La Xunta no variará su norma sobre los deberes, que dependen de los centros

Sara Carreira Piñeiro
Sara Carreira REDACCIÓN / LA VOZ

GALICIA

M.MORALEJO

Las AMPA piden que las tareas se alejen de la repetición y estén coordinadas

28 dic 2018 . Actualizado a las 15:07 h.

La Ley de Derechos y Garantías de la Infancia y la Adolescencia de la Comunidad Valenciana que ha entrado en vigor esta semana ha vuelto a poner de actualidad los deberes escolares, que, dice, deben respetar el tiempo de ocio de los menores. Esta propuesta ya la recogía un texto aprobado en el Congreso de los Diputados y también la contempla la normativa gallega. De hecho, la Consellería de Educación explicó ayer que no variará de criterio sobre este asunto: «Desde xa hai tempo, Galicia conta cun marco claro de regulación das tarefas extraescolares. En virtude dun acordo parlamentario, no decreto do currículo de primaria indícase que os deberes deben quedar incluídos na programación xeral anual dos centros. A normativa subliña que, no caso do seu establecemento, terase en conta a progresividade de acordo coa etapa educativa, a adecuada conciliación da vida persoal e familiar e o respecto aos tempos de lecer do alumnado». La única y gran diferencia entre el articulado gallego y el valenciano es de matiz: mientras la norma gallega termina diciendo que se fomentará «a responsabilidade [del alumno] na formación e a súa autonomía, en liña cunha cultura do esforzo e do traballo», la norma valenciana habla «del derecho del alumnado al ocio, al deporte y a la participación en la vida social y familiar». La Comunidad Valenciana ha sido la primera autonomía en incluir en una ley estos términos, aunque ya antes los parlamentos de Madrid, Cantabria, Murcia o Canarias se habían pronunciado en ese sentido.

De 10 a 120 minutos

¿Y qué piensan los padres y profesores gallegos sobre esta medida? María José Mansilla, de la federación de familias de colegios concertados Congapa (Concapa a nivel nacional), cree que la normativa valenciana no dice nada nuevo y que una vez más se limita a sugerir. Recalca una frase en concreto: «Durante las etapas de educación obligatoria se procurará que la mayor parte de las actividades de aprendizaje programadas puedan realizarse dentro de la jornada lectiva». Y ahí radica la cuestión para Mansilla: «En educación no se puede cambiar una cosa sola, porque todo está relacionado. No creo que por ahora nos vayamos a librar de los exámenes, por ejemplo, y eso afecta a los deberes. Por eso nosotros abogamos por un cambio en el currículo y en la jornada lectiva, para que se optimice el tiempo en el centro». En cuanto a los deberes, Congapa no se opone a su existencia, pero con límites: «Nosotros proponemos que sean trabajos activos, como lecturas, murales o investigaciones, y que tengan plazos de entrega amplios». En los cursos bajos no se debería invertir, dice Mansilla, «más de diez minutos al día», para terminar la primaria con «un máximo de una hora», lo justo para tener hábito de trabajo. En la secundaria propone no pasar nunca de las dos horas.

Desde Confapa-Ceapa, la postura sobre los deberes es conocida, pues en noviembre del 2016 organizaron una «huelga» que se centraba en los fines de semana para alertar de la carga de trabajo de los niños pequeños.

Los profesores no suelen estar en contra de los deberes, aunque, como explica Julio Díaz (ANPE), «a xestión ten que ser eficaz, e non pasar de dúas horas diarias na ESO». Para conseguirlo, «hai que usar ben a ferramenta dos deberes, que pode ser boa se é ben utilizada: que lle fagan experimentar ao rapaz, que reforcen os coñecementos adquiridos no colexio e que sexan progresivos e compensados coa idade». Escapar de las repeticiones rutinarias es, para Julio Díaz, esencial, igual que coordinarse entre los docentes para que haya un equilibrio en las exigencias, medida que también pide Mansilla.

El interés de las familias decae con cada curso de ESO

Una tesis de la investigadora Bibiana Regueiro relaciona además malas notas y bajas expectativas parentales

«O acompañamento emocional dos pais conforme avanzan os cursos da ESO é menor». Esta es una de las conclusiones del estudio de la investigadora Bibiana Regueiro que le valió el sobresaliente cum laude con mención internacional para su tesis Metas académicas, Deberes escolares y Aprendizaje en Secundaria.

La investigadora de la UDC ya había trabajado en el análisis de los deberes que hacen los niños gallegos de secundaria, y ahora amplió su estudio al peso de la familia en este aspecto. Tras preguntar a 730 alumnos de A Coruña, Lugo y Asturias, la conclusión más contundente es que, al margen del rendimiento del estudiante, las familias van perdiendo interés en los deberes conforme avanza la ESO, o al menos eso es lo que perciben los menores. Decae el acompañamiento, el control y el apoyo. Este desinterés, destaca la investigadora lucense, es negativo porque se trata de una época decisiva en su formación. Deja claro eso sí que la asistencia «non debe ser física en ningún caso», es decir, «non se trata de estudar con eles ou axudarlles cos deberes», porque eso «hai que deixalo moito antes». Es más una cuestión emocional, como recordarles que las tareas «lles poden servir o día de mañá», o preguntarles si necesitan algo. Si el alumno no quiere hacer las tareas, hay que establecer normas como «que non pode saír ata que os fagan», pero nunca «insistir para que vaian ao cuarto ou ver se están co móbil». Este control es negativo para el desarrollo de los alumnos, que deben responsabilizarse de sus acciones. Regueiro incide en que una familia debería mantener el equilibrio entre dar autonomía al estudiante y estar pendiente de su evolución.

La otra conclusión del estudio es la vinculación entre falta de expectativas y malas notas. «Vemos que cando os fillos van mal as familias deberían seguir crendo neles, porque a falta de confianza no seu futuro fai que se sintan peor. Pero non ocorre». Relacionar las notas con éxito personal futuro es, dice Regueiro, un error habitual cuando los hijos tienen mal rendimiento, claro que también hay menos interés por el progreso académico y menos satisfacción por el resultado de su trabajo escolar.