La amplia red de carreteras de la Xunta fuerza un gasto récord en conservación
GALICIA
La Axencia Galega de Infraestruturas destinará 68 millones a mantener los estándares de seguridad vial en cerca de 5.500 kilómetros de calzadas
01 nov 2024 . Actualizado a las 05:00 h.Los tiempos están cambiando. Si hace unos años la política de carreteras de la Xunta estaba orientada a la construcción de nuevas infraestructuras, especialmente autovías, la realidad es que, salvo algunos territorios concretos, la inmensa mayoría de la comunidad está bien conectada. El inventario de carreteras ha crecido mucho y esto implica que los Presupuestos para el 2025 tengan una partida récord de 68 millones de euros para su mantenimiento. «Las necesidades de conservación crecen porque la edad de nuestras infraestructuras también va aumentando. Durante los últimos años nuestro volumen de activos, en especial de vías de alta capacidad, se incrementó mucho y ahora ya empieza a tocar la época en las que esas infraestructuras van teniendo una edad y es necesario dedicar más esfuerzo a la conservación», explica Francisco Menéndez, director de la Axencia Galega de Infraestruturas (AXI), que participó en un café de redacción en las instalaciones de La Voz de Galicia, a las que acudió acompañado por el jefe de Planificación, Innovación y Seguridad Vial, Héctor Presas.
El gasto en conservación supera al de obra nueva en las cuentas autonómicas, pues es necesario mantener la amplia red de infraestructuras, que se acerca a los 5.500 kilómetros. «La demanda de nuevos proyectos ha bajado mucho entre la ciudadanía y lo que ha subido es una demanda de que las infraestructuras de las que disponemos estén en buen estado», constata Héctor Presas, que recuerda las protestas de usuarios por el mal estado de las autovías estatales en los últimos años. Francisco Menéndez, director del órgano dependiente de la Consellería de Vivenda e Planificación de Infraestruturas, ve incluso cierta oposición ciudadana a que se intervenga en determinados entornos con nuevas autovías o carreteras.
A este contexto se suma una mayor disponibilidad presupuestaria para destinar más fondos a actuaciones relacionadas con la seguridad vial, como es el mantenimiento de la malla viaria, la supresión de tramos de concentración de accidentes y la ampliación de la red de sendas peatonales o ciclistas que la AXI comparte con Mobilidade, dependiente ahora de la Consellería de Presidencia. «Los presupuestos de este año tienen un cambio muy relevante con respecto a años anteriores, que es básicamente la disminución drástica de la partida destinada al pago del peaje en sombra de las concesiones por canon de demanda en cuatro autovías autonómicas, en las que pagábamos por cada coche que pasaba por ellas. Esto permite incrementar las partidas de gasto efectivo que tenemos en nuestro presupuesto», explica Menéndez. El rescate de estas autovías supondrá un ahorro de 30 millones de euros al año.
El gasto en conservación, por tanto, va a ser cada vez más relevante, «ya no solo para mejorar la infraestructura, sino solo para evitar que se deteriore», matiza Héctor Presas. Así, este año también se ha batido el récord en actuaciones relacionadas con el refuerzo de firmes, con una inversión de 28 millones.
En este sentido, Francisco Menéndez ve necesario «ir moviendo el foco no solo hacia la conservación de los firmes, sino también hacia las estructuras y obras de paso [viaductos y puentes], que han ganado peso en los últimos años». «Siempre nos ha funcionado bastante bien anticiparnos. Hemos creado unos mecanismos y unos sistemas de inspección que nos permiten adelantarnos, pero ahora tenemos que dar un paso más allá. La conservación de las infraestructuras, al final, también es de alguna manera seguridad vial», añade. Menéndez recuerda que las actuaciones en firmes son muy costosas: por ejemplo, extender una capa de rodadura de un kilómetro en dos carriles supone 100.000 euros.
Implicación en seguridad vial
Aunque la Xunta no tiene competencias directas en estos asuntos —corresponden a la Dirección General de Tráfico—, en los últimos años se ha implicado mucho en actuaciones e iniciativas relacionadas con la seguridad vial. Ejemplo de ello es aquella exitosa campaña para que los peatones utilizaran prendas reflectantes en sus paseos por las carreteras, una medida que evita muchos atropellos, especialmente en zonas rurales. La seguridad de los peatones y las intrusiones de fauna salvaje en las carreteras siguen siendo preocupaciones constantes en este departamento. Y en los últimos años se ha sumado la alta siniestralidad entre los motoristas, mientras el parque de motocicletas crece año a año. «Del 1 al 31 de agosto hubo 61 fallecidos en accidentes de tráfico, de los que 21 eran motoristas y once peatones», constata Francisco Menéndez.
Por muy seguras que sean las carreteras, el factor que explica la mayoría de los accidentes graves es el comportamiento de los conductores. «El problema de la siniestralidad ahora mismo no son las infraestructuras, sino un patrón de comportamiento o unos factores de riesgo que no deberían permitirse», dice el director de la AXI, muy preocupado por los avisos en redes sociales cuando hay controles de la Guardia Civil. «Estamos volviendo a ver unos tipos de accidente de gente muy joven en unas determinadas horas y con una gravedad altísima. Son unos siniestros con unas consecuencias sociales muy graves y traumáticas que no se veían desde hace años», añade.
Buscando fórmulas efectivas para evitar intrusiones de fauna en los viales
En el año 2016, la Xunta identificó 52 tramos de concentración de accidentes (TAC) que fue eliminando progresivamente con una inversión relativamente baja, unos 14 millones de euros, pero con una reducción de la siniestralidad de más del 60 %. «Son obras más costosas de ejecutar desde el punto de vista de la tramitación administrativa, porque actúas en zonas periurbanas en las que tienes que expropiar», explica Francisco Menéndez, que celebra que puedan contar con fondos Feder de la UE para este tipo de actuaciones. A los TAC se sumó en los últimos años una idea nueva: los tramos de alto potencial de mejora (TAPM). «Este concepto, que surge de una directiva europea, amplía o perfecciona el anterior ponderando la gravedad de los accidentes en función del coste social. Conceptualmente, lo que significa es que no es lo mismo un accidente con un fallecido que uno que tenga heridos graves o leves o solo daños materiales», explica Héctor Presas, responsable de Seguridad Vial.
Carreteras «amigables»
En tramos con víctimas mortales las intervenciones de la Axencia Galega de Infraestruturas serán más amplias y extensas que en los TAC. «Son actuaciones más orientadas a proteger márgenes, eliminar obstáculos en los bordes de la carretera y conseguir carreteras más amigables, que sean más receptivas para el usuario y que, en caso de accidente, las consecuencias no sean tan graves. Digamos que se parte de la base de que los errores humanos existen y que lo que hay que evitar es que sean más gravosos», asegura Presas.
Otra de las preocupaciones de la Xunta son las intrusiones de fauna en las carreteras. La AXI ha identificado tramos que suman 350 kilómetros en los que existe un peligro alto de que los jabalíes u otros animales salvajes ocupen la calzada, con el consiguiente riesgo de colisión. Hasta ahora no se ha encontrado una innovación tecnológica para evitarlo, después de probar experiencias tan exóticas como la orina sintética de lobo. Pero siguen a la búsqueda de la fórmula ideal. «Estos sistemas van orientados a modificar el comportamiento del animal, no el del conductor. Intentan que el animal no cruce, pero el problema es que los animales aprenden», dice Héctor Presas. Para Francisco Menéndez, el problema no es la lesividad de los accidentes. «No son muy graves, pero requieren muchos medios. La Guardia Civil se pasa muchas horas con estos atestados, los seguros... y sobre todo el miedo que produce en los conductores».