
a propia denominación del recinto porteño (Hotel de los Inmigrantes) dice mucho de cómo se consideraba entonces al recién llegado. No era un furtivo, sino el huésped de una Argentina macanuda que recibía encantada a
a propia denominación del recinto porteño (Hotel de los Inmigrantes) dice mucho de cómo se consideraba entonces al recién llegado. No era un furtivo, sino el huésped de una Argentina macanuda que recibía encantada a