Las pugnas por los últimos escaños provinciales y la dispersión del voto condicionan las mayorías para las elecciones gallegas del 18F

Manuel Varela Fariña
Manuel Varela SANTIAGO / LA VOZ

GALICIA

El PP podría lograr dos diputados más, en Lugo y en Ourense, sumando los votos de Vox que no lograrán escaño; de concurrir juntos, Sumar y Podemos dejarían a los populares sin mayoría absoluta, a partir de las proyecciones de Sondaxe

18 ene 2024 . Actualizado a las 16:03 h.

A un mes exacto de las elecciones gallegas del 18 de febrero, los partidos se enfrentan a un escenario abierto en el que los últimos escaños en cada provincia, especialmente en las de A Coruña y Pontevedra, están muy disputados. Así lo recoge el análisis a la estimación de votos de Sondaxe, que sitúa a los populares con 39 escaños, uno sobre la mayoría absoluta, pero que la dispersión de los sufragios podría alterar con facilidad. Y esto ha llevado a que ya no solo los partidos de izquierdas, sino a que el PP apele también a evitar la pérdida del voto ante fuerzas como Vox, cuyos votos en la comunidad nunca han tenido rendimiento más allá de obtener una concejala en Avión; ni un solo representante autonómico o en las Cortes desde que concurre en Galicia. No se rentabilizan en el Parlamento, pero sí tienen consecuencias. Y lo mismo con otras fuerzas minoritarias.

Basta echar la vista atrás a las elecciones generales del 2019, cuando el reparto de escaños en la provincia de Pontevedra hizo que el PSOE se llevase un tercer diputado en la circunscripción que, de no ser por los votos que absorbió Vox y que tradicionalmente habría mantenido el PP, habrían dado a estos un parlamentario más. Y aún más reciente, y perjudicial para los intereses de Alberto Núñez Feijoo, lo que ocurrió en las últimas generales de julio del 2023 en la misma provincia, donde los más de 26.000 votos de Vox se perdieron. De quedarse en el PP, habría supuesto un cuarto diputado que rompería el empate con el PSdeG, en detrimento del acta que logró Verónica M. Barbero, de Sumar, y que otorgaría al presidente popular un escaño más para optar a su investidura. En esos comicios, el partido de Santiago Abascal obtuvo en Galicia más de 77.000 votos que cayeron en saco roto; ninguno sirvió para materializarse en un diputado.  

Nadie en el PP gallego, ni siquiera cuando el candidato Alfonso Rueda fue preguntado por ello, había alertado hasta ahora en público sobre los efectos de dispersar el voto. Pero sí lo hicieron los dos máximos dirigentes de los populares a nivel nacional, que conocen perfectamente esos efectos en Galicia: el portavoz en el Congreso, Miguel Tellado, y el presidente Alberto Núñez Feijoo, quien esta mañana reprochó el «error» de los de Santiago Abascal al decidir presentarse en Galicia.

La izquierda también se aferra a la aritmética para proclamar que en las elecciones gallegas del 18 de febrero habrá posibilidades de cambio. Con precauciones a justo un mes para los comicios, los responsables de campaña lanzan un «hai partido». Alcanzan esa conclusión basándose, sobre todo, en dos claves: la necesidad de movilizar al electorado, partiendo de que la abstención en las autonómicas es notablemente más alta que en las generales, y las constantes llamadas a unir el voto bajo las mismas siglas.

Hace semanas que el BNG insiste en ese mensaje de concentrar el voto «que quere cambio» en la candidatura de Ana Pontón, añadiendo a su ecuación a votantes no nacionalistas ante la amenaza de que Sumar, que además concurrirá sin Podemos, preserve parte de los apoyos que en las elecciones generales situaron a la formación de Yolanda Díaz como tercera fuerza en Galicia. Y esta misma mañana lo hizo el número dos del PSdeG, José Manuel Lage, que siguiendo lo proclamado el pasado sábado por su aspirante a la Xunta, José Ramón Gómez Besteiro, expuso que la alternancia en el Gobierno gallego será posible si los socialistas conservan las papeletas que obtuvieron en las generales.

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La proyección con Sondaxe

El último barómetro de Sondaxe, publicado el 7 de enero, muestra un retroceso del PP en las primeras elecciones de Alfonso Rueda como candidato, si bien conservaría cierto margen sobre los 38 que le permiten seguir gobernando. Pero las mayorías en el Parlamento gallego penden de un puñado de votos en los repartos de diputados, que en la ley electoral autonómica añaden el condicionante del 5 % mínimo de apoyos para obtener diputados por una circunscripción.  

El BNG estaría cerca de obtener dos diputados más en el reparto del último escaño en A Coruña y Ourense; el PSdeG roza uno más en Pontevedra, donde ya lo había perdido en el recuento del sufragio exterior en las autonómicas del 2020; y el PP tendría próximo un noveno diputado por Lugo. El porcentaje de Sumar y Podemos combinado restaría dos diputados a los populares, dejándoles por debajo de la mayoría absoluta.

Este es el escenario que proyecta Sondaxe en cada provincia y cómo afecta la dispersión del voto:

En A Coruña, la aplicación del método D'Hondt otorga el decimocuarto diputado a Sumar, de un total de 25. El PP cierra el reparto para hacerse con un total de trece, y el coeficiente sitúa a continuación a BNG y PSdeG. En la práctica, unos cientos de votos. Las distintas sensibilidades en Sumar impiden determinar cómo se repartiría el voto entre nacionalistas y socialistas si los de Marta Lois no concurriesen. Sin embargo, de presentarse junto a Podemos, Sumar tendría un segundo escaño que restaría al PP. Si los votos de Vox fuesen a parar a los populares, estos solo consolidarían su ventaja sobre el resto, sin alterar la distribución, aunque un vigesimosexto diputado iría al PP en vez de al Bloque.

En Pontevedra, Vox tampoco altera el reparto de escaños para el PP. Los restos en Pontevedra, sin Sumar, darían un diputado más al PSdeG, hasta 6, y dejarían al Bloque cerca del octavo, en función de cuántos votos podría obtener del partido de Yolanda Díaz. Eso sí, a Sumar vuelve a perjudicarle que fracasase el pacto de coalición con Podemos. Juntos superarían el umbral del 5 %, lo que les daría un diputado que perdería el PP. 

En Lugo y Ourense sí existe ese margen de mejora para el PP, como advierten Feijoo y Tellado. Sin Vox, el PP crece hasta los nueve escaños, restando uno al PSdeG, provincia por la que se presenta Besteiro, que entraría al Hórreo acompañado en Lugo solamente por la exalcaldesa Lara Méndez. En Ourense, se repetiría ese resultado con los mismos protagonistas (9 PP, 2 PSdeG). Aquí hay mayor dispersión de votos, con Sumar y Democracia Ourensana por encima del 3 % de los sufragios.