Tras el revuelo producido, Iberia la recolocó horas más tarde en otro enlace
30 ago 2019 . Actualizado a las 22:31 h.Silvia Pérez, una noiesa de 31 años y pendiente de un trasplante de riñón, se quedó en la mañana del jueves 29 sin poder volar desde el aeropuerto compostelano de Lavacolla después de que no le permitieran acceder al avión acompañanda de la máquina de diálisis peritoneal que debía llevar consigo.
La joven debía coger un vuelo de Iberia que la llevaría a Madrid, desde donde tomaría otro avión rumbo a Fuerteventura. Inevitablemente, tenía que llevar con ella el aparato médico, una máquina delicada que, según advertencia de los médicos y de los propios fabricantes, debía viajar con ella en cabina. «Me avisaron de que no solo no podía arriesgarme a perderla, sino que no podíamos correr el riesgo de que se dañase o se desprogramase», cuenta.
Por ello, antes de adquirir los billetes decidió pasarse por el mostrador de Iberia en Lavacolla y consultar las posibilidades. Allí enseñó la ficha técnica de la máquina, con su peso y tamaño (unos 20 kilos). Tras revisar el personal la documentación, se le indicó que sería posible viajar con el aparato. Ella, previsora, pidió que se incluyera en su reserva el dato de que viajaría con la máquina de diálisis.
Sin embargo, llegado este jueves el momentode volar, se encontró con las primeras reticencias en el mostrador de facturación. Tras una discusión, se facturó su maleta principal y se le permitió acceder a la zona de embarque. Allí se repitieron los problemas. La tripulación del vuelo le aseguró que era imposible que viajase con la maleta en cabina, que era demasiado grande, que no cabría ni en el pasillo. «No se molestaron ni en mirar la documentación que yo llevaba, se limitaron a decirme que si me lo habían autorizado se trataría de un fallo administrativo», relata la chica.
Así que en lugar de acceder a su asiento, Silvia tuvo que dar marcha atrás y volver a casa con su padre. «Impedimentos todos, solidaridad ninguna», resume sobre lo ocurrido. «Viajar con el aparato de diálisis no es un lujo, ya me gustaría a mí poder no llevarlo», añade la noiesa, que contactó esta misma mañana con Radiovoz para denunciar su caso.
Reacción de Iberia
Tras serle denegado el embarque, Silvia se dirigió al Hospital Clínico de Santiago, y allí contactó con un profesional de Alcer Galicia (una asociación de lucha contra las enfermedades del riñón). Desde esta entidad se hicieron gestiones de inmediato, que fructificaron en que pudiese embarcar por la tarde.
Pasadas las 15.00, la joven afectada recibía la llamada de una coordinadora de Iberia en Madrid. Aunque no le dio explicaciones sobre lo sucedido por la mañana, la informó de que estaban gestionando una autorización para que pudiese volar junto con su aparato de diálisis en el avión a Madrid de las 17:35. También se reubicó a la mujer en un vuelo de la tarde a Fuerteventura.
Silvia, que salió corriendo de nuevo hacia Compostela para coger el vuelo, está satisfecha por poder realizar finalmente el viaje y visitar Fuerteventura antes de su próxima operación de riñón, prevista para finales de septiembre. Sin embargo, mantiene su intención de presentar una reclamación por lo ocurrido. «Quiero que esto no se repita, que no le vuelva a pasar a nadie y que se normalice la situación de quienes necesitamos viajar con máquinas de diálisis u otros aparatos médicos».
Rafael Rodríguez, presidente de Alcer Galicia (la Asociación para la Lucha contra las Enfermedades del Riñón) confirmó que tanto esta entidad como Alcer España, presentarán una nueva reclamación formal para solicitar un protocolo que permita evitar que se repitan casos como el de Silvia. La organización también prestará a Silvia el apoyo que necesite para su reclamación personal.
Indicó incluso que hay aerolíneas que no admiten este servicio -Silvia, por ejemplo, rechazó volar con Vueling porque la obligaban a adquirir un segundo billete para su máquina de diálisis-. Iberia sí lo hace, pero la situación depende del personal que esté de turno, pues al no estar fijado un criterio, hay disparidad en la forma de actuar. El caso de Silvia no es aislado, aunque no hay muchos, admitió el representante de Alcer.
Rafael Rodríguez insiste en que ese aparato de diálisis no debe transportarse en la bodega del avión, porque podría verse afectada negativamente su precisión; además, el paciente renal crónico no puede exponerse a un posible extravío, pues eso le obligaría a acudir de inmediato a un centro de diálisis para recibir la asistencia y no siempre es fácil. Además, es una tecnología muy cara. La maleta en la que se suelen transportar es semejante a las utilizadas para viajar, pero excede el peso, y ahí surge el problema. La situación se agrava, según Rodríguez, porque no siempre las personas que se ven implicadas en situaciones como esta conocen sus derechos y piden ayuda, lo que en realidad supone que están desprotegidas.
Política de la aerolínea
En el apartado de preguntas frecuentes de la web de Iberia se señala que los equipos de diálisis pueden viajar gratuitamente «hasta un límite de peso de hasta 50 kilos, así como las provisiones de medicamentos precisas para las dosis de diálisis de dos días».
Añade que la aceptación de embarque no precisa de autorización «siempre que su uso en vuelo no sea necesario». En caso contrario, indican debe contactarse con SERVIBERIA para solicitar la correspondiente autorización médica. Silvia Pérez señala que precisamente su consulta previa a la compra de billetes fue relativa a la posibilidad de llevar el aparato consigo en la cabina, embalado y sin funcionar, debido a la extrema delicadeza de sus circuitos.