Álvaro Concheiro, empresario y patrono de la fundación Stop leucemia: «Cada día es un día buenísimo»
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GALICIA
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Ahora que es capaz de hablar de la experiencia que le supuso superar un linfoma se ha decidido a contribuir en lo que pueda a luchar contra la enfermedad que, dice, le ha convertido en mejor persona
30 sep 2022 . Actualizado a las 20:02 h.Álvaro Concheiro (Ordes, 1963) habla mucho de la suerte. Es normal. Hace diez años le diagnosticaron un linfoma al que se sobrepuso. Han tenido que pasar todos estos años para que se decidiera a hablar de él. De momento, ha creado una fundación para investigar y para que la suerte que él dice haber tenido sea la suerte de todos los que pasan por ese trance.
—Tiene usted una empresa, Internaco, distribuidora de maquinaria para montes y jardines.
—Sí. Y damos servicio técnico a toda España, Portugal y Marruecos.
—Les va bien.
—Sí. Tuvimos mucha suerte con el covid. La gente se quedó en su casa y muchos se hicieron jardineros. Se vendió todo lo que había. Fue una suerte, pero no fue con sensación de felicidad. A nosotros nos iba bien y a los otros mal. Tenía como un sentimiento de culpa.
—¿Cómo está de salud?
—Estoy bien. Ya hace diez años que pasé el linfoma, pero no fui capaz de hablar de él hasta ahora. No me atrevía. Tuve la certeza de que me iba a morir. De hecho, dejé escrito para mis hijos una especie de guía que no volví a leer.
—La tiene ahí, guardada.
—Sí. Me obsesionaba dejarlos en una edad mala. Tuve suerte y he sobrevivido diez años más. Ahora tengo revisiones. Mi linfoma es crónico. Ahora estoy en un momento crítico en el que la enfermedad puede volver.
—Pero ahora sus médicos saben cómo tratarlo, cómo amortiguarlo.
—Sí, eso me dijeron. Por eso estoy más tranquilo. Pero es un tema de suerte. ¿Por qué el tratamiento me funcionó a mí y no a un amigo mío que tenía lo mismo? Hablando con los médicos, cuando me atreví, me comentaron que tenían un centro de investigación donde debían prescindir de un becario, porque no lo podían pagar. Y era el que estaba gestionando los datos para saber por qué el tratamiento me funcionó a mí y no a otro paciente. Así que dije: «Este becario lo pago yo».
—Eso es. Y quiero que sea aséptica, sin nombres. Yo pongo la estructura, a través de mi empresa, para que no cueste. Y que cada euro que se done, sea para investigación. Se trata de que venga talento de fuera y que el que hay aquí no se vaya.
—¿Cuándo puso en marcha esta fundación?
—Hace un mes. Prácticamente estamos naciendo. Pero queremos hacer ruido y poner en valor el equipo médico que hay en Galicia, que es buenísimo y que nos lo quieren llevar para afuera. Queremos involucrar a las empresas, a los políticos y pedir dinero a Europa.
—¿Está viviendo una vida nueva?
—Absolutamente. Yo creo que una experiencia como esta te ayuda a ser mejor persona. Si no fuera un disparate diría que todo el mundo tendría que pasar por esto. El ver a la parca ahí enfrente... eso cambia la vida. Y de ser muy valiente pasas a ser una insignificancia.
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—Seguro que, para usted, ha cambiado el valor de las cosas.
—Dejó de importarme si llovía o hacía sol. Cada día es un día buenísimo. Con lluvia o con sol, ja, ja.
—El momento del diagnóstico tuvo que ser terrible.
—Yo me hacía chequeos porque había perdido a mi hermana por un cáncer de colón. En uno descubrieron que me faltaba un trocito de costilla, porque el linfoma se estaba comiendo el hueso. Yo no sabía lo que era un linfoma, pero ya veía la cara del médico. Ellos te preguntan si quieres saber o no. Yo dije que no, que me dijeran solo lo que tenía que hacer. También vi que, tras la segunda dosis de quimio, la cara del médico era otra. Tuve mucha suerte. Me gustaría que citara al doctor Bello, porque fue un médico muy humano.
—Ese momento tuvo que ser un alivio.
—Cuando ves que el tratamiento funciona, te vienes arriba. Yo lo hice. Ya tienes a qué agarrarte, no como al principio. Yo leía las caras de la gente, porque no tenía valor para preguntar.
—¿Cuánto tiempo estuvo en ese proceso?
—Cinco meses.
—Seguro que hizo algunas amistades durante la experiencia.
—Sí. Y me coincidió con una amiga que tenía un cáncer de pecho. Por suerte nos íbamos dando a la vez las buenas noticias. La verdad es que es una experiencia que hace que te pongas en el lugar de los otros y te convierte en mejor persona.
—El día 12 tienen una carrera en Boiro patrocinada por Jealsa.
—Sí, nos llamaron y les gustó el proyecto. Se lo agradezco mucho. Nosotros lo que intentamos es buscar fondos para atraer científicos y potenciar a los de aquí.
—Esta entrevista no sería esta entrevista si no le preguntara si es del Celta o del Dépor.
—Soy del Deportivo por proximidad, no porque me guste el fútbol.
—Autodefínase en pocas palabras.
—Soy un inconformista, creo que es lo que mejor me define. Y que he tenido mucha suerte en la vida. Ese es el resumen de todo.
—¿Cuántos hijos tiene?
—Tres.
—Un lugar en el que sea feliz.
—En Ordes.
—Dígame una canción.
—Probablmente, de Christian Nodal. Últimamente la escucho mucho.
—¿Qué cree que es lo más importante en la vida?
—Tener suerte con la personalidad que te toque. Porque eso afecta a todo, a que veas la botella medio llena o medio vacía.