Antonio Izquierdo Escribano: «El envejecimiento también es un éxito social»

Mónica Pérez Vilar
mónica p. vilar REDACCIÓN / LA VOZ

GALICIA

PACO RODRÍGUEZ

El catedrático de Sociología y experto en demografía recuerda que todas las sociedades aspiran a elevar su esperanza de vida

17 feb 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

Sociólogo, experto en demografía y exasesor de la OCDE, Antonio Izquierdo Escribano es capaz de ver la otra cara de la moneda al envejecimiento de Galicia para entenderlo como un éxito social. Sin embargo, no olvida que la caída de la natalidad choca con el deseo de muchas parejas gallegas de ser padres.

-¿Está empeorando el problema demográfico de Galicia?

-Primero tendríamos que llegar al acuerdo de si hay un problema demográfico. El envejecimiento en Galicia no es una novedad y también tiene una parte de éxito, primero porque no podría tener lugar sin una reducción de la mortalidad, y segundo porque cada vez más gente vive más años, y no hay ninguna sociedad que quiera tener una esperanza de vida de 40 años, todas quieren tenerla de 80 o más. En ese sentido, el envejecimiento es un éxito social.

-¿Y la parte negativa?

-El envejecimiento se resume en una fórmula: pocos bebés y vidas largas. Las vidas largas son positivas. Los pocos bebés no son positivos porque la gente no quiere tener pocos bebés. Si las parejas quisieran tener menos de dos hijos, no habría nada que objetar. El problema es que las parejas en toda Europa, y en Galicia también, quieren tener al menos dos hijos. Dicho de otro modo: lo que se quiere no es lo que se puede. Se quieren tener dos hijos pero no se puede tener más de uno. Con la emigración sucede igual. Si uno quiere irse, nada que objetar. El problema surge si te ves obligado a irte. Y en Galicia hay un déficit de fecundidad respecto de lo que se desea y un exceso de movilidad respecto a lo que se desea.

-Defiende que ese choque entre posibilidades y deseos es una cuestión económica...

-Completamente económica. Es la economía la que modela la demografía, no al revés. Entonces ¿qué haría falta para que la fecundidad se acercase más a la que se desea? Primero, un mercado de trabajo que ofrezca seguridad, y si no seguridad, al menos oportunidades. La estabilidad es fundamental, por eso las mujeres que trabajan en la administración pública tienen más hijos. Y también un mercado que ofrezca empleos dignos y bien pagados. Eso evitaría además la salida de emigrantes. Es el mercado de trabajo el que mueve tanto la fecundidad como la emigración.

-¿Es posible acabar con ese déficit de fecundidad?

-Si tuviéramos una administración pública que apoyara la fecundidad con medidas de conciliación, y tuviéramos una clase empresarial que ofreciera oportunidades de empleo, eso cerraría en parte el déficit de fecundidad. Pero por completo no se cierra en ningún país europeo porque también hay un cambio cultural que tiene que ver con hacer otras cosas en la vida, tener otras oportunidades... Pero el hecho es que sí se quieren tener hijos. El porcentaje de mujeres que no quiere está en un 5 o 6 %. Y sin embargo la infecundidad real está en torno al 20 %. Y hay un segundo déficit. El de quienes sí han logrado tener un hijo pero quisieran tener un segundo y no pueden. Solo con que esas personas que desean tener hijos, aunque no sean muchos, pudieran tenerlos, nuestro déficit de felicidad y por tanto de fecundidad sería mucho menor, porque felicidad como fecundidad empieza por f.

-Más allá de esa frustración en las expectativas personales, la baja natalidad provoca un problema de sostenibilidad del sistema de pensiones. ¿Puede la inmigración ser una solución?

-Sin duda, pero vuelvo a hilarlo con la economía. Nosotros no necesitamos inmigrantes, necesitamos cotizantes. Para eso tienen que tener empleo, y un empleo obviamente legal, no sumergido, que les permita cotizar. Necesitamos ciudadanía legal, sea de aquí o de fuera, y empleos dignos.

-Decía al principio que quizás el demográfico no pueda considerarse exactamente un problema.

-Voy a hacer un ejercicio profético que no debiera, pero quizá todo esto que lleva a tantas lamentaciones puede ser una oportunidad en las circunstancias actuales. Hay mucha gente que piensa que en el mundo hay más población que recursos, que somos ya demasiados. Un buen mensaje es que la población debe adecuarse a los recursos que ofrece en este caso Galicia. Y para eso no es necesario estar siempre creciendo. Además, la crisis ecológica y el cambio climático no se llevan bien con un crecimiento demográfico desorbitado. Sobran depredadores consumistas.