticiones sociales para que la operación económica de la venta del inmueble y la cesión de la gestión sanitaria tenga el menor impacto posible en la prestación a los mutualistas, muy preocupados por la deriva de los últimos años.

Los intentos de la Xunta por colaborar con la institución pueden calificarse de frustrantes para Galicia. La zozobra del Centro Gallego viene de finales del pasado siglo, y no fue hasta el 2003 cuando la Administración gallega encabezada por Manuel Fraga alcanzó un acuerdo para aportar financiación a través de la Fundación Galicia Saúde, creada al efecto. Lejos de aliviar la situación, la deuda aumentó, en buena parte por la mala gestión de la directiva, pero también propiciada por la inestable situación económica del país.

La relación naufragó en el 2011, ya con Feijoo en San Caetano, porque la directiva argentina decidió tomar su propio camino sin intervenciones externas. Pero el Gobierno argentino solo tardó un año en tomar las riendas, y ahora promueve abiertamente la venta a la sociedad empresarial, al parecer por unos 60 millones de euros.

Con ese dinero, la directiva podría saldar un 70 % de la deuda, y el resto tendría que afrontarlo con las mensualidades que recibiría del grupo empresarial.

La asamblea aprobó efectivamente la venta, pero con condiciones. Entre ellas, que la sociedad mantenga el control de las instalaciones culturales, como el teatro Castelao o la sala Otero Pedrayo, así como de las obras de arte, la biblioteca y los documentos, que nunca podrán salir de territorio argentino. Los inversores se han mostrado dispuestos a permitir que el Instituto Argentino de Cultura Gallega mantenga allí su actividad.

Obras de Seoane, Colmeiro o Castelao, que falleció en la habitación 202

Más de 130 pinturas, 52 esculturas, tallas de madera, joyas y una biblioteca con 20.000 volúmenes que son historia en papel de la emigración gallega. Es el legado que ha reunido la institución en su siglo largo de vida. Luis Seoane, Manuel Colmeiro, Álvarez de Sotomayor o Carlos Maside firman obras que en los últimos años, tras la intervención judicial, han empezado a catalogarse ante su incuestionable valor artístico y económico. En general están bien conservadas, como ocurre con la habitación 202, que prácticamente no ha sido alterada en los últimos 67 años, desde que murió en ella Alfonso Daniel Rodríguez Castelao. Algunos de los bienes han sido trasladados en los últimos meses a cajas fuertes del Banco Ciudad bonaerense entre el recelo de los socios.