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Ana Baneira, la gallega encarcelada durante casi cuatro meses en Irán: «Volvería si me prometen que no me van a detener»

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GALICIA

Ana Baneira, la gallega encarcelada durante casi cuatro meses en Irán: «No soy activista»
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EUROPAPRESS TV

La joven de 25 años, que regresó a casa esta semana, niega su participación en las protestas y asegura estar «superfeliz»

02 mar 2023 . Actualizado a las 17:03 h.

 Ana Baneira, la española de 25 años encarcelada en Irán y liberada recientemente, asegura estar «superfeliz» tras su regreso a casa, con su familia, en A Coruña, agradecida por todo el trabajo realizado para su liberación y confiada en que también se logre la del otro español retenido en el país, Santiago Sánchez.

Lo hace, además, en una entrevista concedida a Europa Press, insistiendo en que no es «activista». «Entré el 6 de septiembre, no había ningún tipo de protesta ni se le veía venir», asegura tras explicar que viajó a Irán como mochilera. 

Lo hizo tras visitar antes Turquía, Georgia y Armenia y sin que, inicialmente, estuviese programado. «Al principio de mi viaje, el objetivo no era ir a Irán sino a la capital de Azerbaiyán, pero estaba cerrada la frontera por tierra y decidí bajar a Irán», país del que destaca la hospitalidad de su gente y al que reconoce que volvería «si me prometen que no me van a detener».

Tras 138 días en una prisión iraní, acusada de participar en las protestas por la muerte de la joven kurda Mahsa Amini, la joven relata por vez primera su experiencia entre las rejas: «El día en la cárcel era dormir mucho y jugar con la imaginación», ha contado en este caso en una entrevista con Efe firmada por José Carlos Rodríguez.

Cuando entró en Irán el 6 de septiembre, nada hacía prever a Baneira lo que sucedería después: «No había ningún tipo de protesta ni se veía venir nada. Mi motivo para entrar en Irán fue básicamente seguir mi viaje de mochilera», asegura. Pero a mediados de septiembre el país fue sacudido por diversas protestas ciudadanas tras la muerte de la joven kurda Mahsa Amini a manos de la policía por llevar mal el velo.

Baneira asegura que no participó en ninguna protesta. Sin embargo, el 12 de octubre, cuando ya llevaba un mes viajando por el país y se dirigía con un amigo iraní a la ciudad de Persépolis, la policía la detuvo sin darle ninguna explicación, dice. «Estábamos repostando en la gasolinera y de repente se metió en el coche la policía. Me detuvieron, me metieron en otro coche y ahí fuimos directamente a una sala de interrogatorios. Me hicieron un interrogatorio de bastantes horas y me dijeron que no era suficiente y que al día siguiente había que continuar», explica la joven.

Un día antes de su arresto, cuenta, acudió a la oficina de Migración en la ciudad de Shiraz para «extender su visado» y quedarse más tiempo en el país. Durante ese proceso, tuvo que realizar una «pequeña entrevista», en la que la interrogaron por los «objetivos» de su viaje y los lugares que ya había visitado. «Para nada me esperaba que algo así pudiera ocurrir. De hecho, cuando terminamos la entrevista me dijeron que en los próximos tres días me iban a dar la extensión del visado para un mes», afirma.

Ana Baneira entró en prisión acusada de espionaje, aunque ella no sabría los motivos de su detención hasta varios días después. Explica que el primer mes fue «muy duro» por la incertidumbre y por el miedo a ser acusada de algo grave, como finalmente ocurrió.

En una celda «bastante amplia»

Cuenta que su celda, en el módulo de mujeres, era «bastante amplia» pero que sus compañeras «no hablaban inglés» por lo que no tenía manera de comunicarse. «La mímica en la cárcel funcionaba bastante bien, y me enseñaron algunas palabras en farsi, básicamente insultos. También los buenos días. Nos entendíamos por gestos», cuenta Baneira con una sonrisa.

Las salidas al patio y actividades como la limpieza o lavar la ropa la ayudaban a estar más relajada. «El día a día era dormir mucho y jugar mucho con la imaginación», explica, y revela además que durante los primeros dos meses no tuvo contacto con nadie, ni siquiera con sus familiares. «Te obligas a pensar que tus familiares están bien y que te van a liberar, pero no sabes cuándo. Eran los dos pensamientos a los que me aferraba constantemente», añade.

Transcurrido un mes, fue trasladada a la cárcel de Evin, en Teherán. Allí sí que pudo hablar con la embajada española en Irán para informarles de que se encontraba bien. Tras meses en prisión, Baneira fue liberada el pasado sábado por un juez. De ese proceso conoce poco, pero agradece a la embajada y a todo el equipo del Ministerio de Asuntos Exteriores español y al homólogo iraní su trabajo. «Sé de buena mano que han hecho todo lo que han podido por liberarme y espero que también lo estén haciendo por Santiago», asegura.

Se refiere a Santiago Sánchez Cogedor, el español que sigue en una prisión iraní, en su caso tras ser detenido el pasado 2 de octubre después de visitar en Saqqez la tumba de Amini. La joven asegura que nunca tuvo contacto con Santiago ni con ninguna persona extranjera detenida, pero pide su liberación.

Sobre Baneira aún pesan cargos, aunque precisa que son «menores» y que prefiere no especificarlos. Aclara que se niega a llevarse un mal recuerdo de un lugar donde se sintió «muy segura» antes de su detención y del que destaca «la hospitalidad de la gente». Para ella pesa más su experiencia positiva, previa a su arresto, que la negativa: «Sería muy injusto juzgar a todo el país por la detención», señala.

De su llegada a España, el pasado lunes, subraya la felicidad y lo emotivo del momento: «Fue una suerte que pudiésemos hacerlo a solas, eso fue muy importante para nosotros». Ahora todo son días tranquilos. Paseos por la playa, tomar café y la tortilla de patatas «riquísima» de su madre, su primera comida tras aterrizar.

Su próximo viaje será el Camino de Santiago. Luego, «como todo joven de 25 años», afirma, le tocará «buscar trabajo». A Baneira, que está muy vinculada a la sostenibilidad, le gustaría «seguir por ese camino». Eso sí, asegura que no es activista, como se ha dicho de ella: «Me parece irrespetuoso que me llamen activista cuando hay activistas de verdad que están haciendo un gran trabajo», zanja.