Eméritos, méritos y deméritos

GALICIA

pilar canicoba

28 may 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Una peculiaridad de la historia patria es que al frente de la toma de la Bastilla, entendiendo por tal la libertad, está un Borbón. Nuestra revolución, llamada vulgarmente transición, no se hace contra la monarquía borbónica, como les sucede a los vecinos del norte, sino gracias a un vástago peculiar de esa dinastía que reniega del padrinazgo franquista para abolir los muros de la dictadura. La historia también escribe recto con los renglones torcidos, algo que escuece a quienes hubieran preferido la típica épica revolucionaria con las testas coronadas caídas bajo la cuchilla de la guillotina.

En resumidas cuentas que libertad, igualdad y fraternidad llegaron aquí de la mano de un rey que abdica en el pueblo buena parte de su poder, y de un cachorro de Franco de nombre Adolfo Suárez. El dúo dinámico. A Suárez se le agradece el servicio prestado poniendo su nombre a un aeropuerto, de forma que se puede viajar sin escalas entre dos iconos democráticos yendo del JFK a la terminal del primer presidente de la democracia española.

Juan Carlos I se llama el buque insignia de la Armada, al menos hasta que la corrección política diga lo contrario y lo hundan. Que el descoronado esté vivo es un incordio porque la muerte siempre engrandece. Confirma la tesis de Felipe González de que los ex son como jarrones chinos de difícil ubicación en un país. Tienen que adornar sin molestar, ni desmerecer del resto del mobiliario. Romperlos no está bien, llevarlos al desván es feo, taparlos no parece digno. Lo de venderlos en una aplicación de objetos usados todavía no se contempla.

Volviendo al emérito, se dice que no es adecuada su estancia en un emirato pero tampoco conviene que venga. Hubiera sido criticado de llegar en un avión oficial pero también lo es al usar uno privado. No debe pernoctar en la Zarzuela pero hacerlo en Sanxenxo es inapropiado para un dignatario. Quienes ven frívolo que regatee, tampoco hubiesen aplaudido un acto institucional o una cabalgata. O sea que no sabemos en qué lugar colocar al monarca errante que anda con sus pecados a cuestas, para los que el Gobierno pide una confesión pública antes de la absolución definitiva. Un requisito que no rige para los etarras aclamados en los ongi etorri.

Los vecinos que lo vitorearon en Sanxenxo hicieron previamente un arqueo como el que hace la diosa que representa a la Justicia con los dos platillos, y el resultado es que los méritos del emérito pesaron más que los deméritos. Tristes y solos se quedaron quienes reivindicaron una república gallega, ignorando nuestra larga tradición monárquica desde el suevo Hermerico. Les iría mejor impulsando una monarquía galaica independiente en la que don Juan Carlos podría hacer un buen papel, tras un voto de castidad, pobreza y obediencia.

El Che revive entre ricos

El Che Guevara tuvo su calvario en la selva boliviana para resucitar en Oleiros. Allí reside como un vecino más, ubicado como estatua silente en una rotonda que circundan cada día numerosos transeúntes cuya renta hace que el municipio sea el más rico de Galicia. Así que el mítico guerrillero no está empadronado en una lucha de clases, sino que habita en medio de atascos interclasistas. Si hay un más allá para los revolucionarios, en él estará el argentino admirando a su admirador García Seoane. Mediante elecciones y sin expropiaciones de los medios de producción, logra que los pudientes no se vayan a Miami sino que se establezcan en Oleiros. Marx escribe El Capital; el regidor atrae al capital. Si el Che mitológico quisiera conocer la explicación del prodigio, ha de olvidarse de la vulgata marxista y hurgar en los evangelios hasta llegar a los versículos que advierten que «la fe sin obras es una fe muerta». Cuando las hay, el rico pragmático vota a un alcalde castrista y no rechaza tener como vecino a un guerrillero.

Pilatos, Ucrania y el BNG

Pilatos no pasó a la historia como un pacifista. En algún momento habrá tenido el Poncio fans que defendieron su actitud higiénica en la Pasión de Cristo, argumentando que simplemente decidió no intervenir a favor del acusado. Sin embargo el intento exculpatorio no cuajó y a día de hoy «lavarse las manos» implica una sinuosa complicidad. La actitud del BNG ante la invasión de Ucrania se inspira en la del prefecto, y se aleja de la que tuvieron los galleguistas cuando estalla la guerra civil. Ellos y los demás republicanos denuncian la política de no intervención de las democracias europeas, que deja a la República inerme ante los sublevados y sus apoyos nazis y fascistas. Los ucranianos sufren hoy una situación parecida. Dicho en lenguaje grato al nacionalismo, son un pueblo oprimido que se autodetermina frente al imperialismo. Pero el BNG no se conmueve. La Rusia de Putin ejerce sobre él una extraña atracción, igual que la Cataluña de Pere Aragonès o la Euskadi de Bildu. Se lava las manos y eso no es pacifismo.