Lolo Andrade incorpora la polvora en la lucha contra la avispa asiatica, como metodo mas eficaz y ecológico
28 ago 2018 . Actualizado a las 14:01 h.Estamos en Brives, Cambre, municipio que se disputa con otros pocos el dudoso honor de ser la capital gallega de la velutina. Aquí, los servicios de emergencia dedican el ochenta por ciento de su trabajo a retirar nidos de este antipático insecto. El que nos ocupa ahora está a una altura de 18 metros. No es muy grande, pero está bien asentado en un frondoso castaño. Dos hombres se disponen a neutralizarlo con un sistema de momento único en España y que solo se está utilizando en este concello. No es nada sutil, desde luego, pero es extremadamente efectivo: «Se trata de colocar un explosivo dentro del nido y hacerlo estallar», explica Lolo Andrade, probablemente uno de los técnicos que mejor conoce a la avispa asiática. Desde hace cuatro años desarrolla este sistema que ya está homologado por el Ministerio de Industria y que pronto podrá ser usado por otros concellos, incluso por otras comunidades autónomas que ya han mostrado su interés.
Mientras Miguel y Lolo montan la pértiga, las moradoras del nido empiezan a mostrar ya inquietud. La punta está cerca del objetivo y las velutinas se temen lo peor. Pero aunque conservaran algún tipo de memoria genética, no tienen ni idea de lo que se les viene encima. Esta vez, ni siquiera hace falta clavar el explosivo dentro del nido. No es demasiado grande. Así que los técnicos toman distancia, hacen sonar un silbato tres veces y ¡bum! el petardazo volatiliza el nido y todo lo que había dentro: «Es un sistema ecológico, porque evita el veneno; hace desaparecer el nido, con lo que no se vuelven a producir avisos en ese árbol, y es muy efectivo», explica Andrade. Y barato.
Media hora antes, el operativo estaba en otra vivienda del mismo concello. Allí, en Brexo, Javier, de 38 años, todavía estaba un poco nervioso después de recibir el día anterior una serie de picaduras de las avispas que se le instalaron en el jardín. Se salvó porque tiene el PAC cerca, pero miraba con inquietud hacia la esquina del pilón. Lolo se coloca el traje de intervención rápida y da una orden: «¡Entren en casa!». Javier y su mujer hacen caso y por una rendija ven a Lolo, armado con el espray, instrumento básico de ataque a las velutinas, rocía la zona. Y entonces
sí. El bicherío sale volando alrededor del técnico que se defiende creando una burbuja invisible de cipermetrina, el contenido del espray y auténtica kriptonita para el insecto más odiado de Galicia. Antes de morir, las velutinas intentan escapar. Si nunca han escuchado el zumbido de una velutina que pasa volando junto a su oreja, créanme, no quieren oírlo.
Pero ¿dónde está el nido? Nadie lo ve, pero Lolo lo sabe. Miguel trae un hacha del vehículo del Concello de Cambre y Lolo lanza un golpe certero contra un trozo de viga que se abre por la mitad. Y allí está el nido con las larvas agonizando. «¡Increíble!», dice Javier cuando se lo enseñan. No para estos técnicos que se pasan el día neutralizando nidos: «Yo los he visto dentro de un casco de una moto -dice Lolo- o de una zapatilla deportiva». Y enseña las fotos que lleva en el móvil.
En estos años, Emergencias y Protección Civil de Cambre, se han especializado en la avispa asiática. En verano retiran unos once nidos diarios de media. Y en otoño, en cuanto caiga la hoja, serán más; muchos más. En su sede tienen todo tipo de sistemas para luchar contra esta especie invasora: pértigas de todos los tamaños, esprays, trajes... pero lo más llamativo y, por lo visto, eficaz, es la artillería. Y no solo con petardos. El Concello de Cambre dispone de un arma adquirida en Estados Unidos con la que se entrenan los antidisturbios. Sirve para los nidos más inaccesibles y dispara bolas de paintball llenas de veneno. «Cógela, cógela», me dice Andrade. Pesa bastante y da miedo.
Cambre está atravesada por el río Mero, comparte el embalse de Cecebre y cuenta con una buena población de apicultores: el lugar que elegiría cualquier velutina reina para instalar su imperio. De ahí la proliferación de nidos. Andrade, que es el que mejor las mata cree que no hay mucho que hacer para erradicarla: «Ha venido para quedarse», asegura. Y arranca a por otro nido.