Abonado por la indignación y la sed de justicia, el Xardín do Recordo creado en homenaje a las víctimas se ha convertido en un exuberante oasis que da paz a los familiares de los fallecidos
28 jul 2019 . Actualizado a las 04:34 h.El Xardín do Recordo creado en memoria de las 80 personas que el 24 de julio del 2013 se dejaron la vida en el accidente de tren de Angrois no está en un parque o en una plaza de Santiago. No lo promovió la Xunta ni el Concello y estas son solo dos de las muchas anomalías que rodean a un caso que, seis años después, sigue suscitando más dudas que certezas y más preguntas que respuestas. El jardín fue una iniciativa personal y altruista de Gonzalo Rivero de Aguilar, que quiso que las víctimas de la tragedia tuviesen un espacio en los terrenos del Pazo do Faramello (Rois), del que es propietario. Y si en sus inicios se mostraba algo desangelado, el paso del tiempo le ha sentado de maravilla. Los árboles, las flores y las plantas han reverdecido exuberantes conformando un oasis en el que encuentran paz los padres, las madres, los hermanos y los amigos de los que se fueron.
En O Faramello llegan a su fin cada año los actos de homenaje por las víctimas de Angrois. En un jardín abonado y regado por la rabia, la indignación y la sed de justicia de la Plataforma Víctimas Alvia 04155 encuentran desahogo estos malos sentimientos, que se canalizan y se transforman en abrazos, besos y charlas de comprensión. De revivir la memoria de lo bueno que dejaron en sus vidas aquellos que fallecieron en aquel tren.
Compartir el dolor y saber que el sufrimiento propio es el que también padecen los otros es terapéutico. A las víctimas les hace bien hablar entre ellas, recordar a los suyos y desnudar los miedos y las tinieblas con las que han tenido que convivir estos años. Estos días juntos les reconfortan, y especialmente la visita al Xardín do Recordo del Pazo do Faramello. Entre sus árboles, las víctimas hacen una pausa en su lucha reivindicativa y se entregan tan solo a la paz de la memoria.
Este año, al margen de que la vegetación del jardín ya se muestra en todo su esplendor, la novedad ha sido la presencia de la unidad móvil del Centro de Escucha San Camilo. Una caravana en la que viajan Valentín Rodil y tres compañeros y en la que ofrecen sus oídos y sus corazones a todos aquellos que necesitan ser escuchados. «Cuando hay una tragedia, las personas tienen que pasar el duelo y nosotros les ayudamos escuchándoles», señala el psicólogo de esta institución en la que trabajan laicos y religiosos y cuyo proyecto está patrocinado por la Obra Social La Caixa.
En Galicia, el Centro de Escucha San Camilo cuenta con delegaciones en Pontevedra y Vigo y también intervinieron en Cambre tras el atropello mortal de seis personas que habían acudido al rali que se celebra en esta localidad coruñesa. En O Faramello han tenido una primera aproximación a las víctimas de Angrois, charlando con ellas de un modo informal, pero creen que el año que viene volverán con su caravana para asistir a todos aquellos que lo necesiten y quieran.
Es en el año que viene en el que las víctimas tienen puestas sus máximas esperanzas. Confían en que cuando regresen a Angrois se haya celebrado el juicio o, al menos, su fecha esté ya señalada. Pero, ante todo, esperan que no solo el maquinista se siente en el banquillo de los acusados y que a su lado estén los cargos del ADIF y de Renfe a los que también consideran culpables.