Caso Déborah Fernández: la lucha de 20 años de una familia que encara ahora la recta final del caso

E. Vázquez Pita VIGO / LA VOZ

GALICIA

Familia de la viguesa desaparecida Déborah Fernández-Cervera
Familia de la viguesa desaparecida Déborah Fernández-Cervera M.MORALEJO

La citación como investigado del exnovio suspende el cómputo de la prescripción

13 feb 2022 . Actualizado a las 17:23 h.

Un caso enterrado que fue reabierto, los mejores equipos de investigación de homicidios haciendo pesquisas, veinte años para que uno de los tres jueces citase a declarar al principal sospechoso, un disco duro borrado y que echaba humo, pistas falsas en la escena donde apareció el cuerpo, exhumación del cadáver para hacerle un tac y recoger ADN de las uñas... Han sido dos décadas de instrucción a trancas y barrancas, repletas de lagunas, descuidos y callejones sin salida, en los que la familia se gastó una fortuna y donaciones para sufragar informes periciales privados y mantener a flote el caso. La familia de Déborah Fernández-Cervera, vinculada a la saga naval de los Barreras, afronta la recta final de una larga lucha y un empeño personal por salvar una carrera de obstáculos que comenzó el 30 de abril del 2002, cuando la joven viguesa, una estudiante de diseño gráfico, salió a correr por Samil la víspera de su 22 cumpleaños y diez días después apareció muerta. El caso se cerró como fallecimiento natural. En el 2019, la madre, Rosa Neira, y una hermana Rosa encabezaron la campaña Justicia para Déborah y reunieron 231.962 firmas en Change.org para reabrir la investigación como un homicidio o asesinato. Empezaron a estrechar el cerco al posible autor antes de que prescribiese el delito en mayo del 2022.

La citación del exnovio para ser interrogado el día 21 como investigado ha suspendido el cómputo de la prescripción cuando solo faltaban tres meses para archivar el caso para siempre. Los padres y los tres hermanos de Déborah han ganado margen de tiempo para que lleguen los resultados de las pruebas de ADN.

Han pasado casi 20 años y el enigma sigue sin resolverse: ¿Qué le pasó a Déborah? Diez días después de la desaparición, una viandante halló su cuerpo desnudo, en buen estado de conservación, colocado con cuidado en una cuneta sin aparentes señales de violencia y a 40 kilómetros de distancia de Vigo. Había un rastro de semen, aún activo. La autopsia certificó un fallecimiento natural súbito o, alternativamente, una muerte por sofocación. Pasó una década hasta que el inspector de Homicidios de Madrid Ángel Galán dedujo que la escena donde apareció Déborah estaba repleta de pistas falsas: el cuerpo había sido conservado en un entorno frío durante días y el semen era una burda cortina de humo. La policía concluyó que alguien lo había puesto a propósito para confundir a la policía con un perfil genético de alguien sin fichar. A día de hoy, sigue sin saltar ninguna alerta en las bases de datos de ADN.

La policía rondó durante años al principal sospechoso, el exnovio de la joven. Visitaron su apartamento de soltero y se llevaron las sábanas y las mantas, registraron el maletero de su coche, que estaba limpio, tomaron huellas de un viejo arcón y hablaron con él y los padres varias veces. Pero tenía una coartada: su pandilla de amigos lo vio a la misma hora de la desaparición jugando un partido de fútbol modesto. Los informes de la operación Arcano, del 2010, 2011 y 2016, aconsejaron a la jueza interrogar como investigado al exnovio al ver contradicciones y bastantes indicios de su implicación, pero nunca se le citó ni como testigo (le generaría indefensión) ni como investigado (por falta de pruebas).

Cuando el Juzgado de Instrucción número 2 de Tui reabrió el caso en el 2019, la familia pidió llamar a declarar a los amigos del exnovio, a los que reprochó su memoria «selectiva». Por ejemplo, una amiga recordaba de haber conducido esa noche hasta el campo de fútbol sin percatarse de que, en esa época, carecía de carné. Al ver contradicciones, la familia apeló a la Audiencia de Pontevedra y logró volverlos a citar. Gracias al tribunal provincial, interrogó a los policías del informe Arcano que investigaron al exnovio. Desesperada, la familia retó al fiscal a que acabase con el «paripé» y cerrase el caso si no iba a llamar al principal sospechoso. La Audiencia les echó el último cable al corregir a la jueza de Tui y ordenarle citar como investigado al joven, actuación que suspendió el cómputo de la prescripción. Todo indica, según fuentes cercanas, que los últimos testimonios fueron claves para que la Audiencia ordenase citar al exnovio porque policialmente no constan avances.

La expareja, ahora un industrial de Vigo, podrá acogerse a su derecho a no declarar, solo responder a las preguntas de su abogado o a las que considere más pertinentes o importantes.

Cartel en Vigo pidiendo justicia para Déborah
Cartel en Vigo pidiendo justicia para Déborah Xoán Carlos Gil

Testigos clave declararon por primera vez en los últimos meses

El escáner por tac fue crucial para estudiar el cadáver de la vallisoletana Esther López y detectar lesiones internas. Hace 20 años, los forenses de Vigo no disponían de uno y cuando se exhumó el cadáver de Déborah, en el 2021, estaba deteriorado. A unos meses de prescribir el caso, el Instituto de Toxicología de Madrid tenía pendientes de entregar los resultados de ADN de un micropelo que los forenses hallaron bajo una uña, y unas fibras que coincidían con la ropa de cama del apartamento del exnovio. A finales del 2021, pasaron por la comisaría de Vigo una treintena de allegados para ceder voluntariamente su ADN para analizarlo, aunque los resultados tardarán medio año.

La familia, en su recta final, logró que la jueza autorizase el análisis del disco duro del pecé de Déborah que tenía en el cuarto de su casa y con el que mantenía el correo y chats. Cuando la letrada encendió el ordenador, salió humo. Los peritos de Lazarus Technologic, que analizaron el móvil de Diana Quer, descubrieron que el disco duro había sido borrado por un experto. Los allegados lograron en estos meses que declarasen por primera vez ante la jueza testigos clave como un profesor del aula de diseño de Déborah, donde tenía otro pecé, a la prima y a un conocido que la vieron el último día, y al dependiente del videoclub donde la joven quería alquilar una película. Nadie los había llamado antes.