Los alojamientos privados con recogida de mochilas restan usuarios a los de la Xunta

E. V. PITA
Doctor en Comunicación Contemporánea, licenciado en Derecho, Sociología y Ciencias de la Información y escritor

La sexta etapa del Camino por Santiago arranca en Arzúa a las 8.00 horas. Cae llovizna pero el camino será más relajado, con 20 kilómetros por tramos llanos. La iglesia está abierta y el propio peregrino puede autosellarse la credencial. En la calle, dos señoras mayores y una monja saludan con un «buen camino».

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 Un camino complementario por un bosque de robles y eucaliptos evita el paso por carretera. Un grupo de cacereños comenta: «¿Y este eucalipto estaba aquí en el siglo III?». Luego, debaten sobre si Jesús fue el mayor influencer o sobre las letras de los raperos.

La senda desemboca en prados reverdecidos por la lluvia y empiezan a verse casas en construcción y hormigoneras. Un obrero informa de que construyen una tienda para peregrinos. A la altura de Taberna Vella se ha creado una aldea internacional. En una orilla vive una señora alemana y, al lado, un gurú llamado Bruno que quiere llevar a cabo un proyecto llamado El Muro de la Sabiduría. Los terceros en asentarse en el lugar son la neoyorquina Vanessa Illanes y el guía catalán Alex Porras, que se ha subido a un abeto para podarlo. Vanessa compró una casa antigua en el 2014 y tardó tres años en lograr la licencia de reforma por estar al lado de la vía jacobea. La comisión de arquitectos de Patrimonio revisó los cambios y le vetó las ventanas porque eran cuadradas y no rectangulares y no estaban hundidas en la pared. «Llevo un año con electricidad solo para las bombillas porque aún no tengo permiso para aumentar la potencia ni calentar el suelo radiante», cuenta.

Unos metros adelante, la nueva autovía de Santiago a Lugo cruza el camino. Por el viaducto pasa un romero francés de 70 años en sentido contrario que va a Lyon.En Boavista también se reforman casas y los bares han instalado terrazas donde los peregrinos estiran las piernas antes de continuar hasta Pedrouzo. Por este tramo, hay túneles vegetales y caminos tan viejos que los muros están cubiertos de turba. Siguen el feísmo rural y las casas abandonadas pero la hiedra se traga las paradas de bus. En los marcos, alguien escribió mensajes de una expedición del 2017 sobre enfermedades raras. Se ven muchas papeleras.

Luego, el bosque se divide en dos. En una orilla, crecen altos eucaliptos y en la otra abetos. Parecen paisajes de Australia y la Selva Negra. En la soledad, se oyen graznar cuervos, trinar petirrojos y el ruido de camiones que pasan por una nacional, que se entrecruza con el camino. En Santa Irene, se divisa el Pico Sacro. En este albergue de la Xunta notan una bajada de los huéspedes por la competencia de alojamientos privados que reservan on-line y recogen las mochilas que los romeros mandan en taxi.

ALBERTO LÓPEZ

En la calle principal de Pedrouzo han abierto pizzerías, tiendas y también alojamientos por el tirón de los peregrinos. En el albergue, los caminantes parecen zombis, medio cojos. De noche, comentan en la cocina alegres sus anécdotas del viaje desde Sarria. Cuentan que pedían chupitos en cada bar para animarse a subir las cuestas. Solo queda un día para ver al Apóstol.

LO MEJOR

1. La convivencia. En la cocina de un albergue de Pedrouzo, peregrinos de Argentina, Dinamarca, Brasil y Cáceres comparten espaguetis y tapas.

2. Aldea de Calle. Conserva casas tradicionales, el suelo está enlosado y hay bares y tiendas.

3. Túneles vegetales. Es el tramo con más entradas envolventes en bosques, de abetos, robles o eucaliptos que recuerdan a los cuentos de hadas.

lo PEor

1. Cruces peligrosos. En esta etapa, las señales luminosas funcionan al pulsar el botón para cruzar el vial pero hay muchas intersecciones con riesgo.

2. Árboles caídos. La senda está cortada por dos árboles en A Calzada, prueba de que nadie revisa.

3. Publicidad con música. Cerca del kilómetro 21, un albergue de Pedrouzo se anuncia en una finca privada con pantalla digital y música clásica.