La madre de Diana Quer interpeló en varias ocasiones al presunto asesino de su hija
13 nov 2019 . Actualizado a las 14:37 h.Ni en la primera sesión del juicio por el crimen de Diana Quer quedó olvidada la batalla entre Diana López-Pinel y su exmarido, Juan Carlos Quer. La madre de la joven fallecida, que llegó a encararse en dos ocasiones con el autor confeso de la muerte de su hija, protagonizó también la polémica de la mañana a su llegada a la sede santiaguesa de la Audiencia Provincial de A Coruña.
Minutos antes de que comenzara la sesión, López-Pinel, que acudía como testigo, abandonó el edificio afirmando que se negaba a estar dos horas sentada al lado de Juan Carlos Quer. La batalla entre ambos se recrudeció de nuevo a principios de octubre, cuando la mujer denunció a su exmarido por una supuesta agresión en un garaje de Madrid. El padre de Diana replicó con una querella por injurias y calumnias, que su exmujer respondió en los juzgados de Padrón a principios de este mes con otra denuncia por violencia contra la mujer.
Tampoco evitó López-Pinel la polémica al comenzar con su testimonio, al asegurar al magistrado que no había tenido acceso al sumario. A partir de ahí, la madre de Diana Quer se centró en las preguntas de Fiscalía y de la acusación particular. Sobre lo ocurrido aquel fatídico 22 de agosto, afirmó que «sabía que algo malo había pasado». Al no encontrar a su hija en casa «perdí el norte, no era normal».
«No me morí de pena de milagro»
Momento emotivo
López-Pinel no pudo evitar el llanto cuando comenzó a describir a su hija. «Diana era bondadosa, buena, miedosa, precavida. Era un ángel», afirmó antes de romper a llorar. Fue a la pregunta de si era una mujer frágil cuando se dirigió por primera vez a Abuín Gey: «Lo sabrá su asesino, digo yo ¿verdad, Chiquilín?».
Tras recuperar la calma, reconoció que, al igual que su hija Valeria, ella también había sufrido depresión: «Todo el mundo que tiene hijos debería entender que es la peor situación que se le puede presentar a una madre. No me morí de pena de milagro».
«(Si era frágil) lo sabrá su asesino, digo yo ¿verdad, Chiquilín? »
Con una última explicación del trayecto que recorrían para llegar a casa cerró Diana López-Pinel su testimonio. Antes de que el Chicle abandonara la sala se dirigió a él con una última frase: «Mírame a los ojos, mírame a los ojos».