El joven, que llegó a entrar en parada hasta seis veces antes de morir, perdió la vida por la suma de patadas y puñetazos, sobre todo en la cabeza y el rostro, según el forense que hizo la autopsia
09 nov 2024 . Actualizado a las 18:36 h.Era por todo el mundo sabido que a Samuel Luiz lo mataron propinándole puñetazos y patadas por todo el cuerpo durante los tres minutos que se prolongó la paliza. Pero fue mucho peor que eso. Lo desveló este martes en la Audiencia Provincial de A Coruña el forense que se ocupó de la autopsia. Al jefe de la sección de patología de la delegación en A Coruña del Instituto de Medicina Legal de Galicia (Imelga) no le hizo falta decir textualmente que «fue una agresión brutal y salvaje, con un ensañamiento inhumano», como ya había adelantado la Fiscalía. Al doctor en medicina legal le bastó con describirle al jurado las heridas que tenía el fallecido por todo el cuerpo para que el tribunal popular se hiciese una composición de la bestialidad de los golpes.
Los agresores le buscaron la cabeza y el rostro. Eran esas las partes de su cuerpo con más heridas. Ahí apuntaban con sus zapatos y sus manos. Resultó sobrecogedor escuchar al forense explicar que Samuel tenía lesiones hasta en la boca, seguramente producidas por patadas. Todo su cuerpo recibió golpes. En la autopsia se detectaron incluso signos en su pecho de los intentos de reanimación. El forense destacó que la víctima llegó a entrar en parada hasta en seis ocasiones antes de morir. Tres cuando lo atendían en la calle y otras tres cuando ya viajaba en la ambulancia.
Samuel tenía 21 lesiones importantes. La mayor parte de ellas en el rostro y en la cabeza. Ninguna de ellas era mortal de necesidad, pero fue la suma de todas las que acabaron con su vida. Sobre todo, las recibidas en el cráneo. Además, Samuel no pudo ni poner las manos para protegerse de los impactos que le llegaban desde todas direcciones a lo largo de casi 200 metros de recorrido. El forense lo comprobó examinando sus nudillos. No presentaban marca alguna. La víctima no golpeó a nadie ni fue capaz de frenar un solo golpe.
De manera detallada, el especialista del Imelga se dirigió al jurado apoyado en imágenes y gráficos para que sus integrantes tuvieran una mejor comprensión de las lesiones que llevaron a Samuel a la muerte. Evitó las fotografías dolorosas. Pero sí expuso las necesarias para explicar que «la hemorragia subaracnoidea se fue acumulando golpe tras golpe. Todos sumaron sin que a la víctima le diese tiempo a recuperarse», explicó. Cada puñetazo, cada patada, incrementaba la lesión anterior. «Hasta que Samuel perdió la consciencia», concluyó.
Otro de los asuntos que los miembros del jurado esperaban escuchar del doctor eran sus aclaraciones sobre la posibilidad de que se hubiesen utilizado armas en la agresión. «Ninguna de las lesiones examinadas arrojó luz o hizo pensar a los forenses en un arma contundente concreta». El cuerpo de Samuel Luiz no tenía ningún corte provocado por el filo de una navaja, dijo el especialista; si bien precisó que «una de las lesiones podría ser compatible con la que produciría el mango de un cuchillo o algo similar». A toda la sala se le vinieron a la cabeza las declaraciones de algunos testigos que pasaron por la Audiencia Provincial de A Coruña y que aseguraron que uno de los menores había utilizado un arma metálica de defensa conocida como kubotán, con la que golpeó a Samuel en la cabeza.
«Se iba tambaleando»
Aunque la víctima no presentaba fracturas óseas, sí tenía señales de contusiones dentro del cráneo. La autopsia sirvió también para demostrar que cuando Samuel recibió los golpes en la cabeza, no la tenía apoyada contra una pared, «sino que se iba tambaleando o que ya estaba inconsciente en el suelo y se movía sin ofrecer resistencia». Esos golpes se reflejan dentro del cráneo, no fuera. Para que el jurado se hiciera una idea de esa situación, el forense hizo una explicación con el ejemplo de un coche antiguo: «Cuando había un accidente, todos los ocupantes morían porque la chapa no absorbía el golpe. Ahora, las carrocerías están diseñadas para lo contrario. A nuestras cabezas les ocurre lo mismo. No absorben los golpes».
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También se refirió el médico forense a las heridas que el fallecido tenía en el cuello y que, según él, eran «totalmente compatibles con haber sufrido un mataleón», que es una técnica de estrangulamiento que suele emplearse agarrando con fuerza por el cuello a alguien y por la que incluso la víctima puede perder el conocimiento.
El examen de los móviles
Durante la sesión de este martes en la Audiencia de A Coruña también prestaron declaración dos de los agentes que hicieron el volcado de la información que contenían los teléfonos móviles de Alejandro Míguez y de Diego Montaña. Los dos investigadores de la Policía Nacional, que no pudieron declarar el día anterior, explicaron que aquella noche la persona que supuestamente inició la agresión, Diego Montaña, realizó 13 llamadas telefónicas y recibió 6, mientras que Alejandro Míguez recibió 14 e hizo 2.
Los procesados también realizaron varias búsquedas en las páginas web de periódicos, entre ellos La Voz de Galicia, aquella misma noche y se exculparon en las distintas conversaciones que mantuvieron con amigos y conocidos. Según su declaración, Kaio Amaral Silva contó de manera espontánea que había cogido el teléfono móvil de Samuel Luiz, un hecho por el que las acusaciones le piden otros cinco años de prisión.
Kaio y Míguez, los dos acusados que mantuvieron la vista de las fotos de la autopsia
Pese a que el médico forense que ayer se dirigió al jurado popular escogió las imágenes menos impactantes y duras para mostrar las principales heridas de Samuel, quienes las vieron tenían que mirar hacia otro lado en algunos momentos. ¿Cómo siguieron los acusados la intervención del doctor? Alguno no miró ni una sola vez al proyector. Dos, de vez en cuando, y los otros apenas apartaron la vista de las imágenes.
Llamó la atención la postura de Kaio Amaral, que durante casi todo el juicio permaneció con la vista puesta en el suelo. En esta sesión, en cambio, sí siguió con atención lo que el doctor en medicina legal iba explicando ayudándose de imágenes y gráficos.
Otro de los acusados que también prestó mucha atención a las explicaciones del especialista del Imelga fue Alejandro Míguez. Este es el imputado al que las cámaras de tráfico y de vigilancia grabaron en los alrededores del tumulto, si bien no hay un solo testigo que lo viera agredir a Samuel.
Distinta postura tomaron el resto de los procesados. Diego Montaña, al que señalan como el joven que comenzó la agresión al pensar erróneamente que Samuel Luiz lo estaba grabando con su móvil, continuó ayer como hizo desde el primer día, sin apartar la vista de la mesa y apoyándose el rostro sobre su mano. Es la misma postura que viene manteniendo el otro de los principales acusados, Alejandro Freire, Yumba, al que muchos vieron hacerle el mataleón a Samuel. Katy Silva, la más expresiva de los cinco en las sesiones del juicio —lloró desconsoladamente durante la declaración del padre de Samuel y en muchas ocasiones se comunica con su abogado para hacerle apreciaciones—, evitó ayer mirar al televisor que hay en la sala.
El juicio continúa este miércoles con las declaraciones de otros dos médicos forenses del Imelga (informes sobre secuelas psicológicas) y de un perito propuesto por la defensa de Alejandro Freire.