La falta de acuerdos vuelve a ser el principal punto débil del Parlamento
06 ago 2021 . Actualizado a las 05:00 h.Mañana se cumple un año de la constitución del Parlamento gallego, que permaneció seis meses disuelto debido a la pandemia y al aplazamiento de las elecciones. Y en este período se consiguió recuperar buena parte del tiempo perdido al registrar una de las etapas con mayor actividad de la historia autonómica. El último curso fue especialmente prolífico en la producción de nuevas leyes, con un total de quince aprobadas, lo que situó la Cámara de O Hórreo a la cabeza de los parlamentos autonómicos en cuanto al número de reuniones y tiempo destinado a los debates.
En los últimos doce meses, la Cámara gallega celebró 335 reuniones, de las que 24 fueron sesiones plenarias, normalmente en un promedio de dos por mes. Al PP, la delegación mayoritaria en O Hórreo, le gusta presumir de que el hemiciclo galaico es el que más tiempo dedica de España a los debates en pleno, en total 331 horas y 20 minutos, frente a las 268 horas destinadas por el Parlamento de Andalucía en el mismo período, las 259 horas del vasco, las 227 del catalán o las 205 de las Cortes Valencianas.
Entre las quince leyes aprobadas figuran proyectos que ya habían sido tramitados en la legislatura anterior, pero que decayeron debido a la convocatoria anticipada de las elecciones. Es el caso, por ejemplo, de la Lei de Pesca Continental, la de Ordenación do Territorio, la de Museos o la Residuos e Solos Contaminados de Galicia, y en parte también la de Impulso Demográfico, que tuvo una fase previa de elaboración en la etapa anterior.
A estos se sumaron proyectos de nuevo cuño como la Lei de Orzamentos de la Xunta para el 2021, con la correspondiente ley de medidas fiscales de acompañamiento, así como la de Recuperación da Terra Agraria, la de Acción Exterior y la de Simplificación Administrativa.
En el listado se incluyen también proposiciones de ley tramitadas a instancias de los grupos políticos, como la reforma de la Lei de Saúde, propuesta por el PP, o las dos aprobadas a instancias del BNG para regular la violencia vicaria contra la mujer y garantizar la igualdad de género en las carreras de la investigación científica. Asimismo, figura la ley sobre la creación de la Universidad Intercontinental de la Empresa, ligada a Abanca.
Sin apenas acuerdos
Uno de los aspectos que salta a la vista del balance del primer año es la escasez de iniciativas aprobadas con el acuerdo de las diferentes fuerzas políticas. Ninguno de los proyectos de ley impulsados por el Gobierno de Feijoo o por el PP en el último año contó con apoyos en la bancada de la oposición. Lo máximo que consiguieron fue la abstención del BNG en el texto que regula la acción exterior de la Xunta, así como la del PSdeG en la de Recuperación de Terras Agrarias.
Es más, los ejemplos escasos de textos aprobados por unanimidad fueron impulsados por la oposición, como son el de violencia vicaria o el de igualdad real entre hombres y mujeres en el ámbito universitario, promovidos ambos por el BNG.
Eso le ha valido al portavoz del PP, Pedro Puy, para manifestar que la mayoría parlamentaria «é dialogante, aceptando moitas iniciativas da oposición, pese a que moitas veces BNG e PSdeG non aproveiten este diálogo». La bancada izquierda acostumbra a denunciar el «rodillo» con el actúan los populares, si bien el 41,9 % de las proposiciones no de ley que prosperaron fueron promovidas bien por el BNG o el PSdeG, con el voto favorable del PP.
Once escaños cambiaron de manos, casi todos para asumir cargos en la Administración autonómica
En estos doce meses de legislatura, ha habido diputados autonómicos que tuvieron que renunciar al escaño debido a las incompatibilidades para convertirse en delegados territoriales de la Xunta. Ocurrió con Marta Fernández-Tapias en Vigo, Gonzalo Trenor en A Coruña o Gabriel Alén en Ourense. Pero también relevo motivos por asuntos luctuosos, como ocurrió en el PSdeG-PSOE, donde la debutante Noelia Otero tuvo que cubrir el sillón vacío que dejó el fallecimiento de Isaura Abelairas.
Un total de once escaños del Parlamento gallego cambiaron de manos en el primer año de legislatura, produciendo a veces movimientos en cadena en las candidaturas electorales, pues los suplentes no estaban disponibles para asumir el relevo. El epicentro de los cambios se situó en el grupo del PP, ya que Alberto Núñez Feijoo acostumbra a utilizar la Cámara como una especie de cantera para cubrir puestos políticos de primer y segundo nivel en la Administración. De la casona de O Hórreo salieron en su día conselleiros como el de Cultura e Educación, Román Rodríguez, o el de Medio Rural, José González. Y también cumple las funciones de estación termini para miembros del Gobierno cesados, como ocurre con Carmen Pomar, exconselleira de Educación.
Aparte de los tres diputados que renunciaron para ser delegados territoriales de la Xunta, otros tantos hicieron lo propio para asumir la presidencia de los puertos, las direcciones de Emigración, Turismo y Medio Rural, o puestos de confianza en Presidencia. El BNG es el único grupo parlamentario que mantiene el mismo plantel de 19 diputados elegidos en las urnas.