
Asesinatos, violaciones, investigaciones a aforados o conflictos sobre herencias y tierras. Casi todo cabe en la mesa de Civil y Penal del Tribunal Superior de Xustiza.
10 abr 2019 . Actualizado a las 21:16 h.Miércoles, mediodía. Miguel Ángel Cadenas, Juan Luis Pía, Fernando Alañón y Pablo Sande se sientan alrededor de la mesa. Falta José Antonio Ballestero, en comisión de servicio en el Consejo General del Poder Judicial. Todos son expertos magistrados de la Sala de lo Civil y Penal del Tribunal Superior de Xustiza de Galicia, de la sala de la última palabra. Es la última instancia en la jurisdicción civil, donde el derecho civil propio de Galicia es la estrella de la sala. «El derecho civil es el más civil de los derechos», apunta Pablo Sande García (Ferrol, 1955), el único miembro de la Sala de lo Civil y Penal que permanece en ella desde que se creó, en 1989. Sande es la memoria viva de este órgano judicial y es autor de un libro a modo de diccionario con referencias a más de mil resoluciones de la sala, que en materia civil solo recibe recursos de casación. Pero lo civil es solo una parte de lo que en esta sala se decide.
Sobre la mesa hay varios expedientes: una apelación penal, un recurso de casación civil, la demanda de nulidad de un arbitraje, una cuestión de competencia, un recurso ante un jurado... «Nuestras deliberaciones suelen durar poco. Cuando los asuntos llegan aquí ya vienen estudiados», dice Juan Luis Pía Iglesias (A Coruña, 1952), que presidió el tribunal que juzgó el caso Prestige en el 2013. «Si hay dudas, se plantean. Pero es fundamental que el ponente tenga bien fijado el hecho», explica Miguel Ángel Cadenas (Ourense, 1947), presidente de la Sala de lo Civil y Penal porque lo es también del Tribunal Superior de Xustiza de Galicia. Lo será hasta este jueves, día 11, fecha de su jubilación.
A esta sala llega de todo. De la jurisdicción penal recibe las investigaciones a aforados (miembros del Gobierno gallego, diputados autonómicos y jueces), los recursos contra las sentencias del tribunal del jurado y, desde el 2015, conoce también, como órgano de segunda instancia, de las apelaciones contra sentencias dictadas por las audiencias provinciales.
Ser el último en hablar supone una especial responsabilidad»
Lo que aquí se decide tiene enorme trascendencia. Los magistrados son conscientes de ello, sobre todo en materia civil. «No lo dude. Ser el último en hablar supone una especial responsabilidad, porque si hay error este queda sin margen de corrección», sostiene Fernando Alañón Olmedo (Madrid, 1963), que fue presidente de la Audiencia Provincial de Ourense entre los años 2005 y 2014. Pablo Sande añade más razones: «Tener la última palabra significa también que las sentencias que dictamos en materia de derecho civil de Galicia crean jurisprudencia, y de alguna manera crean doctrina y deben ser vinculantes para el resto de los órganos judiciales gallegos. Entonces, claro, es trascendente lo que aquí se decide».
«En todas nuestras decisiones hay siempre esa responsabilidad -asegura Cadenas-, lo que pasa es que a veces cuando hay otras instancias, puede corregirse un error. Aquí, en lo que respecta al derecho civil gallego, no hay posibilidad de corrección, aunque a veces sea subjetivo determinar que hubo error».
Cada vez se critican más las resoluciones judiciales. ¿Creen los magistrados de la Sala de lo Civil y Penal que la sociedad comprende lo que ellos deciden?
«De derecho todo el mundo habla, y se trivializa. Todo el mundo sabe», advierte Pablo Sande, que dice que trascienden los casos mediáticos, «pero el trabajo cotidiano, el día a día, solo le interesa a las partes implicadas. Sobre todo, en temas civiles». Y añade Cadenas: «Sobre todo se trivializa mucho en derecho penal, e incluso se incorporan aspectos que no son de derecho penal».
Casos mediáticos como el asesinato de Asunta o el crimen del parricida de Oza pasaron por esta sala del Tribunal Superior de Xustiza, que tiene otras dos: la de lo Contencioso-Administrativo y la de lo Social. Y de asuntos como esos se vertieron miles de opiniones, a favor y en contra de las decisiones de los magistrados. ¿Les gustaría explicarlas? «Ya lo explicamos en las sentencias. En ellas está todo. Pero muchas veces no se leen», afirma Pía. Está de acuerdo Pablo Sande, aunque con un matiz: «Reconozco que en algún caso sí me gustaría responder, pero evidentemente eso es inimaginable, porque no es nuestra labor. El juez habla en sus sentencias, y punto».
¿Es esa la soledad del juez? «El trabajo es solitario -admite Sande-. Estás tú elaborando la ponencia para exponérsela a tus compañeros. Estás ante tu asunto, estudiándolo, para poner una solución en común. Y eso sí que es un trabajo solitario».
«La realidad siempre supera a la ficción. Los malos son muy malos»
Los cuatro magistrados destacan la variedad de asuntos que entran en la Sala de lo Civil y Penal. Y dicen que no han perdido la capacidad de asombro, especialmente en materia penal. «La realidad siempre supera a la ficción. Los malos son muy malos», dice Juan Luis Pía, que reconoce que no deja de sorprenderse con los casos que llegan en forma de recurso a esta sala. «La maldad existe», confirma Alañón. «Nunca hay dos casos iguales. Ese es el atractivo del derecho. Si no, los casos los resolvería una máquina de inteligencia artificial», razona Sande. «Hablamos de treinta años de experiencia judicial. Ves asesinatos, homicidios, violaciones. Y nos seguimos asombrando», asiente Cadenas, que observa «una casuística interminable, y normalmente hacia peor».
Del caso Barreiro a los deslindes, los problemas de paso, las herencias y los pactos sucesorios
El derecho civil propio de Galicia tiene un lugar privilegiado en la Sala de lo Civil y Penal. «Es que el derecho civil es nuestra vida, contratamos, nos casamos, nos emparejamos, tenemos hijos, hacemos disposiciones patrimoniales... Eso es el derecho civil», señala Pablo Sande.
Una gran parte de las sentencias que salen de esta sala tienen que ver con esas decisiones que los ciudadanos toman en su vida diaria, como las sucesiones, la tenencia y posesión de las tierras, los montes vecinales y los pactos sucesorios, que son las herencias en vida que tanto están aumentando. Y todo eso está regulado en la ley gallega.
La sala de la última palabra no tiene lujos. La luz de la calle entra por una única ventana que ilumina unas estanterías llenas de libros de consulta, unos cuadros de pared y las dos banderas, la española y la gallega. En la mesa hay una lámpara de pie y los expedientes que se van a tratar. En ese discreto rincón del fastuoso edificio del Tribunal Superior de Xustiza se toman decisiones de gran calado. Y se discute sobre ellas. «En ocasiones podemos tener discusiones jurídicamente muy fuertes, y en cuanto acabas no pasa nada. Eso no trasciende al plano personal en absoluto», asegura Sande, que lleva 30 años en esta sala, por la que han pasado casos muy destacados. Uno de los primeros, en 1989, el del exvicepresidente de la Xunta, Xosé Luis Barreiro Rivas. Fue absuelto de prevaricación, con dos votos particulares en contra.
Los votos particulares
Pero eso no es lo habitual. Sande hace memoria y dice que en civil son escasos los casos en los que se formuló voto particular. Y lo mismo en penal. Pero cuando eso sucede es una situación normal en un debate jurídico. «El voto particular es una discrepancia intelectual, puramente jurídica. En Derecho hay que saber bailar la música que mejor suena, la toque quien la toque. Creo que el respeto ante la opinión de un compañero es clave, porque no es una cuestión personal. Tienes que tener capacidad para recapacitar y reconsiderar la posición».
El voto particular es una discrepancia intelectual, puramente jurídica»
Y añade Cadenas, todavía presidente de la Sala de lo Civil y Penal: «Es que además si tu postura es incompatible con la mayoritaria, a ti nadie te obliga a firmar la sentencia con un voto de conformidad, la firmas con un voto particular de disconformidad. Eso es una convivencia civilizada, y el que no lo entienda así no tiene cabida en la sala».