Fernando Romay: «Estoy deseando volver a Galicia para abrazar a mi hijo»

GALICIA

Romay, en un parque en Madrid, donde ahora reside
Romay, en un parque en Madrid, donde ahora reside BENITO ORDOÑEZ

Si hay que bailar, se baila. Si hay que dar charlas a ejecutivos, se dan. El polivalente Romay se ha convertido en un rostro conocido más allá de un deporte, el baloncesto, con el que fue medallista olímpico. Tras el confinamiento, anhela volver a Galicia para ver su hijo Nacho

25 jun 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

El mundo, ese que en ocasiones se nos queda grande, ha sido siempre una talla más pequeña que él. Fernando Romay (A Coruña, 1959) dejó la ciudad que lo vio crecer para instalarse en Madrid y convertirse en jugador profesional de baloncesto. En 1984 alcanzó la medalla de plata en los Juegos Olímpicos de Los Ángeles. Y casi cuatro décadas después continúa ligado al baloncesto.

No obstante, su rol ahora se centra en la promoción de este deporte. «Es muy importante trasladar los valores sociales que puede tener el deporte a los que están empezando», dice. Precisamente, esa tarea la fomenta desde la Federación Española de Baloncesto. A través de campeonatos y de actividades lúdicas, Fernando Romay trata de trasladar a los jóvenes deportistas, y a los que no son tan jóvenes, los valores positivos que se esconden detrás del básquet.

Las experiencias que vivió gracias al baloncesto también han suscitado interés en el mundo de los negocios y de la empresa. Desde que finalizó su carrera profesional como jugador, ha dedicado su tiempo a impartir charlas en las que profundiza en cómo formar equipo y en cómo apreciar las características de liderazgo de las personas. Bajo el lema El valor de la diferencia, el gallego insiste en aprovechar esas cualidades que hacen a uno diferente para ponerlas a disposición del equipo. Ante todo, insiste en no tratar de ser igual a los demás y en trabajar esa diferencia para lograr ser más útil. «Yo, que soy distinto y en cualquier otra actividad podría parecer un problema, resulta que en el mundo del baloncesto es una ventaja. Eso es lo que intento trasladar yo con mis charlas: que las diferencias son ventajas estratégicas para llegar a los demás», explica.

Romay sigue muy de cerca el panorama del baloncesto de Galicia. «Hay muy buena base. Tenemos a dos jugadores arriba de todo como Jonathan Barreiro y Fran Vázquez». También está muy pendiente del deporte femenino y de la importancia que se le está dando. «Si ves los últimos Juegos Olímpicos, la aportación de la mujer en el medallero es lo que nos está salvando los muebles», dice.

La cara más divertida del gallego la pudimos ver en el programa Mira quién baila, en su primera edición en España. Y aunque por el momento no podremos verlo en ningún proyecto nuevo, Romay está abierto a todo lo que puedan plantearle. «Ejemplo de nada soy, pero si algo tengo es el afán por emprender en todo aquello que me pueda resultar, en principio, divertido, y luego, gratificante; me lanzo con los pies por delante a pisar charcos donde sea».

¿Y cómo ha pasado estos meses un gigante como él? Confinado, claro, asustado, muy preocupado por los suyos, pero también esperanzado. La pandemia lo pilló lejos de su hijo Nacho, que desde hace un tiempo reside, precisamente, en A Coruña. Ahora, superado el confinamiento, solo piensa en volver a Galicia y poder pasar dos o tres días en familia: «Estoy deseando volver a A Coruña y darle un abrazo a mi hijo», confiesa.

Fui

Medalla de plata en los Juegos Olímpicos de Los Ángeles en el año 1984

Soy

Miembro de la Fundación Española de Baloncesto