La propuesta de un examen único para acceder a cualquiera de las universidades españolas, que se vende como garantía de igualdad de oportunidades, esconde un objetivo político maquiavélico: la recentralización educativa. El fin justifica el medio, y viceversa. La propuesta parece propia de la España de otra época, más una que grande y libre, no de un país plural con las competencias en educación transferidas a las autonomías. El que garantiza la igualdad en el acceso a la universidad es el distrito único.
La propuesta no proviene de las universidades, sino del Gobierno del PP en Castilla-León, que echa de menos la ley Wert. Comunidades gobernadas por el PSOE, como Castilla-La Mancha o Extremadura, acusadas de poco exigentes en las pruebas de acceso, se oponen a ella.
En Galicia el número de estudiantes de otras regiones es poco significativo (600-700 por año, 6 % de los matriculados), con lógico predominio de los de comunidades limítrofes (Asturias, Castilla y León). En el plano técnico, la CIUG lleva a cabo unas pruebas de acceso y unos procesos de preinscripción y matriculación rigurosos, seguros, transparentes y únicos para todo el sistema universitario gallego. Grupos de trabajo de las asignaturas elaboran materiales y modelos de exámenes, ateniéndose a las directrices ministeriales. La profesionalidad de los cientos de docentes de enseñanza media y superior que participan en comisiones de vigilancia y evaluación, la planificación detallada, la posibilidad de reclamación y doble corrección o la visibilidad de las listas de espera son la base de una selectividad garantista e igualitaria, la cual es modélica, según reconocen otras comunidades.
Imponer un examen único sería asumir la ausencia de diversidad cultural y territorial. Ahora bien, una cosa es un examen de Lengua y Literatura Gallega o Historia de España y otra distinta un posible examen, específico y único, para Medicina, que las universidades vienen discutiendo desde hace años. No obstante, si quien dice examen único para todas las carreras quiere decir de hecho pensamiento único, que lo diga.