Alfonso Rueda se rodea de medio millar de representantes de la sociedad gallega en su primer acto formal como presidente de la Xunta
14 may 2022 . Actualizado a las 14:58 h.Por más pompa y protocolo que se marque, por más altos cargos que se reúnan, el que manda es Xosé Luís Foxo. Cuando el director de la Real Banda de Gaitas de Ourense ordena, redoblan los tambores y toda Galicia se pone firme, esta vez para recibir al nuevo presidente de la Xunta. Había mucha sociedad representada entre el medio millar de invitados a la toma de posesión de Alfonso Rueda, que fue discreta, práctica, breve y familiar. Por fin, el hombre de la semana en la política gallega, algo frío y ejecutivo en sus últimos mensajes, le hizo un requiebro a las formalidades, los balances y las promesas para traspasar la barrera de lo personal y acordarse de los suyos, del ejemplo de sus padres, de su mujer y de sus hijas, que le pusieron color y sonrisas al acto celebrado en el Salón dos Reis del Parlamento. Son esos los momentos que ablandan hasta a la más dura oposición, que estuvo elegantemente representada por portavoces y diputados del PSOE y del BNG.
Al primer día de Rueda como presidente autonómico asistieron tres colegas de cargo y partido como Isabel Díaz Ayuso (Madrid), Alfonso Fernández Mañueco (Castilla y León) y Fernando López Miras (Murcia); una vicepresidenta del Gobierno, Yolanda Díaz. Y un expresidente, Mariano Rajoy, que esta mañana estaba a las siete recorriendo la Ruta da Auga con José Benito Suárez. Los dos están como pinceles y felices por su amigo, que al finalizar su discurso empeñó sus primeros minutos como máximo representante de Galicia en saludar y fotografiarse con cada invitado.
El presidente saliente, Alberto Núñez Feijoo, ayudó a descongestionar los corrillos. Después de Rueda, fue el hombre más buscado para una fotografía de despedida, en el que probablemente será uno de sus últimos actos oficiales en O Hórreo. Toda la corte de cargos y profesionales que se lleva a Madrid también aprovechó para despedirse y certificar que, como en Galicia, no se vive en ningún sitio, y que lo de la capital será cosa de lunes a viernes.
Entre los conselleiros no hubo una mala cara. Se hicieron fotos los unos con los otros, pero fue imposible discernir si alguno vive sus últimas horas de servicio a Galicia desde el Consello da Xunta. Mañana lo sabrán, porque el relevo en la Xunta solo ha llegado a su cima y ahora empezará a rodar.