La institución lleva años intentando desalojar una de sus casas
17 sep 2022 . Actualizado a las 15:51 h.La Cocina Económica de A Coruña se vio en la necesidad hace años de ampliar sus instalaciones y para ello adquirió, gracias a las donaciones, el 114 de la calle Orzán. Se trata de un viejo y destartalado edificio con la fachada protegida por una malla que la institución benéfica tenía previsto rehabilitar para dar un mejor servicio a las más de 1.300 personas que atiende a diario. Pero nunca pudo tomar posesión de esa casa con bajo y dos plantas porque fue okupada y los que la hicieron suya no tienen intención alguna de marcharse.
La directiva de la Cocina Económica intentó convencer a los usurpadores muchas veces. Con dos de ellos, usuarios del comedor social, no tuvieron problema, pues les prometieron abandonar el inmueble. El problema son sus compañeros, que anunciaron que continuarán ahí el tiempo que les plazca. Y eso no puede ser.
Óscar Castro, administrador de la institución, intentó por todos los medios convencer a los okupas sin éxito. Les hizo ver que la Cocina Económica «tenía mucha necesidad de poner a andar un nuevo edificio social y no sirvió de nada». No solo eso. Preocupa mucho a los responsables de la entidad la conflictividad de esos individuos, que tienen al barrio con el miedo en el cuerpo por todo lo que hacen.
Así que la paciencia se agotó. Una vez comprobado que los usurpadores son beneficiarios de un subsidio que les podría servir para pagar una habitación en cualquier lugar, Castro y el presidente de la Cocina Económica, Jacinto Torres, recurrieron a una empresa de desokupación. Dio Express se llama, y dentro de unos días procederá al desalojo. «Por encima de todo se llevará a cabo de manera pacífica», puntualiza el dirigente de la entidad.
Los encargados de devolver el inmueble a su legítimo propietario se apostarán en la puerta y el que salga no vuelve a entrar. Sin uso de fuerza. Y si alguno se pone violento, llaman a la policía y que esta resuelva.
No ha sido una, sino dos veces, las que el número 114 de la calle Orzán fue okupado. La primera, hace casi cinco años. Dos jóvenes se hicieron con la casa y ahí estuvieron hasta que en el 2020 les abrieron sus puertas a unos okupas que habían sido desalojados de un inmueble cercano. Lejos de agradecer la invitación y comportarse, convirtieron los pisos en un infierno, por lo que los primeros terminaron yéndose. Esa mala actitud la trasladaron a la calle. «Roban cuanto pueden, arman jaleo a todas horas y trapichean con droga, lo que llena el barrio de toxicómanos», afirma un comerciante de la zona.
Dicen también los vecinos que los dos perros que tienen andan todo el día sueltos y «uno de ellos no es nada amigable». Aparte de que se pasan el día ladrando. Se cree que son cinco las personas que malviven en ese edificio ruinoso. Algunos frecuentan la iglesia castrense de San Andrés, otros la plaza del Africano, donde pasan el día. «La policía está más que cansada de venir a la casa. Esto hay que solucionarlo y ya», dice uno de los vecinos.