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El número de peregrinas supera al de peregrinos desde el año pasado
02 ago 2019 . Actualizado a las 05:00 h.Todos los caminos llevan a Santiago. También el de la igualdad. Cada año son más las mujeres que se calzan las botas y cargan la mochila para llegar al Obradoiro. De hecho, en el 2018 superaron en número a los hombres por primera vez, según las cifras de la Oficina del Peregrino.
Desde que se empezaron a recopilar datos en el 2004, el porcentaje de peregrinas siempre había rondado el 40%. Los únicos picos se dieron en el 2004 y el 2010, coincidiendo con el Xacobeo. De hecho, fue a partir del último año Santo cuando se disparó la cantidad de mujeres que ponen rumbo a Santiago. Entre el 2011 y el 2018 la participación femenina aumentó ocho puntos y pasó de un 42% a más de un 50%.
Miguel Pérez, representante de la Secretaría Técnica de la Asociación de Municipios del Camino de Santiago (AMCS), apunta que este aumento se produce en especial entre las peregrinas que llegan desde fuera de España. «Puede tener relación con que algunas de las asociaciones de amigos del camino extranjeras, como la irlandesa o la japonesa, tienen muchas mujeres en la junta directiva y muchas mujeres trabajando por el Camino. Para el extranjero, sobre todo si viene de lejos, el primer acercamiento con el Camino es a través de estas asociaciones. Este puede ser un factor que haga que las mujeres estén más presentes en el Camino y más confiadas para hacerlo», explica. «Aunque son de apreciaciones complicadas porque no hay un estudio realizado sobre este tema», recalca.
Pero este empoderamiento de las peregrinas es irregular a lo largo del año. En invierno el número de hombres duplica al de mujeres. Miguel Pérez aclara que durante esos meses el Camino es diferente: «Cambia la fisionomía del peregrino en general. Suele venir gente mayor, jubilados que tienen más tiempo. La mayoría son extranjeros procedentes de Europa. Aunque también hay un grupo importante de Corea del Sur, probablemente el más joven, ya que interpretan hacer el Camino como un paso a la vida adulta. Al principio venían fundamentalmente chicos, pero ahora vienen también muchas mujeres».
Los datos del primer semestre apuntan a un nuevo récord de participación femenina. Si en el 2018, de los 327.378 peregrinos, el 50,35% fueron mujeres, en junio de este año eran ya un 50,74%.
María Cembranos: «Cuando viajas sola intentas empoderarte, pero con precaución»
![María Cembranos en una de las etapas del Camino](https://img.lavdg.com/sc/gcnNnWDZ1pGI4Y79A5ZOd9hBv4M=/480x/2019/08/01/00121564671385070982716/Foto/IMG20190708WA0009.jpg)
María Cembranos salió se Sarria con unos conocidos, pero decidió continuar por su cuenta en la segunda etapa. «Estuve dos días sola y luego me encontré con un grupo de personas con las que hice mucha amistad. El Camino crea hermanadad porque compartes ese sufrimiento de caminar y caminar, el dolor de pies, de espalda... Tienes tiempo para hablar y acabas haciendo amistad con la gente», relata.
Considera que su experiencia fue dura, «pero muy positiva y cargada de superación personal». Cuando volvió a Valladolid, su ciudad, se lo recomendaba a todo el mundo. «Llegar al Obradoiro es un subidón porque sabes que lo has logrado», dice.
Aunque no vivió ninguna situación de riesgo, admite que en algún momento se sintió incómoda: «Cuando algún grupo se queda mucho tiempo detrás de ti o intentan mantener conversaciones de las que no quieres participar y siguen insistiendo... Lo típico que nos pasa a las mujeres».
María está dispuesta a repetir el viaje, pero en los meses de mayor afluencia de peregrinos y por una ruta común: «Cuando viajas sola intentas empoderarte, luchar y ser independiente. Pero siempre tienes que tener más precaución que un hombre».
Cristina Pirrello: «Me apunté al Camino porque quería retarme a mí misma»
![Cristina Pirrello junto a una compañera de viaje](https://img.lavdg.com/sc/q12b2SBxkrfbrblKF5llTjknjOU=/480x/2019/08/01/00121564671578505423776/Foto/IMG20190705WA0034.jpg)
Cristina Pirrello tuvo que coger un avión y varios buses para llegar a Santiago. Salió de Canarias con sus compañeros de clase para hacer el Camino desde O Cebreiro en septiembre del 2017.
«Me apunté al viaje porque, como no me gusta el deporte, quería retarme a mí misma y ver si era capaz», reconoce. Aunque aún era menor de edad, no tuvo miedo de calzarse las botas y dar el primer paso de un recorrido que la llevaba lejos de casa. «La verdad es que no lo pensé mucho», dice.
Pero en el camino siempre hay piedras y la suya llegó a mitad de trayecto. «Me vino fiebre y lo pasé un poco mal a nivel de salud», cuenta. «Pero en general la experiencia estuvo muy bien. Caminar, vivirlo con mis compañeros, almorzar y cenar todos juntos... Valió la pena».
Sobre el tema de la seguridad, reconoce que no tuvo problemas: «Todas las personas que nos encontramos eran muy simpáticas». Sin embargo, admite que no se atrevería «ni de broma» a hacer el Camino sola: «Me da miedo ir por ahí y que me pille algún tío». Tampoco le gustaría peregrinar en los meses de invierno, aunque fuese acompañada, porque «hay menos luz y anochece antes».
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