Los impagos acaban en los juzgados, pero también los problemas de convivencia
16 ene 2019 . Actualizado a las 05:00 h.Llevan dos años en el garaje de un céntrico edificio coruñés. Son un Alfa Romeo y un Porsche Boxster. Fueron abandonados por su dueño y ahora el propietario de las plazas no puede deshacerse de ellos. Un caso de okupas de garaje que ha llamado la atención, pero que no es único entre las comunidades de propietarios gallegas. «Son un clásico, pero normalmente los coches quedan abandonados porque el propietario ha fallecido. Yo he llevado el caso de un garaje en el que unas personas entraban con furgonetas en plena noche y dormían dentro, en una plaza que se quedaba libre. En otro caso, se descubrió que vecinos con motos montaban circuitos de velocidad en plena noche por el sótano», dice Carmen Lavandeira, vicepresidenta del Colegio de Administradores de Fincas de Galicia. No es la única profesional que se ha enfrentado a algo así. «Es habitual que los vecinos aparquen en plazas que no son suyas. Saben dónde no hay coches. También es frecuente que las plazas se usen como depósito de todo tipo de materiales», dice el administrador Fernando Veiga Corredoira. Al despacho Lucus Lex le han llegado varias de estas consultas. «Este tipo de conducta puede ser constitutiva de ilícito penal, como coacción o usurpación de bien inmueble», explica la abogada Tania Marón. Complicadas situaciones, pero una más de las muchas que sufren las comunidades de propietarios. El ránking de conflictos lo encabezan los morosos y el ruido. Según el Consejo General de Colegios de Administradores de Fincas, más del 25 % de las comunidades los sufren. Ruidos motivados por el tráfico, pero también por vecinos o actividades comerciales. «Una de las frases más repertidas es ‘mis vecinos arrastran muebles de noche’. Siempre sale en las reuniones. A mí me han llegado a decir que un vecino molesta a otro porque le escucha cuando orina de noche. También se reclaman casos de animales que se quedan solos y lloran», dice Lavandeira. «En una ocasión, en Marín, un vecino tenía montado un gimnasio en su piso. El ruido molestaba tanto a otro propietario que llegaron a las manos», dice el administrador Enrique Méndez.
«Una de las frases más repertidas es ‘mis vecinos arrastran muebles de noche'»
«Nos hemos encontrado con que un vecino demandó a la comunidad por un seto. Por lo visto, no cumplía con la altura que marcaban los estatutos», dice Marón. Y es que los administradores ejercen de mediadores hasta donde pueden. Algo que les obliga a estar en contacto con casos que rozan lo increíble, pero que son un mundo para la comunidad en cuestión.
«Los tendales también son fuente de conflicto. He mediado en un caso en el que una vecina le tiraba ácido en la ropa a los del piso de abajo para estropeársela. En otra ocasión, eran colillas lo que arrojaban. A veces se protesta por cualquier cosa. Nosotros podemos mediar, pero si no quieren solucionarlo, no hay forma», explica. Los expertos subrayan que los roces menos esperados acaban en los tribunales. «Sí, es cierto que se judicializan gran parte de los problemas. Intentamos alcanzar un acuerdo amistoso, pero depende mucho del asunto y de la intención de las partes. No es lo mismo un asunto relacionado con las molestias que genera una reforma que una reclamación a un moroso». Al cierre del 2016, en cuatro de cada diez comunidades del país había algún moroso. El 20 % eran impagos de bancos. «La morosidad se lleva a juicio. Es un proceso monitorio y es habitual. El problema es que hay pisos muy hipotecados y cuando se trata de embargar, no es susceptible de subasta. Nadie se lo va a adjudicar», apunta Veiga Corredoira.
Marcela Parga, experta en mediación cree que «llegar al juzgado nunca es buena idea. El problema suele ser de comunicación. Las Juntas no siempre se entienden como un lugar dónde llegar a un arreglo. Desde luego, si no hay más casos en el juzgado es por el coste. Un mediador no tiene las soluciones. Pone en comunicación a las dos partes para que lleguen a un arreglo. Y te aseguro que se escuchan como nunca lo habían hecho».
EL DIFÍCIL EQUILIBRIO ENTRE EL OCIO Y EL DESCANSO
«De noche es completamente imposible dormir»
Gladys Vázquez
Existe otro foco de conflicto que poco tiene que ver con las personas que viven puerta con puerta. Los locales comerciales también forman parte de las comunidades y no siempre la relación es cordial. «La vida de los vecinos se mezcla con molestias derivadas de la actividad económica. Mediar no suele ser fácil porque normalmente el negocio no está implicado o tiene vínculo con la comunidad», explica Enrique Méndez, administrador de Sic Galicia.
En sus manos tiene un caso de este tipo. Los propietarios de un edificio están en pie de guerra con un local de hostelería que está en el bajo. «Ese establecimiento tiene licencia de restaurante y nunca hubo problema. Ahora se ha reconvertido en tapería y la familia que vive justo encima no soporta el nivel de la música».
Los afectados residen en un céntrico edificio de Sanxenxo. «La comunidad es la que tiene que demostrar que hay demasiado ruido. Nos encontramos en plena reclamación judicial. Queremos que se aisle el local. Si finalmente pueden tener música, no puede llegar a molestar al piso de encima», dice Méndez.
La familia afectada lleva 30 años residiendo en esa vivienda y aseguran estar desesperados. «El nivel de la música afecta a toda la superficie del piso, pero especialmente a la habitación en la que dormimos. Dicen que el local está insonorizado, pero no es así. De noche es completamente imposible dormir», comenta la propietaria, que no quiere identificarse.
Otro vecino confirma que la situación es insostenible. «Se ha llegado incluso a las manos. Nos da la sensación de que quieren convertirlo poco a poco en un local de copas. Lo único que queremos es vivir en paz. La persona que regenta el local no para de decir en redes sociales que los vecinos la acosan. Les acusa incluso de haber sufrido daños en su propiedad. Entre ellos, que les cortaron los cables de telecomunicaciones. Los vecinos no paran de llamar a la policía. Incluso varias veces en la misma noche». Un clima de tensión con graves acusaciones que este periódico no ha podido confirmar con la gerencia del establecimiento.