El autor confeso de la muerte de Diana Quer se creyó más listo que la Guardia Civil intentando conocer la investigación con engaños que solo afianzaban su culpabilidad
30 abr 2019 . Actualizado a las 15:09 h.La mató, declaró a petición de la Guardia Civil, mintió, luego cambio de versión, y acabó negándolo todo para abrazar la estrategia del silencio. Tal vez pensó que así podía llevarse el secreto a la tumba. El siguiente paso lo dio ya detenido, 496 días después del crimen de Diana Quer: ubicó su cadáver en el pozo de una nave abandonada en Rianxo. Ahí, todavía esposado, aportó una nueva versión exculpatoria. Juró haber atropellado accidentalmente a la joven madrileña el 22 de agosto del 2016. Añadió que se asustó, de ahí que recorriera la comarca de Barbanza en coche con ella en el asiento del copiloto, tirara a la ría su móvil y escondiera, sin forzarla, el cuerpo en un pozo.
La imaginación y frialdad de José Enrique Abuín Gey, el Chicle, se pone de manifiesto en la cronología de la investigación del crimen de Diana Quer. «Su gran pecado fue creerse más listo que la Guardia Civil, lo que define a la persona y al delincuente», explicó el entonces coronel de la UCO, Manuel Sánchez Corbí. La Fiscalía tomó la palabra la semana pasada. Por la agresión sexual (constatada a 99 % en el último informe forense) y el crimen de la joven madrileña solicita prisión permanente revisable; por el intento de rapto de una chica en Boiro, 16 años de cárcel. Ambos relatos oficiales arrinconan aún más al autor confeso de la muerte de Diana Quer.
Al despiste
Tanteando. Abuín Gey, tres meses después de la desaparición, se pone nervioso. El 24 de noviembre del 2016 decide llamar a dos contactos en el Guardia Civil: «Mira, había dos o tres coches siguiéndome. El otro día era un Qashqai gris, gris tirando a negro, o algo así. Al día siguiente ya vi un Renault Laguna familiar». Así arranca la charla informal que supuso el principio del fin para el Chicle. «Estaban en casa, aparcados ahí delante», confesó intranquilo por teléfono antes de vaticinar el éxito policial que, efectivamente, acabaría protagonizando: «Eso está en todos los sitios [en referencia a la repercusión mediática del caso], pero, bueno, es una pena. Al final se va a saber quién fue, eso está claro».
Citación en Boiro
Primera versión. Poco después, el 30 de noviembre del 2016, José Enrique Abuín Gey expone su coartada en el cuartel de Boiro. El informe con la declaración lo resume así: «Sobre las 22.30 horas, aproximadamente, en compañía de su esposa, Rosario, y debido a la precaria situación económica que atraviesan, se trasladaron en el vehículo Alfa Romeo en busca de algún camión del que sustraer gasoil para surtir a su propio vehículo. Sobre las 3.00 horas deciden regresar a casa».
DETENIDO en Lonzas
Donde dije digo digo Chicle. El 30 de diciembre del 2017, ya detenido y sabiendo que su mujer, también arrestada, lo deja sin coartada, el Chicle empieza a hablar. Primero confiesa (así lo recoge el informe) que «salió de casa solo, pasadas las 22.30 horas; no recuerda qué ropa vestía, repostó 10 euros y se dirigió A Pobra; intentó robar gasoil en algún camión y no lo consiguió». Entró en el coche nuevamente, «arrancó marcha atrás y, según él, golpeó algo». Al bajarse, «encontró el cuerpo de la joven madrileña bajo el turismo». Lo introdujo en el turismo y desapareció hasta un punto cercano. «Deja el cuerpo sobre un seto de un metro y medio de altura, preocupándose de que no se vea nada». Abuín dice que regresa a casa, «carga el móvil y hace un arreglo en la parte baja derecha del coche, que se había soltado». Vuelve a por el cuerpo, lo introduce en el turismo, y se desplaza al puerto de Taragoña. «Deposita el cadáver sobre las 4.00 o las 4.15 horas, cayendo al agua sobre unos tres o cuatro metros y se dirige nuevamente a su domicilio».
Nueva versión
En la misma noche. A las pocas horas de declarar que todo respondió a un accidente fortuito, Abuín Gey se desdijo nuevamente. Ya de madrugada, y tras 36 horas detenido, llamó a los agentes que lo interrogaban en la Comandancia de A Coruña para confesar la ubicación del cuerpo. Ya en la nave de Rianxo, y mientras los buzos hacían su trabajo, él se destapa definitivamente al comentar que la metió en el coche y le ató las manos mientras daba patadas, luego la estranguló. Incluso se permitió declarar que si facilitó la localización del cadáver fue para «no perjudicar a la familia» de la víctima. Desde entonces, José Enrique Abuín Gey guarda silencio.
La Fiscalía
Relato oficial. Hace especial incidencia en la agresión sexual continuada que, asegura, sufrió la joven entre las 3.09 y las 4.09 horas de aquella madrugada. Aunque no lo cita, la aseveración se apuntala en la reciente ampliación de la autopsia, basada en un análisis estadístico-matemático que concluye al 99 %, que fue forzada. El Chicle lo desmintió siempre. De ahí que, por carta a su padres, asegurase que solo estaría 7 años en prisión. Sostiene que no será condenado por agresión sexual. La Fiscalía desmonta eso y que la muerte de Diana fuese por imprudencia: «Empezó a seguirla lentamente, acechándola hasta llegar al sitio más apropiado para abordarla con la finalidad de agredirla sexualmente, consciente de que nadie podría auxiliarla y cortándole el paso con su coche». También rechaza que la sentara en el asiento del copiloto para viajar a Rianxo: «Se abalanzó violentamente sobre Diana Quer reduciéndola por la fuerza [...] arrebatándole su móvil para que no pudiera pedir ayuda, al tiempo que la arrastró hasta su vehículo y la introdujo en el maletero maniatándole pies y manos con bridas y amordazándola con cinta adhesiva». La única coincidencia entre el relato de la Fiscalía y el aportado por Abuín Gey, cuando decidió colaborar temporalmente, pasa por la forma de consumar el crimen: estrangulamiento.
La denuncia por violación de su cuñada lo situó como sospechoso desde el inicio
Ni los antecedentes de Abuín Gey por tráfico de cocaína, ni la denuncia que presentó su cuñada, siendo menor de edad en el 2005 por una presunta violación, frenaron al Chicle. Dicha denuncia fue el extremo del hilo que los investigadores empezaron a seguir para resolver el crimen. Lo que Abuín Gey no sabía es que, aunque se archiva la causa judicial, el borrón en forma de antecedente policial, uno más, se añadía a su historial con un delito muy concreto que, de inicio, lo puso en el punto de mira gracias al olfato de la Policía Judicial de la Guardia Civil de A Coruña. El hecho de que en el 2005, al igual que en el caso Diana Quer, la coartada de Abuín fuese siempre su mujer, Rosario Rodríguez, hizo sospechar aún más. Máxime cuando las versiones aportadas inicialmente no encajaban, en el caso del Chicle, con las geolocalizaciones de su móvil aquella madrugada.