La capilla acoge las dos esculturas realizadas por el maestro Mateo para el Pórtico de la Gloria
11 mar 2018 . Actualizado a las 05:00 h.Después de formar parte de la exposición sobre el maestro Mateo, que acogió el Pazo de Xelmírez de Santiago hasta finales de febrero, las dos figuras del Pórtico de la Gloria han vuelto al pazo de Meirás. En concreto, se encuentran en la capilla del exterior del inmueble. «Las estatuas pertenecen a la familia, ellos las ceden para exposiciones y una vez que finalizan vuelven a sus manos», explica César Fernández, miembro de la Fundación Francisco Franco y encargado de las visitas al pazo, en una de las cuales participó La Voz esta semana.
La vuelta de Abraham e Isaac a Meirás ha ocasionado una nueva polémica en torno a la gestión del patrimonio de los Franco. «Deberían volver ao pobo», así lo expresa Carme Varela, portavoz de O Sorriso de Daniel, agrupación que en el 2012 solicitó a Carmen Franco Polo la devolución de las esculturas al museo de la catedral de Santiago. «A cidadanía xa as pagou unha vez, non ten sentido que volva facelo», dice. De momento, las piezas continúan en el pazo, donde el guía no entiende el revuelo causado: «Si no pertenecieran a los Franco, las autoridades ya se las habrían llevado porque sería un delito», sentencia. Además, Fernández explica que «fueron cedidas por Santiago al generalísimo, antes habían pertenecido al conde Ximonde, que las vendió a la ciudad». Ahora, lo que está en venta es este pazo, de 66.792 metros cuadrados, por 8 millones de euros. Una cifra que considera «regalada» el hombre de confianza de los Franco en Meirás. «Las estatuas no están incluidas en la venta», dice.
La visita sigue por el exterior, donde se aprecian las elegantes torres, para luego pasar al interior del inmueble. Dentro ya no están permitidas las fotos. Lo primero que se ve es una imponente escalinata presidida por el busto de Franco y un tapiz con el escudo del águila de San Juan, símbolo de la dictadura franquista, bajo la cristalera original de los Pardo Bazán. En la planta baja se encuentra la biblioteca, en la que se están recogidos numerosos libros, «incluso algunos prohibidos, que Franco pedía», confiesa Fernández. Ya en el piso de arriba están las habitaciones y el que fue el despacho de Franco, pero esa planta ahora está cerrada al público «para evitar accidentes. Era peligroso. Se caía gente en las escaleras», expresa el guía.