El agua tan fría en realidad es un regalo de la naturaleza. Galicia es verde por la lluvia y sus aguas son únicas por el afloramiento
14 jul 2018 . Actualizado a las 05:00 h.En las playas del sur de la comunidad la situación se repite cada verano. Los bañistas tienen que lidiar como pueden con dos sensaciones térmicas muy diferentes. El calor que aportan las altas temperaturas del aire con un mar muy gélido. A menudo el termómetro no supera los 15 grados y darse un chapuzón no siempre resulta una experiencia agradable. Claro que el agua fría se compensa con una buena mariscada. Sin ella no sería posible degustar la gran variedad de pescados y mariscos que ofrecen las rías. Galicia pertenece a un selecto grupo de lugares donde se produce un fenómeno que bendice las aguas y las llena de vida; el afloramiento.
Este proceso natural viene de la mano del anticiclón de las Azores, un sistema de altas presiones semipermanente. Es decir, siempre está en la misma zona del Atlántico, con su centro de acción en las islas portuguesas, pero dependiendo de la época del año, se desplaza más hacia el norte o el sur. La presencia del anticiclón de las Azores en la comunidad gallega, por su movimiento a favor de las agujas del reloj, se traduce en nordés. Este viento desplaza el agua superficial hacia la plataforma oceánica y es entonces cuando asciende el agua fría y cargada de nutrientes desde el fondo. El alto contenido en fitoplancton representa un reclamo para especies como por ejemplo las sardinas.
Este evento que aparece entre primavera y verano, cuando el anticiclón remonta en latitud, solo ocurre en las zonas donde hay sistemas de altas presiones idénticos al de Azores. Los afloramientos se dan además en Sudáfrica, California, Portugal, noroeste de África, Chile y Perú. Aquí están las aguas más ricas del mundo y por tanto algunos de los bancos de pesca más productivos de la Tierra.
En la costa sur del Pacífico, el fenómeno del Niño representa una serio problema porque interrumpe el afloramiento costero y paraliza la pesca en las costas chilenas y peruanas. Los pescadores fueron los primeros en detectar el calentamiento de sus aguas, que siempre comienza en octubre y culmina en diciembre, cerca de la Navidad. Precisamente por ello, decidieron bautizarlo como El Niño. Años más tarde, la comunidad científica descubrió que este fenómeno tiene repercusiones en el clima mundial.
Después de la anomalía que se ha registrado durante la última semana en la costa gallega, con aguas más cálidas de lo habitual, que llegaron a superar los 20 grados, la situación tiende ahora mismo a normalizarse. La previsión en algunas playas como Samil apunta a un descenso progresivo de la temperatura del mar, que volverá a situarse en torno a los 16 grados. De nuevo costará meter un pie en el agua y muchos optarán por permanecer en la orilla y aprovechar la brisa marina para refrescarse. Pero el agua tan fría en realidad es un regalo de la naturaleza. Galicia es verde por la lluvia y sus aguas son únicas por el afloramiento.