Eugenio Moure, abogado experto en negligencias sanitarias: «Lo que más enerva a los pacientes es que no se les diga la verdad»

GALICIA

En su libro «Errores médicos», este especialista desgrana quince casos reales que acabaron en el juzgado. Y recuerda que más del 95 % de las denuncias penales contra médicos se archivan
17 dic 2022 . Actualizado a las 16:22 h.Especialista en derecho sanitario, Eugenio Moure (Madrid, 1968) cuenta con despachos en Ourense, Santiago, Vigo y Madrid. Prologado por el catedrático de medicina legal Ángel Carracedo, en su libro Errores médicos cuenta quince casos reales de pacientes que le pidieron no tanto conseguir una indemnización de los servicios sanitarios por su situación como en cambio descubrir la verdad de lo que les había sucedido. Un retraso en un diagnóstico que acabó con el fallecimiento de una pequeña, una vasectomía en lugar de una operación de fimosis o un suicidio evitable son algunos de los relatos de esta obra.
—En el libro da a entender que reconocer el error evitaría llegar a juicio en ocasiones.
—Mi percepción es la que plasmo en el libro y está basada en una experiencia de muchos años. Lo que más enerva a las familias y les predispone luego para una reclamación es que no se les diga la verdad y no se les informe adecuadamente. Si después esto se acompaña de una disculpa o una cercanía que a veces se echa en falta, mejor. En Estados Unidos hubo una campaña sanitaria hace años que se titulaba «Say sorry» en la que se invitaba a los médicos a decir lo siento. Allí las cuantías indemnizatorias son mayores pero es una cultura que sí ha arraigado. Es una actitud frente al error que yo reivindico, para mí es fundamental y no es solo la reflexión fruto de este libro. En algunos países hay mecanismos obligatorios de comunicación de errores.
—¿La obligación de que el médico deje constancia del error?
—Sí, a través de un sistema de comunicación de errores. En España tenemos un programa que se llama SINAP para notificación de eventos adversos pero no ha calado. De hecho está abierto a todo tipo de profesionales, y más del 50 % de las notificaciones son de enfermería.
—Tampoco deja bien parada a la Administración, de la que señala que lo único que hace es desestimar quejas que muchas veces sitúan al médico en la tesitura de ir a juicio.
—Con su actitud la Administración sanitaria lo que hace a veces es daño a los profesionales. Porque al fallar los mecanismos de resolución de quejas los lleva a juicio directamente a través de una jurisdicción que aunque tiene pocas sentencias en contra es penal. El mecanismo de resolución de reclamaciones parece a veces toda una invitación a ir por otras vías porque son contestaciones estereotipadas. Se habló de la mediación en los últimos años, pero creo que todos los intentos nacieron condenados de antemano. En Madrid se ha generado un sistema de mediación para una resolución rápida en reclamaciones de menos de 12.000 euros, es decir, donde las aseguradoras se lo juegan si no les interesa.

—Las aseguradoras optan siempre por ir a juicio con la esperanza de que el paciente se canse y no recurra.
—En países cercanos como Francia o Italia existen sistemas de compensación de errores, por ejemplo en relación a eventos adversos por reacciones a medicamentos o infecciones nosocomiales. Se gestionan a través de fondos de compensación casi como los accidentes de tráfico. Aquí no existen y hay muchas aseguradoras que responden solo a partir de determinadas cuantías, por ejemplo la del Sergas ahora mismo tiene una franquicia de 30.000 euros. Evidentemente tienen muchos más recursos para defender una reclamación que un particular. Hay un entramado de intereses en torno a un negocio que mueve muchos miles de millones de euros al año con despachos ultraespecializados y gabinetes periciales. Si fuera solo una discusión jurídica evidentemente la confianza en el juez es máxima, pero estamos hablando de cuestiones tan técnicas que escapan el conocimiento de ese juez. Ahora incluso nos cuestionan la relación de causalidad, es decir, que el paciente haya fallecido por esto, planteando otras hipótesis para sembrar la duda.
—¿Hay dificultades para encontrar peritos, es decir, especialistas sanitarios que valoren estos casos?
—En Galicia tenemos la suerte de tener una Facultad de Medicina con un instituto de ciencias forenses muy potente tanto en genética forense, con Ángel Carracedo, como en patología forense. Pero tiene unos recursos muy limitados para atender la demanda de pericias que plantea el contexto actual, por lo que encontrar a profesionales dispuestos a hacer pericia en contra del sistema sanitario o en contra de sus propios compañeros cuesta mucho.
—¿Cuál es el origen principal de los errores médicos?
—No podría hacer un ránking, pero hay dos aspectos que se repiten. El primero es que la información asistencial no es la que debería ser. Entiendo que a veces es por falta de tiempo pero hay un desajuste en el consentimiento informado, que no solo es consentir una intervención y firmar un documento. Muchas veces no se personaliza y se hace firmar un documento de consentimiento informado sin atender a las propias circunstancias personales. En segundo lugar, creo que hay muchos errores dentro del campo de lo que llamamos pérdida de oportunidad, diagnósticos o tratamientos que llegan tarde. Casos de pacientes que se ven obligados a salir del circuito público y acuden a la sanidad privada, en donde la reclamación ya no es tanto el daño personal como el daño patrimonial.
—Menciona el halo de superioridad de algunos profesionales médicos. ¿Esto afecta a la calidad de la asistencia?
—Lo dice en el prólogo Carracedo: el orgullo que ciega. Todos en algún momento, y supongo que es una condición muy humana, abordamos el diálogo con esa especie de superioridad técnica, la expresión famosa de «el médico soy yo». La he visto y ocurre incluso entre iguales, entre especialistas. A veces eso nos lleva a actitudes extremas que al final pueden predisponer al error por la autosuficiencia de decir esto es así. El problema de la medicina pública es que se ha perdido la continuidad asistencial, por lo que muchas veces se arrastra el error porque no se cuestiona lo que ha dicho el compañero. Una enfermedad es un proceso evolutivo y un síntoma que aparece puede hacerte cambiar la perspectiva del problema. Cuando analizamos casos a veces pensamos «era agosto, era Navidad, era fin de semana». En las historias clínicas vemos corta y pega. El problema es que no sabemos reconocer que el sistema hace aguas y es cada vez más deficitario. Seguimos escuchando que tenemos la mejor sanidad del mundo.
—Judicializar la sanidad lleva a una medicina defensiva, que es muy perjudicial.
—La medicina defensiva está proscrita en el código deontológico. Esta cuestión se planteó en un foro en el que dije ¿no os dais cuenta que los consentimientos informados en los que hacéis firmar a los pacientes que puede pasar de todo y que el paciente lo sabía y asumió el riesgo son medicina defensiva? Casos de procedimiento penal, en donde el médico se juega muchísimo, desde su prestigio hasta una condena que le puede llevar a una inhabilitación, podemos tener en España media docena de juicios al año. En el procedimiento habitual el médico no sale en ningún caso perjudicado más allá de su orgullo profesional. La mayoría de las reclamaciones se dirigen a los servicios públicos de salud o a las compañías de seguros, por lo que relativicemos la medicina defensiva como reacción al miedo a una denuncia. No debería existir cuando las estadísticas dicen que más del 95 % de las denuncias penales contra médicos se archivan. Y ojo con la medicina defensiva porque hemos visto incluso historias clínicas adulteradas.