La investigación sostiene que el habitáculo soterrado se construyó al mismo tiempo que la nave que lo ocultaba, en Vilanova de Arousa. Tenía agua para hacer pruebas de flotabilidad y mantener fondeadas planeadoras mientras se escondían.
16 may 2022 . Actualizado a las 20:06 h.Francisco Javier Otero Magdalena, alias el Rubio, viajó por última vez de Galicia a Algeciras el pasado sábado. Pretendía alojarse en un apartamento en la ciudad gaditana para, poco después, subirse a una embarcación y surcar el estrecho de Gibraltar. Nunca embarcó. Sus captores le esperaban, le dieron el alto, lo apearon del turismo y esposaron acusado de los delitos de narcotráfico, integración de grupo criminal y contrabando de género prohibido por fabricar narcolanchas. Fue incomunicado y trasladado por carretera hasta la Comisaría de la Policía Nacional de Pontevedra. Así arrancó la operación Keroman-Sarmario, desarrollada el martes en buena parte de las Rías Baixas y el norte de Portugal, la segunda de estas características en las últimas semanas en Galicia contra tramas de narcolanchas.
La red de colaboradores de Magdalena en Galicia supo del arresto, pero lo atribuyó a una investigación focalizada en el Campo de Gibraltar. Durmieron tranquilos en las noches siguientes, sin sospechar el operativo policial que se les venía encima. Este martes, a las 5.30 horas, 30 agentes de paisano estaban citados en la sala de reuniones de la Comisaría de Pontevedra. El responsable del grupo II de la Unidad de Drogas y Crimen Organizado (UDYCO) de la Policía Nacional, José Abreu, dio instrucciones y repartió las carpetas con los nombres, fotografías de los objetivos a detener y las direcciones de sus viviendas o naves industriales a registrar.
Fuera, en la calle, esperaban una docena de furgones, coches rotulados y camuflados para hacer el trabajo. El único detenido en ese momento, Otero Magdalena, abandonó, escoltado y esposado, los calabozos. Lo subieron a un coche para presenciar el registro de su vivienda en Ponteareas. El resto de efectivos se repartieron por A Illa, Cambados, A Lama, Caldas, Vilanova, O Grove, Barro o Moaña. A mayores, en la Comandancia de la Guardia Civil de Pontevedra, otra docena de vehículos y furgones, ocupados por decenas de agentes del Equipo de Delincuencia Organizada y Antidroga (EDOA) de la provincia, se pertrechaban para finalizar una investigación de año y medio compartida con sus colegas de la Policía Nacional.
El martes era el día D y las siete de la mañana la hora H. La coordinación entre cuerpos fue milimétrica. A las siete en punto se forzaron los accesos a ocho viviendas y se arrestaron a casi un veintena de imputados, los que hoy pasan a disposición judicial. Luego, algunos fueron traslados a tres naves en Moaña, Caldas y Vilanova de Arousa.
La de O Morrazo se inspeccionó por las pruebas sobre su presunta actividad ilegal; lo mismo ocurrió en la de Caldas, donde se hallaron una lancha finalizada y el casco de otra. Ambas, según la investigación, tendrían finalidades ilícitas.
El operativo, pasadas las 12.00 horas, empezó a remitir con el traslado a los calabozos de los arrestados. Solo en la nave de Tremoedo, la de Vilanova, se mantenía la actividad policial, con previsión de alargarse. Veleros para reparar y dos lanchas semirrígidas, de la que solo se pudo documentar una, ocupaban el recinto. Ya en el baño, un plato de ducha, sin aislar con silicona en las juntas, despertó sospechas. La base blanca, polvorienta y sin mamparas, tenía una alcachofa que evidenciaba el mismo desuso. Se movió el plato hasta apartarlo, sin mayor dificultad, y despejar las dudas.
El desagüe no conectaba con ninguna tubería bajo el suelo, pero sí con un agujero equipado con escalera, nueva y sin apenas polvo cubriéndola, que descendía un metro y medio. Agentes especializados en inmersiones comprobaron, con mediciones, la inexistencia de gases tóxicos. También que, ya abajo, un manto de agua se expandía. El agujero, relataron los agentes, era tan grande que no veían el fondo. Una especie de nave subterránea que se expandía bajo el mismo piso del edificio que decenas de agentes registraban desde las diez de la mañana.
El suelo, en esa parte de la nave, lo forman planchas rectangulares de cemento con marcas de agujeros para colocar anclajes. La grúa motorizada, instalada sobre raíles en el techo, hizo el resto. Se colocó bajo la plancha más próxima al baño con ducha y se conectaron, con cinchas, los anclajes a la grúa. Se levantó por el extremo más próximo a la puerta de acceso, junto al baño, para mostrar un agujero inmenso de 20 metros de largo y, al menos, otros tantos de ancho. Se hizo el silencio en la nave y los presentes, curtidos en la lucha contra el narco, reconocieron «no haber visto nada así en Galicia». Tenía luz propia, vigas bajo las planchas de cemento y andamios para apuntalar y evitar desprendimientos. Hasta una bomba de achique para regular la altura del líquido.
La investigación sostiene que la presencia de agua es premeditada, y serviría, además de para almacenar fondeadas hasta tres narcolanchas, realizar pruebas de flotabilidad. El método de trabajo sería el mismo que el utilizado por los agentes el martes: recurrir a la grúa del techo para mover, sujetados con cinchas, los botes hasta depositarlos en el agua y ocultarlos bajo las planchas de cemento que forman el suelo. Una nave clandestina y subterránea construida, según la investigación instruida en el Juzgado número 3 de Cambados, hace años; posiblemente al mismo tiempo que se edificó la nave.
El recinto, desde el 2019, lo gestiona una sociedad mercantil especializada en reparación de barcos. La sociedad pertenece mayoritariamente a vecinos de la comarca que no están implicados en la operación Keroman-Sarmario. Salvo J.A.S., titular del 5 % de la empresa, con un papel diferente. Él, también de O Salnés, fue detenido a las 7.00 horas del martes y, posteriormente, presenció el registro de la nave donde tiene participación de capital.
La investigación, recoge el sumario judicial, expone que de dicho inmueble, durante el último año y medio y bajo la supervisión de J.A.S., salieron planeadoras en dirección a Portugal que serían utilizadas para el narcotráfico. La tesis policial añade que dichas embarcaciones fueron reparadas, o construídas en alguna fase, en la nave con zulo subterráneo. También relata que J.A.S. trabajaba para el presunto líder de la organización, Otero Magdalena —en prisión desde el martes— reparando embarcaciones. La instrucción judicial, aún incipiente, irá encajando las piezas de este puzle procesal, el último contra el narcotráfico en Galicia y el segundo, en tres semanas, contra la fabricación de narcolanchas da terra que acabarían importando alijos en aguas del estrecho de Gibraltar.