«Hay que motivar a las niñas, que vean que pueden ser lo que se propongan»

m. cedrón / m. santalla REDACCIÓN / LA VOZ

GALICIA

Xoán A. Soler

Mujeres, que pese a su juventud, se han hecho ya un hueco en la sociedad gallega hablan de los retos del futuro

28 sep 2019 . Actualizado a las 15:42 h.

Son mujeres. Son extraordinarias. Son fragmentos de ese combustible indestructible que es el talento, capaz de alimentar el motor que proyecta Galicia mucho más allá de sus fronteras. Tras haber reunido a un grupo de pioneras que fueron abriendo camino en sus respectivos sectores, La Voz vuelve a charlar en Compostela con siete mujeres que, pese a su juventud, han vivido mucho y son parte fundamental de los pilares sobre los que ha de apoyarse una sociedad desarrollada. Bibiana Rodiño, ingeniera y directora general de Beta Implants, la única compañía de España que fabrica prótesis para animales; Cintia Folgueira, investigadora posdoctoral en la especialidad de endocrinología en el Centro Singular de Investigación en Medicina Molecular y Enfermedades Crónicas (Cimus) de la Universidade de Santiago; Carmen Jorge, graduada en Física, becada por la Fundación Barrié para hacer un máster en Física Teórica en Cambridge, violinista y cinturón negro de taekuondo; Patricia García, primera presidenta del Círculo de Empresarios de Galicia y responsable del grupo Femxa; Silvia Folgueira, campeona de España en la especialidad de pintura de automóvil; Isabel Pérez Dobarro, pianista y representante en la ONU de la Red de Soluciones para el Desarrollo Sostenible (UNSDSN, por sus siglas en inglés) en su sección de juventud, y Mayra García Bermúdez, alcaldesa socialista de Trabada, son el futuro.

Reunidas en el jardín de las Piedras que Hablan, en el compostelano pazo de Fonseca, donde estuvo el primer Parlamento de Galicia y ahora está la universidad, sus voces rebotan contra los bloques de granito donde fueron grabadas las palabras de Rosalía de Castro o Luz Pozo y su eco se hace más fuerte arropado por la sombra de un ginkgo biloba que ha sobrevivido a más de cien años de historia. La pena, dicen, es que en el ecuador del 2018, a diferencia de los hombres, todavía tienen que «demostrar» cada día que están ahí y que son buenas en lo que hacen. Lo resume Mayra: «A xente valora as persoas responsables, traballadoras e serias. Niso non hai diferenza entre homes e mulleres. Que pasa? Que a nós nos supón o dobre de esforzo demostrar que o somos porque hai que dedicar moito máis tempo para que nos valoren o traballo». Por eso, apunta Bibiana, les toca una época en la que tienen que luchar por defender su papel y tener claro lo que quieren.

«Ha habido una involución»

Aunque a nivel particular reconocen jugar con ventaja por el apoyo familiar que han recibido para lograr sus metas, observan con temor la involución que, a su juicio, ha experimentado la sociedad en asuntos de igualdad real en los últimos años. Para Patricia, es «preocupante» el hecho de que en las facultades las mujeres continúan copando las carreras vinculadas a las humanidades o al mundo del bienestar y la salud (representan un 79 y un 72 %, respectivamente, frente al 55 % en las disciplinas ligadas al derecho, empresariales o administración), mientras que en aquellas vinculadas a las STEM (Science, Tecnology, Engeniering and Maths), «carreras muy ligadas al impacto en crecimiento económico, innovación y tecnología disruptiva, están infrarrepresentadas al constituir únicamente un 12 %». «Pero es ahí donde deberíamos empujar para que realmente juguemos en primera en desarrollo del talento e innovación. Hay que actuar desde la educación, porque las mujeres tenemos muchas capacidades en esos terrenos», dice.

El problema, apunta Isabel, es que «muchos de los estereotipos» que se ven al asociar determinadas carreras con hombres o mujeres ya existen en niños. «Hubo un experimento en el que pidieron a unos niños que dibujaran un piloto, un médico... Todos pintaron un hombre. Lo maravilloso fue que luego los llevaron a mujeres piloto, médicas... para mostrarles que ellas también pueden hacer eso. Creo que en el caso de las ciencias a veces faltan más modelos para mostrar a los pequeños». No solo eso. Isabel destaca la importancia del «liderazgo», porque hoy en día «para muchas mujeres llegar hasta ahí es todavía un techo de cristal. Hay que motivar a las niñas con modelos para que vean que pueden llegar a donde se propongan». Y recuerda otro potencial femenino. Las neuronas espejo que les permiten «empatizar más».

Porque aunque a muchos les parezca que el discurso de la igualdad real esta superado en terrenos como el universitario, no lo está. Carmen acaba de graduarse y ha vivido con el estigma desde que tuvo claro que quería dedicarse a la física. Pero más que ponerse freno por los comentarios, lo que hizo fue convertir algo tan misterioso como los agujeros negros en objeto de estudio. No duda al asegurar: «Continúa habendo estigma, crieime co estigma. Aínda hoxe cando lle preguntan á miña nai: “Que estuda a túa filla?” e o di, a xente continúa sorprendéndose».

Diferente por ser mujer

No solo nota diferencias en eso. Lo más extraño es que sus propios compañeros la trataron diferente por ser mujer. «Na miña experiencia na carreira nunca tiven problemas cos profesores polo feito de ser muller, en cambio vina cos compañeiros e iso preocúpame porque é xente moi nova», dice. Más que nada le preocupa «o retroceso que se está experimentando nese eido con respecto a uns anos atrás». «A miña nai é mestra e leva 20 anos no mesmo instituto, e observa cousas en rapaces de 12, 13 ou 14 anos que antes non vía», dice.

El apoyo de la familia aderezado con toneladas de tesón es fundamental para blindarse. Lo sabe Silvia, criada en el seno de un hogar de mecánicos de A Pastoriza, que trabaja rodeada de hombres en un sector como el del automóvil, donde la presencia de mujeres no es aún más que una excepción. «No sector do automóbil é complicado atopar mulleres, sobre todo nun taller. En xeral, é un campo no que, de atopar un home, cólleno antes que a unha muller, polo tema das baixas de maternidade. Hai que cambiar a mentalidade», dice. El hecho de que la miraran con otros ojos por tratarse de una mujer lo observó cuando fue a competir a Madrid. «Era a única. Cheguei alí e como era unha muller parecía que non contaba, non me valoraban. Estiveron competindo sen fixarse en min, pero despois levaron unha sorpresa», recuerda. Y tanto. Ganó. «Os homes non son tan detallistas nos acabados, na limpeza, na orde. Caíalles algo e comentaban: “Bueno, xa o recollerán”. Son esas cousas ou detalles que nos contaban moito e eles non tiñan en conta. Alí só me falaron dous rapaces, para o resto non estaba».

Igual que para Silvia el hecho de ser detallista es un valor que juega a su favor, el conocer como mujer el esfuerzo que han de hacer las mujeres en entornos rurales para conciliar le ayuda a Mayra a la hora de gobernar en la distancia corta. «Dende o Concello establecemos programas de conciliación e marcamos uns baremos para que as familias que o precisan sexan as primeiras en acceder ao servizo. Pero máis alá da parte que nos toca como Administración en educación, que é fundamental, tamén o é no momento de educar en valores o papel da familia, e iso estase perdendo. Pode que por iso haxa máis machismo agora nas aulas que cando na miña época de estudante», dice, porque ese es otro asunto que también le preocupa. Y mucho.

Pero todas estas mujeres quieren cambiar las cosas dando un empujón desde terrenos tan diversos como el mundo de la investigación, la empresa, la educación, la Administración pública, la ingeniería, la música, las Naciones Unidas e incluso desde un sector muy masculinizado todavía, como es el del automóvil.

Quieren que la sociedad se dé cuenta de lo que las mujeres pueden aportar al crecimiento de Galicia. Porque, como observa Patricia, «el papel de la mujer ha sido más orientado a esa capacidad de gestionar equipos, de dialogar, a esa parte más emocional. Quizá porque desde nuestro cerebro primitivo arrastramos muchos de esos talentos. La mujer era la que se quedaba al cuidado de los hijos mientras el hombre cazaba, era la que negociaba con ellos, se encargaba de la comida, el hogar... No dejan de ser talentos innatos que tienen las mujeres, y son un valor innegociable en un mundo empresarial porque al final todos trabajamos en equipo, tenemos que ser flexibles, proactivos, negociar con nuestros compañeros, con clientes, con proveedores, y eso se refleja en la educación, y ya lo está reflejando». En esa línea se expresa Isabel, para quien debería ponerse «más en valor esa capacidad de diálogo, empatía... para colaborar en la sociedad».

Concluyen que un arma fundamental para cambiar las cosas en general es la educación en casa. Y, como espera, Isabel, «aunque cualquier intento de promover la igualdad efectiva muchos hombres lo califiquen de feminazi por una mera cuestión de amenaza, dado que probablemente muchas de las actitudes machistas que vivimos son una reacción a lo que entienden como una amenaza, hay que educar a los niños en feminismo. No es malo, porque el feminismo es buscar la igualdad de todos, tanto de hombres como de mujeres. Cuando vean que eso no es una amenaza, puede que esos comportamientos machistas vayan desapareciendo».