
El investigador Francisco Prado-Vilar muestra a través de documentos los primeros intentos de enajenar el inmueble, alrededor del que se han vuelto a activar los trabajos para declararlo BIC
23 jun 2020 . Actualizado a las 05:00 h.«Un par de días después de mi visita a Madrid pude hablar con el Alcalde de La Coruña y preguntarle abiertamente qué pasaba con la casa de Cornide. Me contestó que sí la necesitaban y que no contásemos con ella». Así comienza la carta que Manuel Chamoso Lamas, comisario de la Primera Zona de Defensa del Tesoro Artístico Nacional, dirige al director general de Bellas Artes, Gratiniano Nieto, el 29 de marzo de 1962. En ella relata su frustrado intento de que el histórico palacete pudiese convertirse en sede del tan necesario Museo Arqueológico de A Coruña, ya que no podía «tolerarse que el abundante y notable material arqueológico que posee» la ciudad se esté «destrozando repartido por sótanos, buhardillas o despachos» del Ayuntamiento, y que «el Tesoro de Elviña permanezca más tiempo en el despacho del Alcalde».

Por los acontecimientos de los meses siguientes sabemos que la razón por la que «se le negó» a Chamoso la casa de Cornide fue porque las autoridades franquistas habían conseguido diseñar un subterfugio por el que circunvalar las trabas legales que impedían la «adjudicación de bienes que fueron del Estado al propio Caudillo». La operación consistió en organizar una subasta pública del inmueble para que lo adquiriese el empresario afecto al régimen Pedro Barrié de la Maza con la única finalidad de traspasarlo a Franco, como así hizo. Este plan surgió directamente del entorno del dictador, como demuestra una carta fechada el 1 de agosto de 1962, un día antes de la subasta, dada a conocer por los investigadores Carlos Babío y Manuel Pérez Lorenzo, en la que su secretario personal, Ricardo Catoira, escribe desde Meirás al subsecretario de Hacienda, Juan Sánchez-Cortés y Dávila, congratulándose por el éxito de la jugada: «Los señores están encantados porque han logrado el deseo de poder tener una casa en La Coruña».
A esta documentación se añade un expediente integrado por un simple folio sin fecha (datable, por otra carta, en noviembre de 1961) que se conserva en el fondo de la Comisaría de la Primera Zona de Defensa del Patrimonio Artístico Nacional en el Arquivo de Galicia, donde Chamoso Lamas da cuenta de los antecedentes inmediatos de aquella visita que realizó al alcalde en marzo de 1962 para preguntarle «qué pasa con la casa de Cornide», y revela que los intentos de enajenar el palacete a Franco habían comenzado años atrás. En su evaluación del estado y las posibles actuaciones a realizar sobre el inmueble, que en esos momentos pertenecía al Ministerio de Educación Nacional —organismo que lo había adquirido con la idea de instalar allí el Conservatorio, sin que finalmente se considerase adecuado para tal uso, permaneciendo abandonado— el Comisario escribe:
«Entonces el Ayuntamiento de la Coruña quiso adquirirla para regalársela a la esposa de S. E. el Jefe del Estado, y propuso una permuta con unos solares a cambio de ella, para que el Ministerio de Educación Nacional construyera en ellos el conservatorio. Se procedió entonces a la entrega de la casa del Ministerio de Educación al de Hacienda, tomando posesión de ella el Administrador de Propiedades y Contribución Territorial de esta provincia, el cual tramitó el expediente de permuta, que fue remitido a la Dirección General de Patrimonio del Estado con fecha 18 de febrero de 1960. Nada se ha resuelto sobre el asunto, pues, al parecer hay CIERTOS IMPEDIMENTOS, que imposibilitan la resolución… Sería pues conveniente enterarse del estado en que se halla el expediente de permuta, y, si esta no puede realizarse, es de urgencia que el Ministerio de Educación vuelva a reclamar la propiedad de la casa, en cuyos locales, se podía instalar convenientemente el museo arqueológico de esta ciudad».

Pero a Chamoso se le adelantó el secretario de Franco, Ricardo Catoira, quien había conseguido movilizar todos los resortes clientelares del régimen y sus tentáculos en la administración para superar aquellos «CIERTOS IMPEDIMENTOS» que habían «imposibilitado la resolución» dos años antes. Esta era la segunda vez que Chamoso tenía que plegarse ante las maniobras del entorno del dictador en su proceso de acaparación de bienes patrimoniales. Como revelamos en este periódico, el Intendente de la Casa Civil del Caudillo, Fernando Fuertes de Villavicencio, quien habría de ser a la postre albacea del testamento de Franco, aprovechó la ocasión de la Exposición de Arte Románico de 1961, para forzar a Chamoso a incluir en el catálogo las esculturas del maestro Mateo que pertenecían al Concello de Santiago —y que habían sido trasladadas a Meirás en 1955 en circunstancias oscuras— como «Propiedad de S. E. el Jefe del Estado» con la única finalidad de suplir la carencia de titulo de propiedad legal, o contrato de compraventa, que no podían existir porque habían adquirido la condición de bienes de dominio público, inenajenables a un particular.
Como si se tratase del cincel de un cantero retallando a golpes un bloque de granito, durante el régimen, «los deseos del Caudillo» tenían la capacidad de moldear los contornos del ordenamiento jurídico.
Francisco Prado-Vilar es investigador del Real Colegio Complutense de Harvard. @fpradovlr