Al proceso interno del PSdeG le seguirá la asamblea que elegirá a Pontón como líder nacionalista y la elección de candidatos populares en las urbes
01 nov 2021 . Actualizado a las 05:00 h.La celebración de las elecciones primarias que impulsaron a Valentín González Formoso como líder de los socialistas gallegos supone solo una vuelta en el tiovivo de procesos orgánicos que este otoño mantendrá entretenidos a los partidos políticos de Galicia. Tras el PSdeG, le toca el turno al Bloque, con la asamblea nacional convocada para el próximo fin de semana en A Coruña, y enseguida entrará en capilla el PP, que después de celebrar sus congresos provinciales, renovando a sus cuatro barones, se propone escoger en los próximos meses los perfiles con los que intentará reconquistar el poder en las ciudades.
En todo caso, al PSdeG todavía le quedan pasos por dar para renovar sus órganos de dirección. La siguiente cita será en diciembre, en el congreso nacional que tendrá lugar los días 7 y 9 en Santiago, que aparte de ratificar a González Formoso en la secretaría xeral, deberá aprobar una nueva comisión ejecutiva, a la vez que deberá renovar una parte de los representantes gallegos en el comité federal del PSOE, después de que fueran elegidos directamente cinco en el congreso de Valencia.
El congreso del PSdeG de diciembre es el que permitirá calibrar el grado de unidad e integración que está dispuesto a hacer el presidente de la Diputación de A Coruña, que en más de una ocasión reprochó a Gonzalo Caballero que no la haya practicado y de que en su ejecutiva solo le diera cabida a personas que formaron parte de su lista, cerrándole las puertas a la candidatura perdedora de las primarias en el 2017, la que entonces encabezó el edil coruñés Juan Díaz Villoslada.
La unidad como marca
La unidad interna promete ser la marca de la casa en la XVII Asemblea Nacional del BNG, que tendrá lugar el próximo domingo día 7 en el Coliseo de A Coruña y que proclamará a Ana Pontón como referente indiscutible del nacionalismo galaico. En realidad, este ejercicio de unidad es algo inédito en la historia del Bloque, que no hay que olvidar que es una formación frentista, integrada por varios partidos, que siempre lo abocó a tener que convivir con un cierto grado de tensión interna.
No obstante, el achicamiento experimentado tras las escisiones de Amio, en el 2012, y el auge de AGE y las mareas, acotaron mucho la biodiversidad interna del BNG, que ahora se limita a su partido motriz, la Unión do Povo Galego (UGP) y pequeños grupos independientes u organizados, como el Movemento Arredista, que se catalogan con el grado de afinidad con la UPG.
En cuanto al PPdeG, celebró en julio el congreso gallego, renovando a Feijoo como presidente del partido, que suma ya 15 años en el cargo y sin ofrecer ningún guiño en clave sucesoria. En septiembre se dio un nuevo paso con los congresos provinciales, y ahora se propone continuar con al renovación de los liderazgos en las siete ciudades, toda vez que tres de ellas (Santiago, Vigo y A Coruña) disponen ahora mismo de gestoras o de direcciones provisionales.
La única incógnita es calibrar el grado de influencia que logra Ana Pontón en la dirección
El BNG afronta la XVII Asemblea Nacional en uno de los momentos más dulces de su historia. Está fuera del Gobierno de la Xunta, pero bien armado en el liderazgo de la oposición tras el sorpasso que le dio PSdeG en las autonómicas del año pasado. El número de escaños en el Parlamento gallego, 19, también es un hito histórico, pues rebasan en un diputado el techo que lograron con Beiras en 1997, y las encuestas indican que aún hay margen para seguir creciendo.
El Bloque es ahora mismo, al menos visto desde fuera, «un pratiño de sopa morno», por utilizar la expresión empleada por uno de sus diputados. La portavoz nacional de la organización frentista, Ana Pontón, será renovada en el cargo como en un proceso a la búlgara, pues enfrente no habrá ninguna otra candidatura.
Así que buena parte del interés del proceso orgánico del BNG estará el calibrar el grado de influencia que consigue Pontón en la dirección para marcar el rumbo a seguir, especialmente tras el tour de force realizado en la última campaña de autonómicas, cuando situó a la formación como segunda fuerza.
Por lo de pronto, la UPG, partido al que pertenece Pontón, está decidida a mantener bien atadas las riendas de la organización, ya que Néstor Rego, Bieito Lobeira o Montse Prado, todos ellos del sector ortodoxo, repetirán en la ejecutiva.
Los de Feijoo ponen el freno al reto de buscar el norte en las ciudades para decidir caso a caso
La idea de partida que tenía el PP era llegar al mes de diciembre con la celebración de los congresos locales de las siete ciudades con el fin de dotarse de unos nuevos liderazgos a los que promocionar en el 2022 como candidatos para intentar reconquistar algunas cotas de poder urbano. Este es el planteamiento esbozado tanto por el presidente de la Xunta y líder del partido, Alberto Núñez Feijoo, como por el secretario general del PPdeG, Miguel Tellado, en el Comité das Cidades celebrado a principios de septiembre.
Pero eso ya ha cambiado. Ni siquiera han transcurrido dos meses de esa hoja de ruta y el PPdeG se inclina ahora por evitar los plazos y las decisiones simétricas para situaciones diferentes. «No por hacerlo rápido lo haremos mejor», apuntan desde el partido.
Para empezar, tanto el presidente del PP de Ferrol, José Manuel Rey Varela, como el de Pontevedra, Rafa Domínguez, ni siquiera han agotado su mandato, que expira a mediados del 2022. La urgencia se impone más en Vigo y Santiago, donde el PP está dirigido por una gestora, e incluso en A Coruña, donde el líder orgánico no pasó por un congreso.
Así que el PP mantiene el reto de buscar el norte en las ciudades, pero lo hará caso a caso, sin prisas y, sobre todo, intentando acertar con los perfiles.
El rupturismo gallego pone sus expectativas en el nuevo proyecto de Yolanda Díaz
Algo más de 51.000 gallegos eligieron el año pasado la papeleta de la coalición Galicia en Común y no obtuvieron representación en el Parlamento gallego. Pasaron de liderar la oposición, con los 14 escaños de En Marea, a quedarse huérfanos. Su única representación institucional es la que mantiene de manera marginal en algunas ciudades, así que el faro que alumbra con mayor fuerza, es el que está instalado en el número 66 del madrileño paseo de la Castellana, donde se ubica el despacho de la vicepresidenta segunda del Gobierno y ministra de Trabajo y Economía Social, Yolanda Díaz.
La recomposición del espacio rupturista gallego está pendiente de la vocación expresada por Díaz de crear una nueva plataforma política que vaya más allá de los límites actuales de Unidas Podemos.
La formación morada, liderada en Galicia a través del mando a distancia que tiene Antón Gómez-Reino en el Congreso, parece haber parado el reloj en la comunidad a la espera de acontecimientos, sin hacer el más mínimo gestor de avanzar hacia un nuevo proceso interno después de del giro dado en Vistalegre III con la renuncia de Pablo Iglesias.
La ministra ferrolana, militante del Partido Comunista, ya fue en su día la artífice de la fundación de Alternativa Galega de Esquerda (AGE), En Marea y Galicia en Común, proyectos que fracasaron o se rompieron en pedazos. Y ahora vuelve a ser la única con capacidad de reflotar el espacio y canalizar esa masa crítica que se quedó sin voz y presencia en O Hórreo. La tarea no tiene plazos. Será antes de las próximas generales en las que Díaz será candidata, y con ella el rupturismo gallego se apuntará a la fiesta.