Los arousanos detenidos con 560 kilos de coca se aliaron con el clan de los Balcanes
GALICIA
La Guardia Civil sitúa en Sudamérica a representantes de la organización gallega desplazados para negociar los alijos
06 abr 2021 . Actualizado a las 00:18 h.La operación Dinastía cumple todas las pretensiones de cualquier investigación contra la importación de cocaína por Galicia: una gran organización da terra desarticulada, y otra, extranjera, mutilada para seguir operando en la costa atlántica o cantábrica. A mayores, 650 kilos requisados y todo un entramado empresarial diseñado, presuntamente, para blanquear hasta el último euro ganado. La DEA de Estados Unidos puso el cascabel al gato hace meses. Vaticinó el envío de algo más de media tonelada de polvo blanco. Señaló a los mismos arousanos que el Equipo contra el Crimen Organizado (ECO) en Galicia de la Guardia Civil ya investigaba en Vilagarcía. Al frente, Gerardo Rial Iglesias, de 41 años; José Ángel Oubiña Rodríguez, también de 41 años; G.T.S., de 43, y R.R.R., de 34.
El trabajo de calle constató que Galicia sería, otra vez, la puerta de entrada. Un territorio que, a ojos del ECO, Rial y los suyos dominaban mediante un entramado logístico y empresarial de apariencia legal. La cortina de humo perfecta que, entiende también la Audiencia Nacional, les permitió actuar con un convencimiento de total impunidad y seguridad durante mucho tiempo. Incluso llegaban a Sudamérica, pero sin intermediarios. Gente desplazada por la propia organización, de máxima confianza para Gerardo Rial, tendría capacidad para adquirir personalmente portes a los bajos precios de allá, donde un kilo que puede costar 3.000 euros en las Rías Baixas alcanza sobre 28.000.
El departamento de relaciones internacionales de los arousanos llegaba por igual a Europa del Este. Los agentes constataron que, además de los implicados ya conocidos, surgían ciudadanos con nacionalidad serbia vinculados a una gran multinacional del crimen organizado en el Viejo Continente: el clan de los Balcanes, llamado a quedarse con una parte relevante de la cocaína enviada. Se trata de excombatientes militares de países del Este, los cuales contaban con antecedentes por delitos graves contra las personas y están considerados de alta especialización delictiva. Entre ellos figuraban los otros dos detenidos: P.P., de 36 años, y N.D., de 37.
El escenario no resulta nuevo en esta parte del mundo. La presencia de ciudadanos del Este en Galicia va a más desde hace años. Su ubicación geográfica sigue siendo el mayor activo. De ahí que muchos se instalen indefinidamente, ya sea tras salir de la cárcel o tras realizar algún trabajo. Profesionales del crimen organizado que, junto a Rial y su organización, se conjuraron para descargar la cocaína en algún punto de la costa lucense, ya en el último tramo de Ribadeo, antes de alcanzar Asturias. Evitaron la costa que mejor conocen, la ría de Arousa en particular o las Rías Baixas en general, siendo conscientes de la elevada y perenne presión policial.
Última fase
Organizar los preparativos para recibir el alijo implicó una especial contravigilancia. Sobre todo al moverse en coches. También los representantes en Sudamérica evidenciaron un gran dominio sobre las aplicaciones de mensajería encriptada para coordinarse con Galicia. Ahí empezó la fase final de la operación Dinastía. Con un objetivo claro desde el inicio, más allá de los 118 millones de euros en droga a confiscar. La prioridad pasaba por arrestar al considerado líder de los arousanos, Gerardo Rial, junto a José Ángel Oubiña Rodríguez y el medio millar de paquetes de un kilo de coca (algunos con el escudo del Manchester United en el envoltorio). La operación salió como se pensó. Cada objetivo ocupaba el sitio previsto y nada se desmadró. En parte, gracias al novedoso método aplicado. La monitorización permanentemente de cada investigado para saber su posición en todo momento que los agentes del ECO Galicia necesitaron para tenerlos ubicados.
La Audiencia Nacional ordena prisión para los seis acusados
El Juzgado Central número 3 de la Audiencia Nacional ordenó ayer el ingreso en prisión de los cuatro vecinos de O Salnés, y dos ciudadanos serbios, detenidos el miércoles en Ribadeo en el marco de la operación Dinastía. Los seis investigados, tras 72 horas en los calabozos de la Comandancia de la Guardia Civil de Pontevedra, pasaron a disposición judicial de manera telemática debido a la crisis sanitaria.
La decisión fue unánime para todos: los seis ingresaron por la tarde en el penal de A Lama en régimen provisional a la espera de saber cómo avanza la instrucción. También la investigación, ya que el secreto de las actuaciones sigue decretado y no se descartan nuevos movimientos. Fue determinante, a ojos de la autoridad judicial, el riesgo de fuga o de destrucción de pruebas. Basta analizar cómo fueron los siete registros para darse cuenta de que aún resta mucho trabajo por hacer.
Los inmuebles revisados están en Vilagarcía, Vilanova de Arousa y Caldas de Reis, así como las sedes de varias sociedades que la organización utilizaría como tapadera para desempeñar la actividad ilícita. Se intervinieron, además, vehículos de alta gama, medios de comunicación encriptada, dinero en efectivo, armas de fuego cortas y documentación relacionada con la estructura criminal desmantelada en Arousa. El despliegue policial contó con la presencia de varios agentes de la DEA en la operación iniciada el miércoles a mediodía en Ribadeo y finalizada, al abrigo del toque de queda, en Vilagarcía. Un detalle que evidencia aún más la relevancia de los objetivos policiales ya fuera de España.
Azúcar moreno
El clan de los Balcanes recibió otro sonado golpe en España a finales del 2018. Ocurrió en Barcelona y también a manos del Equipo contra el Crimen Organizado (ECO) en Galicia de la Guardia Civil. Arrestaron a su líder en la Península, Nenad Vincic, un bróker del narcotráfico que desde Barcelona enviaría alijos y más alijos de coca y heroína a su región de origen. La semilla de aquel trofeo policial surgió en una investigación de heroína (operación Azúcar Moreno). Un gallego y un albanés se movían, desde Poio, para gestionar una partida. El albanés, aunque en peldaños muy inferiores, pertenecía a la organización de Vincic y, sin saberlo, fue la mejor pista para llegar al gran jefe.