
No hacía falta profesar su fe para aguardar con expectación las palabras del portavoz nacionalista en la primera investidura. Aunque no se comulgue con el BNG, admitamos que un gallego de bien no puede sentir
No hacía falta profesar su fe para aguardar con expectación las palabras del portavoz nacionalista en la primera investidura. Aunque no se comulgue con el BNG, admitamos que un gallego de bien no puede sentir