El alcalde de Vigo admite que es un mal cocinero y que le habría gustado estudiar música, aunque se defiende con la guitarra
08 dic 2020 . Actualizado a las 05:00 h.Realmente, Abel Caballero (Ponteareas, 1946), es un tipo bien simpático. Amable, gracioso, cercano, culto e inteligente, en una charla de media hora uno puede entender que se haya convertido en el alcalde más votado de España. Yo no sé si le votaría, pero si pudiera le haría una entrevista cada semana.
-Ha vuelto a encender las luces que le han hecho famoso en toda España, aunque este no es el mejor momento para las aglomeraciones.
-Sí, porque la pandemia afecta a todo. También a las Navidades y al propio concepto de la Navidad. Y las luces forman parte de ese concepto. Si se fija, todos los ayuntamientos están encendiendo luces, solo que nosotros lo hacemos mejor que los demás.
-Ja ja.
-Si se fija, encendimos Vigo y ocho horas después encendieron Nueva York.
-Los epidemiólogos no hablan muy bien de la actitud de los estadounidenses.
-Por eso yo hice seguridad covid mil por cien. El año pasado había en el encendido 150.000 personas. Esta vez le pedí a la ciudad que fueran viniendo progresivamente y solo invitamos cien personas. Tenemos las calles aforadas, 62 de ellas con control de personas y lo más importante es que cumplimos con la ilusión de los niños y las niñas. Y luego está el comercio, la hostelería... La gente lo agradece.
-¿Ya ha decidido con quién va a pasar las fiestas?
-Vamos a estar Cristina [su esposa] y yo. Antes lo celebrábamos con mi suegra, pero desafortunadamente falleció. Hablaré con mi familia y con mis amigos por teléfono y haremos alguna videoconferencia. Y sacaré la guitarra y cantaremos en casa.
-Sí, cada año interpreto un villancico en una televisión local. Este año cantaré Campana sobre campana y Noche de paz la tocaré con la guitarra.
-Es usted un hombre con muchas facetas. Militó en el Partido Comunista.
-Sí. Cuando volví de Inglaterra, en 1975, en la oposición solo estaba el Partido Comunista, casi, que era donde estaban mis amigos. Es cierto que, cuando vi como era aquello, entendí que no era el partido en el que tenía que militar y me vine al PSOE.
-Hoy en día, llamar comunista a alguien se utiliza casi como un insulto.
-Si son comunistas democráticos, para mí no es un insulto. Pero es un error inmenso.
-También tiene el título de oficial de Marina.
-Estudié Náutica en A Coruña y soy primer oficial. No tengo el título de capitán porque me faltaron horas de mar. Fue una etapa de mi vida en la que aprendí mucho y recordándola me produce estremecimientos.
-¿Por?
-Hombre, con 18 años te subes al puente donde hay 45 personas y una carga muy importante y en medio del Canal de la Mancha te dicen: «La siguiente boya de tres en uno aparece por allí y sigue el rumbo». Y te das cuentas de que tú mandas en aquello y que tienes que decidir. Y que no decidir es decidir. Eso me marcó, mi responsabilidad y mi criterio de la responsabilidad. También estuve en Suecia a 5 grados bajo cero, el barco se me quedaba congelado y me tuvieron que sacar con un rompehielos. Entendí que aquello no era para mí. Tan pronto me hice oficial, me fui a hacer Económicas y mi vida cambió completamente. Nunca más navegué.
-Y con lo que me he quedado a cuadros es con su obra literaria. Tiene varias novelas publicadas.
-Tengo cuatro y acabé dos más. Una está rodando por las editoriales y estoy acabando otra. Y tengo una petición de una editorial para escribir otro libro.
-Dormirá poco, para poder hacer tantas cosas.
-Duermo mucho. Me acuesto sobre las doce y media y me levanto a las siete y cuarto. Y duermo de un tirón. Cuando me doy cuenta ya es la mañana siguiente. Pero planifico bien mi tiempo. La clave para escribir es tener la cabeza libre. Toda la actividad intelectual tiene que estar concentrada en el libro.
-Pensé que igual lo hacía en vacaciones.
-No cogí ni un día de vacaciones desde hace 15 años. Doy al menos una rueda de prensa al día. A mí me gusta estar con los medios. Comunicar es una parte muy importante de la política.
-Tiene usted una edad, pero se le ve pletórico. ¿Está en su mejor momento?
-Sí, seguramente estoy en mi mejor momento. La edad es una actitud mental. Y yo no tengo actitud mental de tener mucha edad. Le dedico a esto fuerza, ganas, ánimo. Y me ayuda mucho que soy feliz haciéndolo. Y cuando eres feliz, tu capacidad se multiplica.
-¿Nunca piensa en dejarlo?
-Nunca jamás. Porque creo que la ciudad camina y veo que el esfuerzo tiene retorno. Y hay algo que no hay quien lo pague y es la gente mostrándote amabilidad en las calles. Te voten o no te voten. Eso te resarce de cualquier esfuerzo.
-Ha sido usted ministro, diputado, alcalde... ¿Cuál es su peor recuerdo en la política?
-Yo soy muy positivo. Los malos recuerdos los olvido pronto. Pero por citar un caso recuerdo, siendo ministro, un accidente que hubo en Cataluña: un tren arrolló un autobús que llevaba niños. Fue un dolor inconmensurable. La vida tiene momentos de gran dureza. Y la política no es distinta de la vida.
-¿Y el mejor?
-Le voy a citar algo que me dijo una señora en las Navidades pasadas. Me dijo: «Alcalde, estás haciendo muchas cosas buenas que traen economía y mejoran la ciudad. Pero lo más importante es que nos gusta a los de Vigo».
-¿Cómo se definiría en pocas palabras?
-Trabajador y con fuerza. Todo en mi vida fue trabajar.
-A todos les pregunto si son del Celta o del Dépor, aunque imagino que hoy no es necesario.
-Ja, ja.
-¿Barcelona o Real Madrid?
-Yo soy del Celta hasta la médula, pero mi segundo equipo es el Real Madrid. Paco Vázquez era del Dépor y del Barcelona.
-A veces le comparan con Paco Vázquez.
-Yo soy mucho mejor alcalde que él. Paco marcó carácter en España y yo lo cogí donde él lo dejó, por eso soy mejor que él. Aprendí muchísimo de su alcaldía. De Tierno y de Pascual Maragall, que son mis tres alcaldes de referencia.
-¿Qué tal se le da la cocina?
-Lo intento, le pongo bastante ánimo, pero debo decir que no tengo mano para la cocina. Cristina me ayuda mucho, porque es entretenido, pero no soy buen cocinero. En Nochebuena cocinaré yo.
-Entre villancico y villancico.
-Ja, ja.
-¿Qué hace cuando tiene tiempo?
-Cristina y yo paseamos mucho. Yo creo que la segunda persona más conocida de esta ciudad es mi mujer, que va con una libretita porque le dan encargos. Me gustaría hacer footing por la calle, pero no puedo, porque tendría que parar cada cinco minutos, así que corro en una cinta viendo la tele. Intento leer y dedico mucho tiempo libre a escribir. Poesía, también. Escribo mucha poesía. Y me gusta mucho el cine y el fútbol; a mí me encantaría ser entrenador de un equipo.
-¿Cómo era de pequeño?
-Jugaba mucho, corría mucho. En las carreras siempre ganaba y llegaba a clase sudando como un energúmeno.
-¿Tiene alguna vocación frustrada?
-Me hubiera gustado ser un buen futbolista. Jugaba, pero como era miope arrancaba la jugada más tarde que los demás, ja, ja. Y me habría gustado haber estudiado música.
-Al menos se defiende con la guitarra.
-De forma autodidacta.
-Su sobrino Gonzalo dijo en esta página que nunca se había tomado un cubata. Y que usted, prácticamente, tampoco.
-Yo soy prácticamente abstemio. Igual un día una cañita. Durante muchos años no tomé nada de alcohol y ahora casi no lo pruebo.
-¿Se arrepiente de algo?
-De muchas cosas, pero no las voy a decir. El que no se arrepienta de muchas cosas, está mintiendo. O es limitado.
-A ver a quién le acepta una cena de estas cuatro invitaciones: Isabel García Ayuso, Inés Arrimadas, Irene Montero o Corina Porro.
-De estas cuatro a Inés Arrimadas.
-Una canción.
-Bohemian Rhapsody, de Queen. La escuché por primera vez cuando estudiaba en Cambridge. En la radio. El single fue el disco más vendido aquella semana, Y la siguiente, y la siguiente y la siguiente. Y así hasta 57 semanas. La toco en la guitarra y la canto porque es una canción extraordinaria. Es ópera pura.
-¿Qué es lo más importante en la vida?
-En la vida estamos para ser felices y hacer felices a los demás.