El joven que, sin quererlo, apuntaló la lucha de las madres coraje de Galicia

E. V. P. VIGO / LA VOZ

GALICIA

Carmen Avendaño, en el centro, en una manifestación durante un juicio en Cambados en 1998
Carmen Avendaño, en el centro, en una manifestación durante un juicio en Cambados en 1998 XOSÉ CASTRO

Érguete llora la muerte de Abel Cagiao, el hijo de Carmen Avendaño

15 feb 2021 . Actualizado a las 21:38 h.

«Mira, yo tengo cinco dedos, y esos cinco dedos sois mis hijos, si me cortan cualquiera de ellos me duele igual, pero uno es un dedo defectuoso y hay que tratar de enderezarlo», relataba Carmen Avendaño en una entrevista con La Voz en el 2011. La presidenta de la asociación Érguete dejaba muy claro que sus hijos eran el motor de su vida y de su lucha por un mundo mejor, aunque dos de ellos habían requerido una atención especial porque habían caído en la droga. Fueron Jaime y Abel Cagiao. Este último era el más joven (50 años) y falleció el jueves tras luchar tres meses con una neumonía que se complicó. Érguete lo cobijó cuando él cayó en la droga y le ayudó a salir. Abel fue el aldabonazo, la prueba de que había salida.

Una vez, Avendaño explicó lo que ocurrió con la droga: era algo nuevo, nadie entendía su espiral de peligro. Cuando los tribunales y los activistas comprendieron el brutal mecanismo de la enfermedad, una generación entera había caído. Allá por los 80, cuando la heroína explotaba en las calles, y nadie sabía qué era ni qué pasaba, su segundo hijo, Jaime, enfermó de adicción. En casa no lo entendían. No sabían cómo ayudar ni cómo actuar. Buscaron información, y al poco, encontraron a un grupo de padres y madres de Vigo y su área con hijos con problemas con la heroína.

Allí, Carmen encontró amigas y personas que la entendían: estaba Fina, su alma gemela, el incansable Ballesteros, y Dora Carrera, actual vicepresidenta de la Asociación, que perdió un hijo por las drogas, pero que nunca se rindió. Juntos, con Carmen como portavoz, decidieron formar la Asociación Érguete para darle una salida y una esperanza a las familias afectadas por las drogas. El proyecto vio la luz en octubre del 85, y en su seno muchos de los hijos de estas madres coraje se curaron y normalizaron sus vidas. Entre ellos, Jaime, quien tiene su vida recuperada.

En los años 90, Érguete creció, y cada vez había más familias implicadas en la lucha. Sin embargo, la heroína volvió a aparecer en la familia. Su hijo Abel se enganchó. «Yo cerraba los ojos, no me lo quería creer, decía: ‘‘No, tengo la mente distorsionada de trabajar con esta gente. ¡Qué va!’’. Pero las pruebas eran evidentes. Cuando se enganchó a la heroína, pensé que no iba a soportarlo, ahí sí me derrumbé totalmente», se lamentaba Carmen en el 2011.

Parecía que la lucha, el sufrimiento, no se iba a acabar nunca. Avendaño explicó ese paso atrás por un trauma en la mili de su hijo cuando vio cómo le explotaba una bomba a un teniente y saltaba por los aires.

El problema de Abel, por suerte, apareció con Érguete ya constituido y con profesionales del trabajo social entre sus filas. Fue difícil, pero con la perseverancia de todos, y con su fuerza de voluntad salió poco a poco de la adicción. Su madre siempre lo acompañó en el trayecto. Su lucha también era por él. Érguete llora la muerte porque fue el refugio de ese hijo en los años malos.

Con el tiempo, Abel consiguió normalizar su vida, ser feliz, y trabajar por un mundo mejor como soñó su madre. En los últimos años, trabajó en Cormo Integral, una empresa de integración laboral especializada en jardinería. Como los demás hijos de Carmen, Abel ayudó en Érguete. Hace tres meses, una infección en el pulmón se complicó y su vida se apagó. Adriana Ozores, que hizo el papel de Carmen Avendaño en la película Heroína, escribió ayer en Twitter el pésame, colgó el enlace a la noticia de La Voz y le mandó ánimo a la madre coraje viguesa.