Cáritas denuncia que personas vulnerables se quedan sin pedir ayudas porque no consiguen que las atiendan
04 feb 2023 . Actualizado a las 05:00 h.La cita previa obligatoria no es legal, como ha advertido el Defensor del Pueblo. Tampoco es efectiva, por los problemas técnicos que genera y la dificultad que supone para determinados colectivos su obtención. Pero también es injusta y no respeta el principio de igualdad que se garantiza en la Constitución.
Integrantes de Cáritas de A Coruña advierten con contundencia que la burocracia y los requisitos que se exigen para acceder a las Administraciones están impidiendo que personas en situación social y económica vulnerable pidan ayudas oficiales porque no consiguen que las atiendan.
«Nós mesmas tratamos de conseguir por internet citas na Seguridade Social os luns dende primeira hora e xa non o logramos para esa mesma semana ou, ás veces, para ese mes», relata Beatriz Pereira, coordinadora del programa Acompáñote de Cáritas de A Coruña, centrado en la atención de mayores de 65 años que viven solos y con pocos recursos. Con esa demora, señala, en infinidad de ocasiones se frustra la obtención de ayudas que son urgentes para quienes las demandan. «É un problema moi serio, que agrava cada vez máis a imparable tendencia de esixir cita previa por internet», explica Pereira. «Pasamos o tempo tratando de resolver trámites, atrasos que fan que se excedan prazos para algunhas xestións», añade.
Beatriz Pereira propone a las Administraciones públicas que habiliten fórmulas específicas para los mayores de 65 años, quienes ven cómo aumenta su dependencia de familiares, allegados u organizaciones de ayuda y que, advierte, si no cuentan con ese apoyo su situación se termina agravando.
Cáritas resalta la incongruencia de algunas practicas burocráticas. «O Concello da Coruña esixe que se complete un formulario para acceder ás súas axudas sociais, que require da certificación do banco da conta do interesado. Algunha entidade aproba que sexamos nós quen fagamos a mediación, pero outros moitos reclaman a presenza do solicitante, o que non sempre é posible cando se trata de xente enferma, encamada ou maior con moi pouca mobilidade», dice Beatriz Pereira. Añade, asimismo, que la solución que las entidades financieras le sugieren es que el titular de la cuenta en la que se va a ingresar la ayuda haga un poder notarial en favor de quienes van a prestar su ayuda, «pero a maioría non llo pode permitir, pois conta con pensións contributivas moi baixas ou pensións de 600 euros, que co aluguer, a electricidade e a alimentación non hai marxe para nada máis», acredita la coordinadora.
La organización de la Iglesia católica gestiona tanto recursos públicos como privados, con servicios como el de ayuda a domicilio, residencias, teleasistencia, bono social o suministros. «Nós imos duchar xente ás súas casas, a levarlles comida con programas municipais, e para isto precisamos dunha serie de documentos, médicos, de dependencia ou rendas, que lle resulta moi difícil de conseguir aos interesados, e a nós tamén», cuenta Pereira.
Problemas en el registro
Antón Bouzas, portavoz del colectivo de lucha contra la pobreza Os Ninguéns de Vigo, relata: «Todos los días nos encontramos situaciones de urgencia que nos cuesta resolver por los muros que han levantado las Administraciones». Cuenta el caso de hace unos días en el que una mujer quiso exponer su situación en un escrito que intentó hacer llegar al alcalde vigués por registro: «No se lo admitieron. La obligan a rellenar un formulario tipo con una casilla mínima al final para exponer lo que considere y le quepa en ese reducido espacio. Tuvo que irse, llevarse el formulario para completar en casa y con una cita para el mismo registro con más de una semana de demora». Y añade Bouzas que previamente la joven tampoco había conseguido cita para ser atendida por una trabajadora social.
«He visto a gente llorando ante la pantalla de petición de citas del Concello. Una de ellas fue una señora mayor que no sabía qué hacer ante la máquina para obtener un turno. La ayudé y me dijo que estaba desesperada. Eso le está ocurriendo cada vez a más gente», concluye Antón Bouzas.