Los responsables de Industria, Infraestruturas y Facenda han cambiado su perfil para ser punta de lanza contra el Gobierno de Sánchez
14 dic 2019 . Actualizado a las 11:15 h.El 1 de junio del 2018 cambió algo más que el Gobierno de España. En esa aciaga fecha para el PP, la Xunta y el partido en Galicia también modificaron su estrategia de confrontación institucional y orgánica. El presidente Feijoo, su número dos en el Ejecutivo, Alfonso Rueda, y el secretario general, Miguel Tellado, soltaron la presa de las mareas locales -que ya estaban suficientemente asfixiadas- para echarle el diente al PSOE, el adversario listo que se llevó los frutos de ese trabajo en las municipales. Hasta ese momento, eran los únicos referentes que iban al choque de forma coordinada, una unidad a la que se sumaban media docena de diputados de reparto a los que les va la marcha por naturaleza en las redes sociales.
A pesar de que meses más tarde hizo retoques en el Gobierno, Feijoo insistió con los perfiles técnicos, zanjando cualquier interpretación sucesoria y manteniendo a su equipo al margen de las refriegas del día a día para que se puedan dedicar a lo suyo, que es gestionar. Seguro que entonces no contaba para el frente político con la ingeniera de Caminos Ethel Vázquez (Infraestruturas), a la que coyunturalmente se le unen el economista Francisco Conde (Economía) y el también economista y alto funcionario Valeriano Martínez (Facenda), dos que también se han puesto las pinturas de guerra para atacar a Pedro Sánchez y sus ministros, bien sea por la delicada situación de las industrias gallegas o por la deuda del Estado con Galicia.
Los tres han cambiado sustancialmente su tono grisáceo, casi transparente, por unas formas más combativas que son especialmente llamativas en el caso de Vázquez. No rehúye un roce con el delegado del Gobierno, ha sido la responsable de agitar las dudas sobre el calendario del AVE y ha vuelto a la carga contra los peajes de la AP-9. Representan un nuevo modelo de hacer política discrepante, porque al margen de que la razón les acompañe o no, evitan las frivolidades y siempre van con un informe por delante. Una rareza en la era de los zascas.
El apunte: la rebelión en Verín como mal menor
El PP da por buena la rebelión de Baltar y de algunos alcaldes de la comarca ante el cierre del paritorio de Verín. Es una de esas decisiones ejecutivas sin réditos políticos se mire por donde se mire, porque significa perder ahora o más adelante. Al menos, los que están al pie del problema podrán mirar a los ojos a sus vecinos tras haber retado a los jefes de Santiago.