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Fernando García de Cortázar: «Yo no creo en el grito "hooligan" del "viva España" de algunos políticos»

Rubén Santamarta Vicente
rubén santamarta REDACCION

GALICIA

FERNANDO GÓMEZ

El historiador y escritor censura que se «desempolve a Franco» en plena crisis sanitaria y económica. Su última obra reivindica la historia y cultura de España frente a populismos de izquierda y de derecha

04 oct 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

Cree Fernando García de Cortázar (Bilbao, 1942) que reivindicar hoy España como nación, con su legado histórico y cultural «es más que necesario ante tanta frivolidad, y más cuando desde nacionalismos tan potentes como el vasco y el catalán dicen que no existe España». Esa argumentación la vierte en Y cuando digo España, su último trabajo, en el que repasa personajes y momentos de los que, dice, sentirse orgulloso.

—Sostiene usted que ni en la crisis de 1898, cuando se perdieron las colonias, había semejante desafección interna hacia España como ahora.

—Es así. Yo entendería que los intelectuales, la universidad o la cultura, no los políticos, salieran a reivindicar esta idea de España, que yo hago de forma emotiva, como hacían aquellos intelectuales de cambio de siglo, los de 1915, los de 1927 o los de 1898, que amaban España. Los de ahora no lo están haciendo. Yo reivindico un patriotismo cultural. Nos identificamos con España porque nos garantiza derechos y libertades individuales, y la democracia, pero también porque es la patria de Cervantes, de Velázquez, o de esa maravilla que es el Pórtico de la Gloria. De Góngora, Quevedo o Galdós. Hay una frase de Antonio Machado que viene muy bien para explicarlo: «Solo recuerdo la emoción de las cosas».

—A Machado ahora lo reivindican hasta Puigdemont y Torra...

—Esas cosas me hacen llorar de rabia, me sobrecogen. Es penoso porque a las generaciones de una cierta edad no nos hace da¤o, pero introducir esas ideas en jóvenes es gravísimo, no saben a qué patria pertenecen.

—Usted habla mucho de patria para referirse a España. También lo hace Podemos, sobre todo su líder, Pablo Iglesias. ¿Hablan de la misma patria?

—Yo diría que no. Esa izquierda no genera patriotismo, como sí podía hacer Azaña, que gritaba «Viva España» con total tranquilidad. Estos populismos de izquierda se llevan muy bien con quienes quieren destruir España. No se puede esperar nada de ellos.

—¿Y este PSOE reivindica la España que usted defiende, esa de la que enorgullecerse? ¿Lo hace este Gobierno?

—No, este PSOE no hace eso. Sí el anterior o el anterior. Este está acogotado por sus socios, busca aliados entre aquellos que dudan de España, y está formado por gente que tiene una idea de España que no es la del PSOE tradicional. No deja de ser llamativo que los grandes socialistas de los años 80 y 90 están totalmente fuera de este partido.

—Defender esa idea suya de España hará que muchos le llamen directamente facha.

—Ya llevo tantos años... Hace años se decía que no había extrema derecha en España, ahora tristemente la hay, pero es que yo ya decía que lo eran algunos nacionalismos, porque no les movía el pensamiento liberal, sino el totalitarismo. Los nacionalistas vascos y catalanes se permiten cualquier efusión sobre sus patrias inventadas, pero a los españoles no nos permiten que hagamos lo propio con la nuestra, que defendamos nuestros símbolos, nuestros grandes arquetipos, nuestros grandes personajes, desde el Camino de Santiago, por ejemplo. 

—¿Un partido como Vox ayuda a difundir una imagen positiva de España? Porque la suya es también una idea excluyente de país, no caben todos.

—La mejor respuesta que le puedo dar es que los gallegos son muy listos y no hay más que ver lo que ha pasado con el populismo de izquierdas y de derechas en las últimas elecciones [se quedaron fuera del Parlamento tanto Podemos y sus socios como Vox]. Yo no creo en el grito de hooligan del «Viva España» de algunos políticos, sino en ese país de Galdós. ¿Y cómo olvidar a Rosalía de Castro y sus Cantares gallegos? O a Emilio Pardo Bazán y Ramón del Valle Inclán, cuyas novelas marcan un hito en la historia de literatura española. Y Álvaro Cunqueiro, un clásico que casa a la perfección la excelencia literaria con la creación de mundos memorables.

—Dice usted que lo de las dos Españas es un cliché, que se ve en las tertulias de radio y televisión y en el Parlamento, pero no en la calle.

—Es que es así, el español busca un cierto acuerdo, no hay ese nivel de conflictividad, es mucho mejor el pueblo que la clase política. Estoy muy decepcionado con todos ellos, sobre todo en un momento como este. Cuando deberíamos estar todos centrados en superar la crisis sanitaria y económica, es dramático que se saquen proyectos sobre Franco y la memoria histórica. Esto de la memoria democrática es un instrumento tramposo contra la derecha, para que haya buenos y malos demócratas. Es una aberración que la política invada el terreno de los historiadores.

—Cualquiera va a pensar que está usted justificando el franquismo al oponerse a esa ley.

—Eso es el problema de quien no me conoce. En ninguno de mis 72 libros he reivindicado a Franco. Yo también fui víctima del franquismo, no tengo ninguna querencia hacia ellos. Pero habría que recordar que murió hace 45 años, desempolvarlo de nuevo...

-¿Hay algún personaje de la política actual española que esté ayudando a construir una idea de España en positivo?

-Como impresión general, la clase política española, como ya sucedió con la cultura, que ha bajado muchísimo, se ha degradado enormemente. Y por eso no me atrevería a citar a ninguno de ellos. En este último libro cito como figuras contemporáneas a Amancio Ortega o a Rafael Nadal, porque han ayudado a trabajar por España, a hacer que este sea un lugar más agradable. Esa es la España sacrificada.

—¿La imagen de Juan Carlos I es motivo de enorgullecimiento de España?

—Entiendo que para nosotros los historiadores ya entró en la historia, como artífice de la transición, él mismo se quitó poder, y ahí terminamos. Ahora bien, no es ejemplar lo que parece. Hay que tener en cuenta que no hay un gran sentimiento monárquico, los españoles tienen un sentido utilitario de la monarquía, y por eso en España no se mataban reyes, simplemente se iban cuando había problemas. Pero, en todo caso. estamos un momento grave porque no se trata solo de perseguir al emérito, sino de acabar con la monarquía, como ya expliqué en un artículo en La Voz.