El decano de los rectores de un consello regulador en toda España pide que no llueva durante la vendimia y se confiesa como un gran defensor de la retranca
07 sep 2021 . Actualizado a las 05:00 h.José Manuel Rodríguez (Sober, 1956) es el hombre tranquilo. Tranquilo pero inquebrantable.Vio nacer el consello regulador de la denominación de origen Ribeira Sacra, fue su primer presidente y, hasta ahora, el único. No hay otro presidente de un consejo regulador en España que lleve tanto tiempo en el cargo. A las puertas de la jubilación, este rey de la retranca, advierte de que hay que evolucionar, pero no romper aquello que funciona.
-¿Cómo viene la vendimia?
-En principio bien. Esperemos que podamos hacerla en paz y tranquilamente. Lo más importante es que no llueva nada hasta que acabemos.
-Se dijo que había sucedido una catástrofe con el pedrisco...
-Eso son cosas puntuales. El pedrisco es una desgracia donde cae, pero siempre se localiza en un punto, no suele atacar un territorio entero.
-Es usted el decano de los presidentes de consejos reguladores de toda España. ¿Cómo le hace sentir eso?
-Eso significa que soy viejo. No es más que eso.
-¿Tiene ganas de dejarlo?
-No es una cosa que me haya planteado. Esto es algo que pusimos en marcha hace años un grupo de amigos, la gente nos siguió; aglutinamos y concienciamos a la gente y llegamos a este punto. Uno tiene que ser consciente de que tiene la edad que tiene y que las cosas cambian. Mi compromiso está en llegar a las siguientes elecciones, que serán supongo en la primavera del año que viene. Y entonces veremos si hay un proyecto interesante en el que seguir o no.
-Usted está en edad de jubilarse.
-Yo soy un amante de las viñas. He trabajado mucho en bodegas, pero lo que me encanta son las viñas. Seguiré cuidando las mías el tiempo que pueda porque es lo que me gusta. No soy persona de estar tumbado viendo pasar el tiempo. Creo que puedo aportar cosas al sector y eso haré. Pero con un planteamiento de alguien que tiene 65 años y que tiene que aflojar ritmos en la vida. No moriré con las botas puestas.
-¿Qué le gustaría hacer que hasta ahora no ha podido?
-Yo empecé mi carrera familiar temprano. Tengo una hija de 40 años y otro de 31. Tenía la ilusión de hacer el Camino de Santiago y lo hice. Más de dos mil kilómetros. Volveré a hacer alguna otra variante del Camino. Tendré más tiempo para esas cosas. Y alguna cosa podré aportar al territorio donde vivo. No se pueden romper las cosas que funcionan sin saber hacia dónde se va. No conviene dar saltos al vacío.
-Desde luego, lo que era la Ribeira del Sil y lo que es hoy... no tiene nada que ver. Eso le hará sentir satisfecho.
-Sin duda. Yo nací ahí, en esa ribeira. De estar abandonado ha pasado a ser una hermosa realidad, no solo para el viñedo, también para el turismo. Si no somos capaces de mantener el paisaje como una estructura de rentabilidad, se irá al traste el turismo y detrás, la economía del territorio.
-Ese desarrollo, sin embargo, no ha mejorado la demografía en la zona.
-Al tema demográfico se le da más vueltas de las que tiene. Lo importante es hacer que la actividad sea rentable. Yo soy la media de edad de los viticultores: 65 años. Pero en los últimos años las grandes empresas han invertido mucho en viñedo. En La Rioja se han asentado muchas familias de otros países, otras culturas. La Ribeira Sacra está en ese camino.
-Esto creo que lo pregunto mucho, pero ¿no hay demasiado postureo con el vino?
-Sin duda. Pero el vino es la jet de la alimentación. Factura más la carne, la leche, los pollos..., pero el vino tiene un poder para entrar en los mercados que no tiene ningún otro producto. Si suprimes el vino, pues suprimes el vino. No es como si suprimes la leche, que tendríamos una hambruna mundial, pero el vino tiene una posibilidad de dimensionar un territorio, que no tiene ningún otro producto. Hace 30 años nadie conocía la Ribeira Sacra. En O Courel, Os Ancares, se ha invertido muchísimo en su promoción. Y en cuanto sales de Galicia, lo conocen cuatro. El vino es como los foguetes de las fiestas.
-Ustedes se han promocionado mucho como viticultura heroica. Ahora ya no lo es tanto. Eso de los cestos...
-Bueno. Antes eran cestos y ahora son cajas, pero póngase una caja a las espaldas y suba esas laderas con ella. Mire, una hectárea de viñedo en La Rioja, por ejemplo, puede trabajarse con 500 horas. En la Ribeira Sacra, cuesta de 1.500 a 2.500 horas. No es solo sacar la uva de las viñas. Hay que trabajar todos los días. Y sin tractor.
-¿Alguna vez toma cerveza?
-Nunca. Bueno, en mi vida solo tomé dos cervezas. Una en Düsseldorf y otra en un pub en Londres. Son las dos únicas cervezas en mi vida.
-Seguro que ni le gusta recordarlo.
-Bueno, yo pruebo de todo, soy una persona abierta. Nunca me ha gustado la cerveza y ni siquiera voy a ir a los tópicos. Tengo un amigo que dice que no toma alimento de caballerías.
-Un amigo común me sugirió que le preguntara por las guías de vinos.
-Las guías son la opinión de unas personas concretas. Pero el gran opinador es el mercado. Si le preguntamos a las personas que forman el mercado por el nombre de los opinadores, seguro que no los conoce ni el uno por mil. Pero sí sabe si le gusta el vino o no le gusta.
-Dígame, ¿qué es la retranca?
-La retranca es la esencia de la inteligencia del paisano gallego. El que no es capaz de entender la retranca es que tiene algunas limitaciones de inteligencia. A mí me encanta. Pasa muchas veces, y le pasará a usted, que dices una cosa y se te queda la gente como mirando. Y eso depende del que escucha. La cultura de un país se define por su humor, porque el humor determina las costumbres. Yo soy un gran amante de la retranca porque creo que nos define como pueblo.
-¿Qué hizo que no volvería a hacer?
-Comprar un décimo de lotería que no me tocó. Compraría otro número, ja, ja. En cada momento cada uno toma la decisión que toma con los datos que tiene. De otra forma, sería como rearbitrar un partido de fútbol.
-¿Celta o Dépor?
-Yo soy de los dos.
-Eso no vale.
-No, no, que se los pongo por orden. Yo primero soy del Real Madrid y después del Celta. Y también soy del Dépor. Y no soy anti nada. Yo aplaudía a Messi.
-Defínase en pocas palabras.
-Yo creo que soy una persona honesta. Lo dejo ahí.
-¿Cuándo era pequeño, qué quería ser de mayor?
-Mecánico, que es mi hobby. Pero mi padre me mandó a estudiar al seminario y en aquellos tiempos no había plan b. Ibas a donde te mandaban. Y fui un buen estudiante.
-¿Le gusta cocinar?
-La verdad es que nunca lo he practicado. Como mucho hago unos huevos sin que se me rompan. Mire, yo he tenido mucha suerte en la vida. Mi madre era una gran cocinera y mi hija y mi mujer también lo son. Yo no como en ningún sitio como en casa. Cuando me acerco a la cocina me miran como miraríamos nosotros a un niño acercándose a una estantería llena de cacharros.
-Dígame una canción.
-El boxeador, de Simon & Garfunkel. Y le digo otra menos conocida. El poema de amor más bonito que conozco. Es de Bernardino Graña: Volvin á terra pro perdín o amor, de Suso Vaamonde.
-¿Qué es lo más importante en la vida?
-Ser legal con uno mismo, así lo serás con lo demás. Porque con quien más convives en la vida es contigo mismo.