Balboa, con 290 habitantes, se transforma los fines de semana gracias a la llegada de los turistas gallegos
19 feb 2020 . Actualizado a las 20:11 h.Entre semana, la vida en el municipio berciano de Balboa es pacífica. Su población no supera los 290 censados, de los que el 60 % tienen más de 65 años y solo hay nueve niños, escolarizados en la vecina Vega de Valcarce (606 habitantes). Un paseo por el centro del pueblo (tiene otras 17 aldeas) sirve para constatar que hay más animales que vecinos: un mastín caminando lentamente, una manada de vacas y hasta un jabalí que se cruza con el alcalde: «É manso, veu con outros de Meira, dun cruce cun porco celta, e este quíxoo un veciño de mascota», explica Juan José López —39 años y regidor de Balboa (PP) desde el 2015— con un gallego perfecto: «Eu o castelán aprendino na escola».
Balboa, a 9 kilómetros del alto de O Portelo, en Cervantes, y a menos de 20 de Pedrafita, no solo mira a Galicia por su proximidad, sino como eje fundamental para su desarrollo económico. «O 80 % dos turistas que recibimos veñen de Galicia, especialmente da Coruña e de Lugo grazas á A-6, e cando rematen a autovía a Santiago, teremos un aeroporto a unha hora e cuarto», explica el regidor, quien destaca que los fines de semana Balboa se transforma y se llena de gallegos «atraídos pola tranquilidade, a gastronomía, a paisaxe, as rutas, o patrimonio, e sobre todo porque se senten como se estiveran na casa».
Es habitual ver sábados y domingos autocares de asociaciones de Galicia que llenan la gran palloza de Balboa, el reclamo turístico sobre el que pivota la vida social del pueblo, y desde el que se divisa el castillo (en reconstrucción) y Os Ancares, a los que se puede acceder por la parte de la ruta romana de la Vía XIX, que junto con Cervantes y colectivos lucenses acaban de recuperar.
El regidor berciano tiene tantas ideas en la cabeza como enormes limitaciones administrativas. Maneja un presupuesto de 250.000 euros que apenas le llega para pagar los servicios mínimos. No tienen funcionarios: «Son eu e dúas persoas que me manda o INEM». La adjudicación de la palloza y de un albergue son ingresos fijos. Por este motivo miman el turismo, como salvación para un modo de vida que se pierde: «A hemorraxia demográfica é en todas partes, pero polo menos deberían darnos os medios para manter uns mínimos servizos, porque ademais vivimos no paradoxo de que no rural nunca se viviu tan ben como agora pero á vez nunca houbo tan pouca xente».
Cuando se le pregunta si la solución pasa por unificar concellos pequeños o cabeceras de comarca, su discurso es claro: «Eso afórralles cartos ás administracións grandes pero prexudica aos veciños, que ven como os servizos lles quedan aínda máis lonxe. Non se poden facer políticas vendo só cuestións económicas e de viabilidade. Falamos de persoas». Y al igual que otros regidores de la montaña lucense, se lamenta de las dificultades que tienen para llevar a cabo proyectos: «Non se pode tocar nada, todo son leis e normas que nolo impiden, e podo entendelo, pero por favor, que nos dean alternativas, porque a xente do rural somos os custodios do medio».
¿Galicia o León?
Un tema de actualidad en el Bierzo es su encaje dentro de la comunidad de Castilla y León. «Se me gustaría pertencer a Galicia? É un tema delicado e hai anos pensouse, pero cremos que vai dar igual, porque ao final seriamos unha esquina para Galicia como somos agora unha esquina para León. O que se teñen que preocupar é de que as cousas funcionen ben no rural, porque somos os que dámos de comer. Habería que facer unha copia de seguridade das aldeas». Pero sí reconoce una cualidad de los gallegos: «No Bierzo sempre nos estamos queixando, vivimos en tempos ben coas minas e a industria, e hoxe hai terreos baldíos que se os pillan os de Murcia fan marabillas. En cambio, os galegos son máis emprendedores, choran pero á vez búscanse a vida con alternativas».
Aunque para Juan José (fue alcalde con Coalición por el Bierzo y ahora con el PP) el modelo rural a seguir sería el asturiano: «Alí tiveron claro que hai que regresar a un sistema mixto de ingresos, onde unha familia ten vinte vacas, unha casa de turismo rural, fan marmeladas, elaboran queixos e venden os froitos para industrias da zona que as manufacturan. Así, cando chega o turista, percibe un pobo vivo».
«Los gallegos son muy buenos clientes y muy comedores»
La gran palloza de Balboa, abierta como negocio de hostelería y centro cultural hace 26 años, acaba de ser adjudicada al mismo gerente que la gestiona desde hace cinco años, Miguel Corullón, de 40 años y natural de Toral de los Vados. Afirma que está encantado con los gallegos que le llenan el negocio los fines de semana y durante los diferentes festivales de música que se celebran cada año en Balboa y que congregan a miles de personas.
Junto con su pareja, y hasta ocho empleados en temporada alta, atienden un negocio que les obliga a tener hasta dos turnos de comida los fines de semana por la avalancha de visitantes, especialmente de Galicia: «Los gallegos son muy buenos clientes y muy comedores», explica Miguel riéndose.
En la palloza, además de la comida —tiene un amplio menú con productos del Bierzo y de Galicia, donde no faltan las castañas, el botillo, la ternera o los embutidos y quesos de la zona—, hay música y baile, que suelen ofrecen agrupaciones gallegas, como la vecina de Os Xardois de Os Ancares o de Arteixo, municipio coruñés con el que Balboa colabora desde hace cuatro años con festivales y magostos: «Estamos a traballar con Arteixo nun acto de irmandade», explica el alcalde, Juan José López.