
Imaginemos que una pesadilla estival debida a las altas temperaturas nos traslada a una Galicia distópica. En ella somos un país sin Estado que nos ampare, huérfanos de una Constitución democrática, desnudos de un Estatuto,
Imaginemos que una pesadilla estival debida a las altas temperaturas nos traslada a una Galicia distópica. En ella somos un país sin Estado que nos ampare, huérfanos de una Constitución democrática, desnudos de un Estatuto,