El temor a un nuevo retraso en la línea de alta velocidad añade munición a la campaña del 10N
27 oct 2019 . Actualizado a las 19:06 h.Es la última polémica que estalló en la política gallega: el temor a que el calendario del AVE que unirá Galicia con la Meseta sufra un nuevo retraso, que sería, como poco, el quinto. Fue el Gobierno gallego el que pulsó la alarma, después de que dos de sus miembros, el vicepresidente Alfonso Rueda y la conselleira Ethel Vázquez, fueran invitados en septiembre por el ministro José Luis Ábalos a probar la nueva línea en Zamora. Ni alta velocidad ni vía electrificada. Viajaron en un convoy diésel a 160 kilómetros por hora, cuando deberían hacerlo en uno electrificado. Ahí surgieron las sospechas de la Xunta, desmentidas desde el Gobierno central, que dan pie al último episodio de la gran mentira nacional que rodea a los plazos del AVE gallego, incumplidos tanto por el PSOE como por el PP.
La primera vez que hubo una fecha orientativa para este proyecto muy pocos la creyeron. La invocó Abel Caballero en 1988, siendo ministro de Transportes, que confirmó que el AVE llegaría a Sevilla en 1992 y a Galicia en 1993. Acertó al 50 %. Mucho después renació como un popularísimo alcalde de Vigo instalando 10 millones de leds en Navidad que, si en vez de luces fueran traviesas, el AVE gallego no llegaría a Madrid, sino a Varsovia.
Por el primer plazo oficial, sin embargo, hubo que aguardar al 2001, al protocolo que Álvarez Cascos firmó con Manuel Fraga para modernizar el tren gallego que fijaba el 2010 para finalizar la alta velocidad. Tras el Prestige, se confirmó la fecha y Cascos fue premiado con la Medalla de Oro de Galicia.
Con la llegada de Zapatero a la Moncloa continuaron las dilaciones. Ya lo advirtió su ministra de Fomento, Magdalena Álvarez, utilizando un ejemplo muy doméstico: «Los albañiles entran en casa, pero nunca sabes cuándo van a salir». Así que echó encima del AVE gallego un retraso de dos años más: el 2012.
Al llegar Feijoo a la presidencia de la Xunta, en abril del 2009, ya se palpaba que, en un contexto de crisis, el 2012 era algo irreal, así que se brindó a suscribir el pacto del Obradoiro con el ministro José Blanco para demorarlo todo hasta el 2015. Con la misma, y ya con Rajoy como jefe del Gobierno, Feijoo también le facilitó las cosas a Ana Pastor para lanzar la cuarta fecha, el 2018, e incluso una quinta con Íñigo de la Serna: el tercer trimestre del 2019 para que el tren circulara en pruebas y se pusiese en servicio en el 2020.
Lo último es que la Xunta esgrime ahora un informe certificando que no se podrá ir en AVE a Madrid hasta el 2021. Que el papel fuera difundido en la antesala de las generales del 10N es algo que irritó de manera especial al PSOE. Más incluso que la reclamación de los 700 millones de financiación o que el estatuto de la industria electrointensiva exigido por Feijoo como arma arrojadiza contra Pedro Sánchez.
El Gobierno socialista salió en tromba. El ADIF y el delegado del Gobierno en Galicia, Javier Losada, acusaron a la Xunta de manejar información «engañosa», mientras Gonzalo Caballero sostiene que no habrá «nin un segundo» de retraso. PP y PSOE siguen dando vueltas en la imparable noria de los plazos. Y, llegados a este punto, ya solo cabría citar aquella viñeta de las autovías de acceso a la Meseta que mostraba a San Pedro a las puertas del cielo. «¿Quién va?», preguntaba. «Los gallegos», respondían. «Pues esperad, que no se han terminado los accesos».