Oficina de la Seguridad Social (no me pregunte si se corresponde con Tesorería, Servicios Generales...) Lo que intento es hacer una consulta respecto a una contratación. No tengo cita previa, y me encuentro con un guardia de seguridad en la puerta. El hombre, muy educado él, está cuadrado.
—No puede entrar. Es con cita previa, me dice.
—¿Puedo entrar para solo pedir la cita previa?, le contesto.
—Imposible. Tiene que pedirla en la web o llamar por teléfono.
Llamo delante de él por teléfono. Nadie lo coge en cinco llamadas. Tampoco en la web. Algo falla. Posiblemente la cobertura [Pienso en estos momentos en la gente del medio rural con unas conexiones que dejan mucho que desear].
—[Insisto] Vamos a ver, qué más le da dejarme pasar para pedir una cita. El teléfono está inoperativo y la web no va en estos momentos. Y todos los que están en la oficina [unos cuantos aunque las mesas no están todas ocupadas] solo están atendiendo a dos personas.
—No puede ser.
—¿Por qué? ¿Por el covid? Pero si ya estamos todos, incluidos sus compañeros, haciendo vida normal, saliendo a cenar, haciendo deporte y tomando copas por la noche.
Imposible. Pese a la insistencia, no pude entrar. El guardia hizo su trabajo. Las administraciones (todas) han cerrado la ventanilla de atención al público y nos han impuesto la cita previa aprovechándose de la coyuntura. Una farsa que beneficia a unos pocos y perjudica a todos los demás. Y no se engañen: las colas no se ven, pero están.