Más radares, más controles y más agentes para frenar la alta mortalidad en la carretera
GALICIA
Galicia suma 900 fallecidos en accidentes de tráfico en los últimos diez años
27 abr 2024 . Actualizado a las 05:00 h.«Voy a ser muy claro. El dato nos alarma porque supone un incremento del 16 % con respecto al mismo período del año pasado. No es un aumento en absoluto normal». El ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, reconoció así este viernes la preocupación del Gobierno por la «elevada letalidad» del primer trimestre en la carretera. Ese aumentó del 16 % es significativo porque el incremento que se considera tolerable ronda el 5 %. En Galicia, en lo que va de año han muerto 36 personas, 11 más (un 44 %) que en las mismas fechas del 2023.
Cualquier variación al alza en la estadística de siniestralidad hace que se enciendan todas las alarmas. Las cifras de conjunto son demoledoras: 900 muertos en Galicia en los últimos diez años, 11.000 en España. No son números. Son padres, hermanos, novias, hijos... Vidas destrozadas por la carretera. «No podemos permanecer impasibles», advirtió el ministro. El análisis que le preparó la Guardia Civil de Tráfico ofrece un pésimo diagnóstico, que revela una mayor letalidad en los siniestros, algo que se considera relevante en un contexto de coches más seguros y de mejores carreteras.
La radiografía del primer trimestre muestra que hubo un aumento del 50 % de fallecidos en autopistas y autovías, que son las más seguras; que hubo más siniestros graves causados por el alcohol y las drogas, y que volvió a subir el número de motoristas muertos, sobre todo los fines de semana. Las salidas de vía y las colisiones siguen siendo los tipos de accidente más frecuentes, en especial los choques laterales y frontolaterales, que crecieron en las carreteras convencionales. Por edades, la mayoría de los fallecidos se registraron en el tramo de entre 45 y 54 años.
Con esa radiografía de la situación, el ministro, que estaba acompañado del director general de Tráfico, Pere Navarro, anunció medidas urgentes para hacer frente a esa elevada mortalidad y que se centran en la vigilancia de la velocidad y del alcohol. Habrá una clara apuesta por el control automatizado de la velocidad con la instalación de 95 radares fijos en las carreteras españolas, el 60 % de tramo. Interior también quiere recuperar la presencia policial en la carretera, para lo que incorporará a lo largo de este año 150 nuevos agentes de Tráfico. También habrá más servicios de la Guardia Civil en autovías y autopistas, con patrullas estáticas y dinámicas y con coches camuflados, en especial en los tramos y en los momentos que aparecen identificados como de mayor riesgo.
Siguiendo las órdenes del ministro del Interior, la DGT intensificará los controles preventivos de alcoholemia en todo tipo de carreteras y a todas horas. El consumo de alcohol entre los conductores no ha descendido y, de hecho, ha crecido el número de automovilistas fallecidos que superaban las tasas de alcohol. La previsión es que a final de este año se hayan realizado seis millones de pruebas de alcohol y 120.000 de drogas en España.
La otra gran preocupación de los responsables de Tráfico son los motoristas, un colectivo considerado vulnerable cuya siniestralidad no deja de crecer. La Guardia Civil intensificará las campañas de control y vigilancia de estos usuarios, en especial los fines de semana y en las carreteras que más utilizan los motoristas, que habitualmente son las que tienen más trazados de curvas. Además, los agentes usarán motos camufladas para controlar las imprudencias, un tipo de vigilancia que se efectuará en las comunidades con elevada siniestralidad de motoristas, que son Galicia, Andalucía, Valencia, Castilla y León, Baleares y Canarias.
Motos camufladas, un servicio de vigilancia que se inició en las carreteras gallegas
El uso de motos camufladas que ahora anuncia el ministro del Interior es un servicio que se experimentó en las carreteras gallegas en el verano del 2020 con los motoristas del Sector de la Guardia Civil de Tráfico de Galicia. En esos ensayos, los agentes camuflados se infiltraron en grupos de moteros y acudían a los tramos habituales en los que se estaban detectando excesos de velocidad y consumo de alcohol entre los motoristas.
En función de la gravedad de las infracciones que observaban, los guardias civiles infiltrados podían intervenir directamente o alertaban a las patrullas uniformadas para que parasen al motorista infractor. El objetivo de ese tipo de vigilancia es el de evitar la sensación de impunidad que tienen determinados motoristas que de forma sistemática suelen incumplir las normas básicas para una circulación segura.
Los motoristas son una constante preocupación para los responsables de la seguridad vial, ya que cualquier maniobra equivocada puede acabar en una tragedia. En Tráfico tienen muy claro que las consecuencias de un accidente de moto son casi siempre muy graves.